Olas
Yo soy aquel que anteayer no más tuiteaba en riguroso directo que una niña de Madrid en la orilla, cuando venían las olas, gritaba: "¡Un bache, un bache!" Algunos (dos me protestaron) lo vieron como una ironía, pero quia, si a mi Madrid, como maltratada capital del Reino, como —curiosamente— rompeolas de las Españas, me despierta una ternura sin parangón. Yo a de los baches le vi el lirismo o, más exactamente, a lo don Federico de Onís, "el prosaísmo sentimental".
Por suerte; porque a ver si no cómo tomarme ahora lo que ayer no más decía Carmen. Íbamos por aquí:
Y preguntó: "¿Por qué tiene esta calle tantas olas?"
Mi hija, la primera vez que vio pistachos, creía que eran almejas. Yo nunca había (ni habría) reparado en la similitud entre las cáscaras de los pistachos y las valvas de las almejas, ni entre el fruto seco y el molusco.
ResponderEliminarPerder la inocencia es una gran pérdida.
Esta observación es digna de la niña que lo pasa bien aburriéndose en su casa
ResponderEliminarHay similitudes intercambiables: si el agua es cristal, el cristal es agua ("al fin dulcemente dura", aclara Micón en la Soledad Segunda).
ResponderEliminarJilguero.