sábado, 29 de octubre de 2016
Holywins
Carmen hizo Santa Cordelia el año pasado, Quique, San Enrique. Lo que explica perfectamente el artículo de hoy del periódico.
Éste es el libro de Enrique sobre San Enrique:
viernes, 28 de octubre de 2016
Trabajo de ida y vuelta
Llego a casa tarde. Dos sobres en el buzón. El primero, me hace dar un salto de alegría.
Me lo envía Iberlibro, Dios se lo pague. Lo gracioso del título es que todos sabemos cuáles son los "otros" pecados capitales. Ya os contaré qué cuenta.
El otro sobre trae el último número de la revista Anáfora; y también salto. Justo a tiempo, además, porque abro el correo electrónico y me encuentro una carta que habla de los "Haikus y cantares" que vienen en la revista:
Dice:
Soy una alumna de la Universidad de Oviedo. Le escribo porque mis compañeros y yo estamos trabajando en clase su obra Haikus y cantares y tenemos una duda acerca del haiku titulado Los jueves me toca a mi . Si no es molestia, ¿podría decirnos a qué se refiere con la palabra "carro" en ese contexto? Le formulo la pregunta porque que aquí en Asturias esa palabra no es muy común y nos sería de gran ayuda para comprender con mayor exactitud estos versos. Muchas gracias por su tiempo.Le contesto:
Qué ilusión dar trabajo a alguien. Muchas gracias por escribir y contármelo.
Aunque ahora me ha dado trabajo a mí. El carro es el carrito de la bebé que los jueves me tocaba dejar en la guardería del cole. Pero me ha entrado la duda de si habría usado la palabra "carro" de no haber tenido la presión de no salirme del heptasílabo. Aunque "carro" se admite, al menos en el sur, y el contexto lo aclara, creo que, sin las exigencias métricas, hubiese utilizado la palabra "carrito", reconozco con vergüenza.
Claro que "carro", caigo ahora, tiene la ventaja de que aumenta su peso sobrevenido. A la ida, carrito; a la vuelta, carro. Quizá eso valga para una defensa (numantina) del haiku.
jueves, 27 de octubre de 2016
Mujeres
Coincido en el ascensor con dos chicas de la vida que van hablando de su oficio. Como una llora, no cambian de tema. La llorosa teme que un tal Enrique (¡vaya!) le va a reñir por trabajar por su cuenta y no haber ido al club. La otra, para consolarla, le riñe. Yo aprendo eso: que una riña con amor consuela de las otras.
La siguiente vez que tomo el ascensor del hotel, una chica japonesa, bellísima. Muy alta. Con un mechón blanco en su larga melena que le da un aire María Kodama. Lleva un hermoso pantalón falda que le da un aire Kurosawa. Se me hace muy corto el trayecto. Me parece que le asombra mi asombro y me asombra que no esté acostumbrada a despertarlo a su paso.
Una chica de la limpieza va a entrar en el ascensor, pero me ve y da un salto atrás. Yo lo lamento, y más aún, si cabe, mi lentitud para decirle que pasara, por favor.
Es ya tarde. En el último ascensor del día, tres chicas sordomudas que hablan con un ágil lenguaje de signos. Debe ser un chiste, porque, de pronto, rompen el silencio concentrado y triplicado del ascensor un coro de risas cristalinas. No se me hizo ni corto ni largo, porque lo maravilloso está fuera del tiempo.
martes, 25 de octubre de 2016
Cortesías
Hace tiempo quedé con un conocido epistolar admirable y admirado. Con los nervios de conocerlo en persona, se me fue un poco la manita con las copas. Nada irremediablemente bochornoso, pero lo suficiente para torturarme en mi vanidad cada vez que lo recordaba. Volví a quedar y entonces fue él quien se excedió ligeramente. Apenas lo justo para borrar mi vergüenza anterior. Los bebedores se hermanan en su alegría. Nosotros lo hicimos en una alegría diacrónica. A mí no hay quien me quite de la cabeza que aquello fue una exquisitez suya. Una muestra de camaradería implícita. La buena educación llevada al grado sumo y un tanto a la inmolación más generosa y humana.
