lunes, 31 de julio de 2017

Las señoras


Si no tienen novela para este verano, no lo duden: Las señoras, de José Jiménez Lozano. Yo no comprendo cómo se me ha podido pasar esta novela, quizá la suya que prefiero de todas, por razones claras y distintas. Las explica muy bien aquí Pablo Velasco. Yo la leí a medias por la autoridad de Pablo, a medias por la vanidad de verme citado en su reseña. Su autoridad ha salido reafirmada y me vanidad revoleada. Qué joya incomparable este novela. 

El barbero del rey de Suecia ha hecho lo que ha podido, pero se ha quedado muy corto:


... como en “el querido William”, como llamaban siempre a Shakespeare.
*
... sus conversaciones eran como susurros; y, cuando se enojaban, todavía bajaban mucho de ese todo, salvo en sus famosos “noes”, que pronunciaban contundentemente cuando las cosas las parecían intolerables, o salvo cuando reían abiertamente como colegialas.
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Un antepasado nuestro a quien le divertían mucho los novísimos. Sobre todo, la muerte y el juicio.
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—Aquí huele a Estado que apesta, comisario —dijo Clemencia.
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—El latín funciona, Constancia.
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Los egipcios y, en general, los hombres antiguos, que sabían lo que era la libertad, se negaban a pagar los impuestos y a ser reclutados por la fuerza para la guerra, pero sobre todo se dejaban sacar la piel a tiras antes de que el César, o el Estado, supiese su verdadero nombre.
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—Menos saben los ministros, jefe.
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Nosotras no gastamos bromas, porque son una ordinariez.
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… pero quizá estaba prohibido para que la prohibición se desafiase.
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… como con un temor de hacerse daño en su recuerdo.
*
A nosotras, comisario, no nos importan un comino las costumbres sexuales de un individuo o de una tribu. Primero, porque no somos etnólogas, ni antropólogas, ni sexólogas, ni escritoras de best-sellers. Ni tampoco voyeristas. Y segundo, porque sólo nos interesan las actividades humanas que exijan más de dos neuronas o tres.
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Hablar a las masas era muy peligroso, porque nunca se sabía lo que iban a entender.
*
… y reaccionarias porque sí —explicó Clemencia.
—Porque sí, no —matizó Constancia—, sino porque nos daba la risa cuando mirábamos el mundo, ¿no te acuerdas, Clemencia?
*

… el mérito de Goethe [el loro de madera] no era que fuera una mascota, sino que era una conciencia.
* * *

[Ilustración de la entrada de Carmen García-Máiquez]

domingo, 30 de julio de 2017

La cadena del fuego


Me encanta, por su pura belleza estética y su potencia alegórica, la cadena del fuego. Con una chispa no puedes encender un pino, pero sí una cerilla, que podrá prender un puñado de pinocha, que podrá encender unos palitos, que transmitirán el fuego a una piña, que lo hará a un tronquito y éste a otros, y éstos a un tronco y así, hasta poder con una casa, si hay mala suerte.

Lo he visto aplicado, el principio digo, no el fuego, a la literatura. Un amigo me pidió un libro para el verano, y le pasé los Diarios de Iñaki Uriarte. Le están entusiasmando tanto que se ha comprado los Ensayos de Montaigne, que tanto recomienda Uriarte. Si yo, pobre cerilla, le llego a recomendar a Montaigne directamente me hubiese despachado con una mirada de espanto y una broma sobre mi pedantería. Ahora la cadena del fuego ha funcionado a la perfección. Si fuera invierno, diría que me caliento las manos en esa hoguera, pero dejémoslo en que podría hacer una buena barbacoa. O que estoy encantado y divertido, vaya.


sábado, 29 de julio de 2017

Lírica y épica




Carmen ha dibujado estos ratones amorosos y, de fondo, el gato que espera -tranquilamente- devorarlos. "Un drama", me ha dicho Leonor, pero yo veo un símbolo. Es la lírica y la épica. El amor y la belleza y la elegancia siempre están amenazados, pero vencerán. Y mucha atención a los tamaños relativos.





El gatito va listo. Puede esperar sentado.

jueves, 27 de julio de 2017

Conyugalia


I
Comento con Leonor mi ilusión por adelgazar un poco este verano. Se vuelve, alegre, entusiasmada, cariñosa: "Con que no engordes más ¡sería estupendo!


II
Tenemos una pelea sorda sobre el vino y los niños, a los que yo doy muy pequeños sorbos para indignación de mi mujer y resignación desesperada de mi suegra. Leo que Chesterton defiende a un matrimonio que dejaba probar la cerveza a sus criaturas. Lo leo a Leo. Que sonriente, sin ganas de polémica, como acariciéndome, dice: "Claro, como él no tenía hijos..."

