viernes, 30 de septiembre de 2016
Libro
Carmen me trae un folio plegado con un dibujo en la cubierta y líneas como olitas en todas las otras páginas. "He escrito un libro". Qué bonito, le celebro y. haciendo como quien lee el título, recito con voz temblorosa: Últimas tardes del verano, según mi talante elegíaco de estos días. "Oh, no, no, se titula La niña que no sabía obedecer." Ah, se trata de literatura revolucionaria, entonces.
martes, 27 de septiembre de 2016
Canto
Desde el mismo momento en que Dante escribe cada uno de los 34 cantos del Infierno, ya está en el Paraíso, por el canto. Los salmos lo tienen claro: lo propio de la bienaventuranza es cantar. Y tanto que cantar es, prácticamente, la bienaventuranza.
lunes, 26 de septiembre de 2016
¿Graciosa?
Carmen coge una pluma de paloma torcaz del jardín y se la pone en la coleta, como una india de película. Me acompaña a misa. Cuando voy a ir a comulgar y me va a acompañar le pregunto: "¿Vas con la pluma?" Me dice: "¿Estoy guapa?" "Estás muy graciosa". "Graciosa, no", y se la arranca rápidamente, sin contemplaciones.
viernes, 23 de septiembre de 2016
Las listas se mueven
Viene una madre a preguntar si su hija entra o no entra en un ciclo formativo. Está muy detrás en la lista de espera, pero la madre me dice que no pierde la esperanza. Le digo: "Sí, las listas se mueven". Y me contesta, satisfecha y agradecida: "Por eso estoy yo aquí, porque las listas nos movemos". Cuando le explico que no me refería talmente a esa listura ni a ese movimiento, enrojece, se abochorna, le entran calores y hasta saca el abanico. Por más que le explico que es cierto, que además las personas listas no esperan a verlas venir, sino que se adelantan, no se le pasa el apuro.
jueves, 22 de septiembre de 2016
Cómo han crecido
"¡Cómo han crecido!", me dicen en la calle de mis hijos. Yo asiento, pero no me he dado cuenta. El trato desbarata las sorpresas y los asombros. Sin embargo, anoche, como casi todas, yo escribía mi artículo de mañana mientras Leonor (se) acuesta a los niños, esto es, les cuenta un cuento, pero tumbándose en la cama de uno de ellos, alternativamente. Muchas noches se queda dormida y yo entro de puntillas en el cuarto en penumbra y la despierto con un cuidado selectivo, para que se levante ella y no los niños. Ayer, fui a recogerla, y, desde la puerta, a punto estuve de entrar a despertar a Carmen, que había confundido, a bulto, con Leonor. Anoche mi mujer había reunido fuerzas suficientes para subirse sola a nuestro cuarto, pero yo me llevé la sorpresa de mi confusión. "¡Cómo han crecido!", me dije, completamente pasmado, por primera vez.
lunes, 19 de septiembre de 2016
sábado, 17 de septiembre de 2016
Adivina, adivinanza
Esta frase, que acabo de perpetrar a una amiga que me dijo el nombre de su recién nacido:
—Es un nombre muy de moda porque ya nadie lo pone.¿Qué es? ¿Una paradoja absurda o una pijada absoluta?
La madre se ha quedado haciéndose esa pregunta, por la cara que puso.
jueves, 15 de septiembre de 2016
Sueños
Soñamos que nuestros hijos cumplan nuestros sueños frustrados, como en un dibujo de Escher, en espiral . Pero hoy Quique ha hecho realidad una pesadilla antigua, recurrente y angustiosa mía: salir de casa en zapatillas. Hoy ha ido al cole de esta guisa.
Y ha deshecho la pesadilla yo creo que para siempre porque volvía tan contento. "Mira qué suavitos son, papá".
miércoles, 14 de septiembre de 2016
domingo, 11 de septiembre de 2016
Retruécano conyugal
Yo protesto de todo, menos de Leonor; y Leonor no protesta de nada, menos de mí.
(Contento con mi retruécano-piropo, se lo enseño a Leonor, pero protesta.)
sábado, 10 de septiembre de 2016
Escudo
Hoy pensaba no escribir en el blogg, como últimamente. No por falta de materia , sino porque la materia no es estrictamente mía. Me pasaría el día contando, como un abuelo, las cosas de mis niños. He pensado, incluso, abrirle un blogg a mi hijo Quique, que no para de inventar y pasar de escritor a cronista. Ayer fue con él al Puerto (al centro, quiero decir) y lamenté no haberme llevado una grabadora.