Aunque pudo ser todo subconsciente, lo que no le quita mérito. Lo pensaba ayer, que me llamó uno que me había grabado una entrevista. Era para contarme que no teme a nada tanto como a la transcripción, que suele llevarle horas de parar la grabación y darle para atrás y para adelante. Pero que, en mi caso, gracias a mi tartamudeo, era facilísimo mecanografiarme, y que había visto claro, por fin, lo de la elegancia british de un leve stutter.
Yo debería haber visto confirmada mi tesis de que los escritores hablan tartamudeando porque han adecuado su pensamiento al ritmo, siempre más lento, de la escritura. Pero, gracias al detalle de llamarme y de agradecer mi tartamudeo, y a mi anécdota previa con el santo bebedor, le veía más que nada el punto chic, aunque fuese por el contagio de la cortesía de mi entrevistador.
Así, entre disimuladas reverencias, da gusto vivir.
domingo, 23 de octubre de 2016
Ida y vuelta
Me dice Carmen algo que a muchos padres les saltaría todas las alarmas y a mí me encanta. ¿Qué piensas Carmen?, le pregunto viéndola silenciosa. "En que que nos tenemos que morir". "Me parece un pensamiento muy provechoso y oportuno, hija".
Pero todo es de ida y vuelta. Escribo este haiku:
La media luna
tras la loma del lomo:
cola de gato.Yo jamás habría escrito nada a un gato ni de casualidad; pero a Carmen le encantan y lo dicho: todo se pega.
sábado, 22 de octubre de 2016
Camino a Roma
Muchas veces he dicho que, si los escritores católicos ingleses están de moda, es porque ellos ya estuvieron a la contra como nosotros tenemos que estar en la actualidad. Este texto que traduce muy libremente a Hilaire Belloc en Path to Rome lo explica mucho mejor que yo, y lo usaré, a partir de ahora, para explicar el auge hispánico actual de Chesterton & cía.
En aquel silencioso paraje estaba el pueblecillo de Undervelier [Suiza], y yo, dando las gracias al muchacho, me separé de su carro y trabajosamente me dirigí a la posada, donde pregunté a la patrona si podía darme algo de comer. Me contestó que me lo prepararía en una hora, empleando, para definir los alimentos que me daría, palabras que no conseguí dilucidar.
El francés allí se trocaba en un dialecto bárbaro, propio de un lugar que es de los más apartados y recoletos del mundo.
Un puro, en todo caso, es en Undervelier un puro, y el mejor cuesta un penique. Compré uno de estos y salí a fumarlo a la plaza del pueblo. Encontrando un parapeto bajo, me incliné sobre él a mirar el agua [...]
Mientras contemplaba aquel río rompiéndose contra las viejas piedras, y mientras llegaba a la mitad de mi puro, una campana empezó a repicar, y me pareció que todo el pueblo corría hacia la iglesia. Me sorprendió mucho, porque no estaba acostumbrado a la devoción unánime de una localidad entera, y el ver a todos los hombres, mujeres y niños de un lugar considerar el catolicismo como cosa indisputable era nuevo para mí. [At this I was very much surprised, not having been used at any time of my life to the unanimous devotion of an entire population, but having always thought of the Faith as something fighting odds, and having seen unanimity only in places where some sham religion or other glozed over our tragedies and excused our sins. ] Deposité, pues, cuidadosamente mi cigarro bajo una piedra, encima del parapeto, y me uní a los fieles, que iban a vísperas.
Los lugareños cantaban a coro, en un latín con más resabios alemanes que franceses; y era grato oír a mujeres y hombres entonar ese noble saludo a Dios, que empieza: Te, lucis ante terminum...
