Una tormenta de ideas con algún rompimiento de gloria
jueves, 18 de marzo de 2010
El origen
Sólo con una madre puede hablarse incansablemente de uno mismo sin ser egoísta. Lo sabía desde hace años. Hoy he visto cómo empezó todo: la embarazada se mira el ombligo constantemente con una generosidad sin límites.
original y hermosísimo.
ResponderEliminar¡Oh! Qué bien visto.
ResponderEliminarPor favor, qué cosas más bonitas escribes, Enrique. Te estás volviendo un ñoño, eso sí, un ñoño enamorado. Un abrazo fuerte.jmn
ResponderEliminarAsí es, precioso el texto.
ResponderEliminarMuchísimas gracias a los cuatro, incluso a jmn.
ResponderEliminarEspero que te guste Enrique
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=I8X3L4kZzes&feature=related
Genial, original, fantástico, y que sé yo...
ResponderEliminarSaludos
Por cierto mi segunda hija se llama Carmencita, y la primera Irene-Carmen.
ResponderEliminarOtro abrazo
sugerente, Enrique. Eso es lo que llega. Felicidades
ResponderEliminar¡Oh!
ResponderEliminarQué preciosidad. Ya sé que es un comentario vacío, de estos que en verdad no dicen nada "me gustó el post"... Pero tenía que hacerlo.
ResponderEliminarPara que después digan que los hombres, no sabrían parir...
ResponderEliminarUffff, una maravilla.