Se me complica el día:Pero no era un haiku salvífico, ni mucho menos. El día seguía inútil. Inútil, sí, pero muy formal, porque iba cumpliendo lo que se esperaba de él, gestión tras gestión, sin solución de continuidad. En un atasco tuve, por suerte, un susto repentino. Con el viento largo y frío una palmera se agitaba talmente como la cabeza de Medusa: me quedé de piedra. Sólo los pitidos de los coches de atrás rompieron el maleficio o me lanzaron de nuevo al mío, que era el de un Sísafo burocrático con su carpetita de papeles de abajo a arriba.
tan solo un haiku
podrá salvarlo.
Al final de la tarde, cuando salía a hacer otra tanda de gestiones, me deslumbró un reflejo naranja, miré y:
Deja el sol últimoNo me salvará para la posteridad, como decía Borges de quien una tarde oyó cantar al ruiseñor, pero, bueno, era muy bonito ese interés del sol por no dejarnos a oscuras, y me iluminó lo que quedaba de día, que eran aún unas horitas.
un rayo en la farola.
Juega a encenderla.
Magnífico segundo haiku. Como aquel otro de las bombillas que, a la distancia exacta, parecen estrellas.
ResponderEliminarEL segundo haiku salvó tu día ayer y a mí me ha iluminado ya lo que queda de éste. Gracias (y me alegra ver un haiku por aquí...)
ResponderEliminarDe cuántas cosas nos salva un haiku.
ResponderEliminarComo han dicho los comentaristas anteriores, el segundo haiku bien vale un día, y mucho más: un día perdurable en muchos otros.
ResponderEliminarLa poesía es un don, un atisbo del infinito. Haces bien por permitirle que te ilumine esta vida tan cotidiana. Un abrazo
ResponderEliminarQué bonito y nunca mejor dicho lo del clavo ardiendo. A mí me recuerda a aquel otro tuyo, también de lo que podría ser la serie "despidiendo el día", del jilguero:
ResponderEliminarQueda un retazo de sol
en la punta del ciprés.
Justo allí canta un jilguero.
¡Es muy bonito de ver!
Lo bueno es el haibun, felicidades.
ResponderEliminarEstoy segura que de estos momentos absurdos y perdidos del dia podría escribirse un buen poemario. Para muestra, este botón tuyo.
ResponderEliminarAdemás cumple la norma japonesa de que contenga el paso del tiempo de algún modo. Es el casi llegar de la noche, en muy poco tiempo, en unas sílabas. Estupendo.
ResponderEliminarQué preciosidad de haiku, Enrique. Me encanta.
ResponderEliminarPero también me parece genial la imagen del Sísifo burocrático, que veo que nadie se ha fijado y me parece deslumbrante, diminutivo incluido...