Mi alma quedó prendida y transfigurada en aquel acto colectivo, y por un momento comprendí claramente lo que es la Iglesia Católica, y recordé lo que había sido Europa, y reflexioné sobre el paso de los siglos. Perdí allí la actitud de dificultad y combate que para nosotros, los ingleses, va siempre asociada a nuestra fe católica. Las ciudades se disiparon en mi imaginación y se apartaron de mí los tráfagos modernos. Salí, en medio de los feligreses, bajo el atardecer fresco y despejado. Encontré mi puro bajo la piedra, lo encendí de nuevo, y entregándome a reflexiones aún más profundas que antes, medité en la índole de la fe.
viernes, 21 de octubre de 2016
Declinación
Lucho a brazo partido para que mis hijos no me llamen "papi". Papá ya va bien, digo yo. Pero se me ocurre que estamos ante un caso de declinación, no de la elegancia, solamente, sino también lingüística. Como "papá" ha desplazado a "mi padre" como nominativo y acusativo; para el vocativo el instinto del lenguaje se busca una nueva terminación: el 'papi' dichoso.
A ver si les convenzo de que el español es un idioma sin declinaciones.
jueves, 20 de octubre de 2016
Símbolo de qué
El deshonillador (accidental) traía una piedra para dejarla caer por el hueco de la chimenea. Un sistema algo basto. No pasaba. Así que tuve que subirme al tejado, con una inestabilidad prácticamente hemodinámica. Decidí descolgar una de las pesas de bronce del reloj de pared. Son finas, muy pesadas y tienen un orificio en el que enganchar un cable. Fue mano de santo. El deshonillador estaba fascinado con la herramienta. Y yo veía un símbolo, pero sin saber de qué. ¿Del tiempo, que se me va por la chimenea, puro humo? ¿O, mucho mejor, de que la chimenea, enhiesta, es el reloj grandfather de las estaciones? Marca el verano, apuntando inmóvil a un cielo azul imperturbable; la primavera, con los jilgueros que la toman como atalaya, cucos de su reloj; el invierno, con su penacho de humo, manecilla al viento; y el otoño, con nosotros deshollinando, con la pesa de su hermano pequeño, el reloj de pared de abajo, haciendo tic-tac, o toc-toc, en sus entrañas. Un tiempo más basto, más cósmico, en el que no se Llega nunca tarde.
viernes, 14 de octubre de 2016
Jugar en serio
Mis hijos ven más natural el incesto que la familia monoparental. Como Leonor está de viaje, han decidido que ellos son los padres y que yo soy el hijo. Carmen representa el papel andando muy rápido por la casa y recogiendo todo lo que está por medio. Lo representa muy bien.
jueves, 13 de octubre de 2016
La belleza
Carta de C.S. Lewis, a menos de un año de su muerte, a una antigua corresponsal suya que de niña le escribió sobre Narnia y que ahora le manda una foto: "Veo que te has convertido en una mujer muy guapa y eso debe de ser muy agradable".
¡Qué manera tan bonita de decirlo!, y qué elegancia esos dos "muy" y ese "debe de ser". Consigue que la veamos, muy guapa y muy agradable, con una enorme alegría prácticamente cervantina.
miércoles, 12 de octubre de 2016
Salchichas o de la devoción a la teoría política, pasando por la filología
En casa, no se cena hasta que no nos hemos servido todos y se ha bendecido la mesa. Quique casi sin esperar a que nos sirvamos une devotamente sus manitas junto a su boca y reza:
El Niño Jesús...
que nació... en Belén...
bendiga esta mesa...
al Papa... y al Rey...
Le sale una bendición interrupta y murmullante. Me fijo. Y entre las devotas palmitas tiene una salchicha a la que va dando piadosos mordisquistos.
—¡Sinvergüenza!
Grandes risas, que preceden a una conversación filológica. ¿Cómo se pronuncia "salchicha"? Carmen vota por "chalchicha", opción a la que se le puede negar la coherencia, la simetría y la aliteración. Quique se apunta. Su madre se pone muy nerviosa. Quique opina que "chalchicha" es más de chulito. Su madre precisa: "Es más de cateto". Quique no se rinde, se revuelve: "No importa cómo se diga porque todos lo entendemos bien". Yo intervengo para apoyar a mi santa esposa, pero, entre el jaleo y la dislexia, me sale "chalchicha", y todos se ríen. Y Carmen, tan socialdemócrata, se apunta rápidamente al argumento democrático: "¡Somos tres contra uno! ¡Es 'chalchicha'!" Su madre tiene un inesperado brote reaccionario: "¡Eso de votarlo es una chorrada!"
martes, 11 de octubre de 2016
Quique me salva
El día se ha vuelto tan complicado y tan agotador que, en el coche, confieso a mi mujer, buscando una absolución sacramental, siquiera sea por la jurisdicción conyugal, que no creo que pueda ir a misa. Ella entiende. Pero Quique, desde atrás, comenta: "Pobre papá, qué triste estarás".
