martes, 20 de mayo de 2008
Experimento
Tomen un poema y tiéndanselo a un traductor. Con el resultado, sin mostrar la versión original, búsquese un traductor a una tercera lengua. Encadénese la operación cuantas veces sea posible. Se comprobará, espero, que los aciertos que desaparecen en unas versiones reaparecen, como los ojos del Guadiana, en otras. Quedaría demostrado así que la dinámica interna del poema impone sus logros. Al final, es imprescindible encontrar un traductor que devuelva, desde la última versión resultante, el poema a su lengua original. O sea, cerrar el círculo. Compárense entonces ambos escritos. ¿Nos asombraremos de las similitudes en el fondo y en la forma? Ojalá.
estaría muy bien hacerlo, es más voy a sugerirlo para el taller de poesía de tu amigo Javier Navascués.
ResponderEliminarOtro experimento: búsquese a un traidor, permítasele exponer las causas que le impulsaron a cometer su acción y compárense estas con las defensas de la misma que hacen los que por ella se han visto beneficiados.
ResponderEliminarYo soy de los que piensan que para degustar bien un poema, como cualquier obra, pero sobretodo un poema, es necesario leerlo en su lengua original. Si no, se pierde algo(aunque sólo sea la rima), y el mismo poema sin rima ya no es el mismo poema. Cada idioma es un mundo.
ResponderEliminar¿Qué estás traduciendo, amigo?
ResponderEliminar¿Fue así, tal vez, cómo tradujeron los setenta y dos sabios el Antiguo Testamento al griego? Quizás por eso, al ver el resultado final, concluyeron que la traducción era, no menos que el original, inspirada...
ResponderEliminarDebe de ser deformación profesional, pero eso de las traducciones sucesivas me recuerda a las diferentes capas de encriptación/empaquetado en la transmisión de datos.
ResponderEliminarClaro que a quienes inventan los sistemas de encriptación les trae sin cuidado el contenido del mensaje y sólo trabajan sobre la forma. Como los malos traductores.
Saludos
Como me resisto a creer en la existencia positiva del género humano entiendo que cualquier semejanza entre el original y el re-original será fruto de la mera casualidad. En general, serán obras ni siquiera comparables, es decir, los hombres formamos círculos si no herméticos, pues nos comunicamos, al menos estancos pues no nos entendemos.
ResponderEliminarComo volver al juego de los disparates de nuestra niñez, pero de otra manera.
ResponderEliminarEl experimento que propone el anónimo tiene su enjundia, si señor.
Qué interesante.
ResponderEliminarBueno, no sé cómo será el resultado final respecto del original, pero estará perdonado quizás si pensamos que quien traiciona a un traidor tiene cien años de perdón.
Qué buenos comentarios. Mucho mejores que la versión original. Muy gracioso lo de traicionar al traidor que apunta J.I. y muy hondo lo que pone sobre el tapete Auberon Quin. Gracias.
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