III
Lo conyugal es un amor que no mima. Mucho. Nada.

martes, 25 de julio de 2017

¡Oh!


¡Oh luna nueva!,
debo de estar volviéndome
minimalista. 
 

lunes, 24 de julio de 2017

Superioridad de la inocencia


Comento Wonder Woman con una amiga y celebramos que los niños no entiendan las dos o tres bromas más o menos bastas que hay en la película. Tengo claro que los guionistas juegan milimétricamente con esa ingenuidad infantil, creyéndose muy inteligentes, y guiñándonos a los padres a la espalda de los chiquillos. En realidad, nos dan un ejemplo muy acabado de por qué se dice "caer en una broma". La inocencia es una superioridad, y resplandece, intocable. A nosotros nos recuerdan que ya no somos tan puros. Quieren hacer una gracieta y nos aleccionan sobre la necesidad de la gracia.


domingo, 23 de julio de 2017

Wonder Woman girardiana


Hay un aspecto nada accesorio de Wonder Woman que ni he rozado en mi artículo. Se trata de que Diana, a todos sus encantos, suma el de una conversión girardiana. Hija de Zeus, nada menos, es lógico que profese una religiosidad mítica y sacrificial. Está convencida de que Ares es la personificación de la guerra y que, acabando con él, traerá la paz al mundo. Desde luego que acaba con él, pero ella ya se ha pasado a una concepción cristiana: sabe que la guerra es consecuencia de la falta de virtud de cada uno de los hombres y que el verdadero combate es moral en el corazón de cada ser humano. 

Se complica la cosa, sin duda, pero es que es así.


jueves, 20 de julio de 2017

Efecto brócoli


Prometo que voy a dejar de hablar de mis niños una temporada. Esto se me está yendo de las manos (hasta el periódico), pero una cosa más. Anoche, había brócoli en la cena, y Quique no es fanático. La regla, bastante socialdemócrata en casa, es que hay que probar una mínima porción de todo. Hace dos noches tuvimos una tragedia griega por una judía verde con gritos, castigo en su cuarto, petición de perdón por su parte y vuelta a empezar con la judía verde a las once y media de la noche. Ahora que lo pienso, no fue tragedia porque un deus ex machina lo salvó todo en el último segundo. Ayer, parecía que íbamos a tener reposición, pero, tras unos titubeos naturales, Quique se lanzó y cumplió con su brócoli. Hasta ahí nada especial, pero entonces le dio una alegría tremenda, casi un pavo, y se reía por todo, y hasta cantaba en la mesa (que tampoco es) y hablaba sin parar. Podría haber pensado que el brócoli tenía efectos euforizantes. Pero me acordé de la pistola de Chesterton y de cómo, si te apunta a la cabeza un momento, te cura de todo pesimismo. Quique había tenido el brócoli apuntándole y lo había tomado y no había pasado nada y se había vencido y todos estábamos muy orgullosos de él. Lo vi tan radiante que hasta sospeché que le había encantado. Le ofrecí más.  Dijo no, riéndose de mi ocurrencia, qué disparate, tú.

miércoles, 19 de julio de 2017

Sin planes


Me encanta ver a mis hijos aburriéndose. Esta tarde no hay planes y no saldremos de casa. Carmen ha encontrado unas orugas en el jardín y está estudiándolas con entusiasmo de entomóloga. Quique se ha montado en mi coche y juega a conducir, asomando una coronilla por la ventana. Es como jugar con sus coches, pero con uno de verdad. No es que se aburran, me he explicado mal, es que no los estamos divirtiendo nosotros o ninguna actividad prefabricada. Y se bandean muy bien. Ahora llega Carmen con cara de guasa y me pregunta: "¿Por qué no se puede hacer pis en ella si hasta en la misma palabra lo lleva: pis-cina?" Supongo que se le habrá ocurrido pensando que le gustaría ir a la piscina, pero estoy seguro de que ni allí ni en una fiesta con payasos se le habría ocurrido la payasada. 


martes, 18 de julio de 2017

Cuidado


Cuando, para educar a tus hijos en el cuidado de las cosas, en el agradecimiento, en la felicidad o en la cultura del esfuerzo, les explicas lo caro que ha sido algo, ten cuidado. No caigas en la trampa si te preguntan, fingiendo o no interés, cuánto ha costado. Si les contestas, habrás caído en la contabilidad, tan grotesca. Y tú no habías venido a hablar de precios, sino de valores. "Yo no he venido a contar, sino a contarte", puede ser una contestación correcta, aunque todavía no la he contrastado.