Voy a misa, naturalmente.
lunes, 10 de octubre de 2016
Reforzamientos
Meteos con las redes sociales, pero yo hace tiempo que los únicos apoyos y ánimos que recibo son los like de Facebook y los fav de Twitter.
domingo, 9 de octubre de 2016
Ciclo vital
Una vez me encontré a una ex-alumna mía en una consulta y, tras saludarnos, me dijo: "Y ahora, a ver, bájate los pantalones". Aquello me impresionó mucho, pero no tanto y, sobre todo, de forma muy distinta a la de ayer. Voy a ver a Carmen en su primer día de clase de tenis y me encuentro con que su profe es un alumno de mi primer curso de profe. Me hace tanta ilusión que entro en el campo y nos damos a un abrazo. Comentamos cómo se encadenan los ciclos de la vida y hacemos votos para que Carmen le dé clases de algo al hijo del profesor de tenis.
sábado, 8 de octubre de 2016
Atando cabos
Esa mañana había escrito un poema —me gustaba tanto que no lo colgué aquí, lo guardé directamente para mi próximo libro—, tres o cuatro aforismos que valían, creo, y tomé notas para un cuento que podría llamarse "Las aulas y las letras". Hacía meses que no creaba tanto y en una sola madrugada, si no contamos la noche en duermevela.
Más tarde, un amigo en el instituto me dice que me ve "más tenso y alterado de lo normal". Tiene razón.
Y yo deduzco, atando cabos, que la poesía requiere, en efecto, más alteración y tensión de la normal en uno. No es una conclusión que contribuya a mi serenidad.
lunes, 3 de octubre de 2016
Hojitas nuevas
Cuantos más años cumplo, más me emociona la retoñá. Esto es, el esplendor del campo y los jardines en estas fechas, como una segunda primavera, más dulce, tal vez. Este año, encima, viene con alegría incorporada. De mi inolvidable estancia en Santiago de Compostela me traje varias semillas de araucaria de cola de pato y de una flor llamada de cruz de Santiago. Todavía estoy a la espera. También me traje un acebo muy pequeño que llegó muy maltrecho del viaje en avión, en taxi, en tren, en coche y en la bolsa de plástico todo el tiempo. Creí que lo perdía y todo el verano he estado viendo cómo se ponía más y más marrón y triste. Me entristecía porque me hacía ilusión que Santiago enraizara en el Puerto y por el amigo (recién hecho allí) que me lo regaló. Pasaban los meses y no me atrevía a decirle nada por si la esterilidad era completa.
Un nuevo milagro de la retoñá ha venido a salvarnos, al acebo y a mí. Ha echado unas hojitas nuevas, de ese verde tan tímido con que arrancan y yo sé que las hojas nuevas son un signo de vida.
sábado, 1 de octubre de 2016
Sempiternos
Mi hijo pregunta: "Papá, en el Cielo, ¿se siguen cumpliendo años?" Se trata de una cuestión realmente interesante y me parece muy lógico que preocupe a mi hijo de cinco, con la vida que le queda por delante, y la eternidad después. Sí, le digo, porque en el Cielo somos sempiternos, viviremos siempre, pero habremos nacido en una fecha. Cumpliremos años, le preciso, al menos hasta el fin del mundo. Si entonces se cierra el grifo del tiempo, ya no echaremos la cuenta, ebrios de eternidad. Pero mientras tanto, sí. Lo cual ofrece una pequeña reparación a los que mueran en el apocalipsis. Tendrán la divertida compensación de ser los más jóvenes del Paraíso para siempre jamás.