Por la tarde, leyendo los tres cuentos semi inéditos o camuflados que me regaló Cereijo, me entró el pasmo. Allí se desvela el misterio. En el último cuento expresaba un deseo: “Cuánto daría yo porque esos cincuenta y tres días se volvieran de pronto cincuenta y tres años”. Lo estremecedor, sin embargo, estaba antes, en el primero y en el segundo:
Al cabo de bastante tiempo, cosa de media hora...Que aquella media hora nuestra (¡media hora exacta!) cundiese tanto no fue una percepción mía ni una casualidad. Para Cereijo, en 30 minutos de nada cabe todo un mundo. Su visión transforma la realidad: a su alrededor los relojes se ralentizan. Qué poderosa es la buena literatura.
La entrevista fue larga; hay quienes han llegado a hablar de más de dos horas, pero parece razonable atenerse a la estimación, más prudente, de unos treinta minutos.
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