Pero he visto una serie de escudos en el blog de Ángel y, sobre todo, éste, tan bonito:
Y he pensado que me agradeceréis que os recomiende un paseo por Compostela-Bruselas y, de paso, aprovechando la ocasión, podré colaros algo de mi paseo por El Puerto. Le señalé a Quique algunos escudos de viejas casas-palacios. Le gustaron. Los comentamos. Entonces me preguntó que por qué no poníamos el nuestro en la puerta de casa. Le contesté que parecería que estábamos presumiendo, que extrañaría mucho a todos y que molestaría a los que no tienen escudo. Replicó: "Pues esperemos a que todo el mundo tenga su escudo, y entonces ya lo ponemos, ¿vale?" Me pareció una respuesta muy noble.
jueves, 8 de septiembre de 2016
Oh
Recibo la Séptima antología de Adonáis y la abro, encantado, al azar. Cada autor cuenta lo que significó para él recibir alguno de los premios de la casa (Adonáis, Alegría o Pérez-Embid). Me apasiona la breve y borgiana respuesta de José Gutiérrez Román:
La concesión del Premio Adonáis supuso el anhelado reconocimiento del poeta que había sido, y la extrañeza del impostor que, bajo el mismo nombre, lo recibía.
miércoles, 7 de septiembre de 2016
Antes y después, y yo, en medio
Ayer tenía tanto lío en el trabajo y por mi casa y en el cole de los niños, que mandé mi artículo sin echar ni un mínimo vistazo a las últimas noticias, como suelo. Resultado: en mitad de la reunión de los padres del colegio de mis hijos, me llamó mi jefe de opinión a decirme que Soria había sido renunciado. Tenía que cambiar el artículo; también tenía que hablar al final de la reunión de padres, como había quedado con la profe, y tenía que volver al IES, además de contestar a otras llamadas de amigos, que se iban acumulando.
Interrumpí la reunión de padres y dije lo mío antes de que me tocase. Corrí al IES, y mandé el remedado artículo. Uf.
Pero ay. En el Diario de Cádiz no cogieron la versión modernizada (por mi grandísima culpa, que lo mandé sólo al jefe, que está en Sevilla), aunque en los otros periódicos del grupo, sí.
Es una vergüenza gaditana para mí y mi seguimiento de la actualidad, pero tiene cierta curiosidad. Aquí como quedó después, aquí como estaba antes. Desgarrado, en medio, yo, que no os diré como quedé anoche para no ponerme muy gore.
sábado, 3 de septiembre de 2016
Autoridad
A la mínima oportunidad insisto que la autoridad del autor, como su propio nombre indica, es un requisito esencial. El lector tiene que creer que todo lo hace por alguna razón poderosa y, por tanto, ha de preguntarse por qué hasta ante una falta de ortografía, no digamos ya de sintaxis. Mucho placer estético y mucha comprensión literaria dependen de esa confianza ciega y escrutadora.
Y he visto un buen ejemplo en la simple urbanidad. Ahora, la lucha con los niños es que no se levanten de la mesa mientras cenamos. De pronto, Leonor, sin decir nada a nadie, echa vigorosamente su silla atrás y se levanta presta y sale muy seria. Carmen, divertida, creyendo que la ha cogido en un renuncio, va a afearle a voz en grito la acción, pero yo la callo de inmediato. Seguro que su madre tiene una razón para levantarse tan escopetada y es de mejor educación no preguntársela.
Veo en los ojos de mis hijos que están ante un problema complejo; pero esperan una explicación convincente de mi cambio radical de criterio, y lo intento. Qué pena no poder ponerles a ellos el ejemplo de la literatura.
viernes, 2 de septiembre de 2016
Absurdo
Que tu hijo de cinco años te diga: "Eso que acabas de decir es absurdo" es extraño. Pero que tenga razón es alucinante.
Había entrado en tromba donde yo leía, pidiéndome la tableta. Le dije que se dejase de tabletas: "Que leer es mucho más divertido que leer". Fue entonces cuando me informó, muy serio, de que le acaba de decir algo absurdo. Así: "Absurdo". Y lo era, en efecto, porque estaba distraído divirtiéndome leyendo, precisamente. Iba a explicarle el efecto expresivo de mi tautología, pero cuando levanté la vista del libro me di cuenta de que él lo había cogido y que solamente me estaba vacilando.
Seguí leyendo.
jueves, 1 de septiembre de 2016
Micronovela
Estupendo aforismo de Elías Moro: "La boca como una novela con su planteamiento, nudo y desenlace: sonrisa, palabra, beso". Yo habría cambiado el orden: "Palabra—beso—sonrisa".
Claro que ésa es otra novela, menos romántica, más conyugal, muy mía.