lunes, 17 de julio de 2017

La forja de un conservador


Aunque lo tituló En el bosque, este primer diario (1970-79) de Valentí Puig es la forja de un conservador. También la de un escritor, claro. El barbero del rey del Suecia ha recortado estas citas:

Escribir es una de las mejores astucias de la felicidad. 
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En momentos de desorden interno, una larga convalecencia sin dolor en un sanatorio cómodo aparece como la gran solución. 
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“Señores”, dijo el miembro de una universidad americanda donde se había propuesto que Nabokov entrase de profesor de literatura, “incluso si damitimos que es un escritor importante, ¿es que habríamos de invitar a un elefante a ejercer de profesor de zoología?” 
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Evelyn Waugh a Graham Green: “¿Sabes, Graham? Tú ganas más dinero con Dios que Wodehouse con los mayordomos…” 
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La cultura tiene un soporte fundamental en el carácter... 
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Hace años decidí afeitarme para evitar las miradas de complicidad de los barbudos. 
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La buena literatura no es nunca un hecho revolucionario, sino la constatación perpetua del principio conservador que dice que la realidad es tal como es. Como Maquiavelo. 
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He llegado a pensar que me interesa más Henri Beyle que Stendhal. 
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Trostky: “Si la vida humana es considerada sagrada, hemos de renunciar a la revolución”. 
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Una combinación gloriosa: la agilidad de la novela inglesa y el aplomo de los moralistas franceses. 
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Estoy por decir que es más descansado ir contracorriente. 
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La ambición es la falta de sentido del ridículo al servicio de una obsesión posesiva. 
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Es imposible sostener una literatura sin carácter. 
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Chateaubriand: El dinero es la fuente de la libertad. 
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Larkin en “Church going”: una iglesia “es una casa seria en una tierra seria / en cuyo aire armonioso convluyen todas nuestras obligaciones, / son reconocidas, y admitidas como destinos. / Y eso nunca puede ser obsoleto”. 
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Talleyrand: “Todo lo que es exagerado es insignificante”. 
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La indiferencia como salvavidas cotidiano. 
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La infautación del seductor con éxito puede ser menospreciable, pero es una de las condiciones del buen resultado. 
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Todo nos lo socava la carcoma de esta era de la ansiedad. 
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Es muy de agradecer que el cristianismo de entrada nos conceda un alma. Si hubiésemos de adquirirla por nuestro propio esfuerzo... 
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Ser un liberal pesimista es, en cierto modo, ser un conservador. 
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La corriente interior ha de conseguir la convivencia de la pasión con la indiferencia. 
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Una vida sin designios nos disolverá como un terrón de azúcar. 
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C.S. Lewis explica la teoría convincente de que el demonio sabe aprovechar por su cuenta la desidia de los que pierden el tiempo haciendo lo que no querían hacer, la de los que pierden el tiempo del que disponen libremente. 
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La buena literatura no enseña nada, pero siempre aprendemos de ella. 
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La identidad personal ya no es una guerra interior, sino un convenio lector. 
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Ahora la anglofilia sólo es posible por nostalgia. 
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¿Qué pueden hacer los alumnos sino secundar el deterioro y la inestabilidad?
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La genialidad de la opereta en prosa: un género indefinible que va más allá de la comedia y que comprende desde Molière a Wodehouse. 
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Van Gogh es un tapiz mostrado del revés. 
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Por la ventana… la lejanía de la catedral siempre reencontrada. 
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Cuando la lucidez tiene un momento fugaz de felicidad, hemos alcanzado una veta de perfección. 


domingo, 16 de julio de 2017

Sospecha razonable


Estoy sospechando que Quique no tiene problemas con el lenguaje, sino mucha guasa. Tras el incidente del campamento, ayer dio en decir que, puesto que Carmen se hizo una herida en el pie, había que "putárselo". ¡Es "amputárselo", Quique! "Ah", dijo muy humildemente. Pero luego le escucho decir a voz en grito: "Le he hecho una gran amputada".


sábado, 15 de julio de 2017

Un bofedón sin manos


Le había dicho varias veces  que tenía que sembrar los claros del jardín. Hacía meses que yo había quedado en eso con su jefe, pero Manolo el jardinero me había propuesto venir a hacerlo una tarde, por su cuenta, cobrándolo aparte. Le dije que tenía que hacerlo en sus horas de trabajo, porque, si no, yo pagaba dos veces. Dijo: "Sí". Pero fue "no". Le hice varios recordatorios. Infructuosos. El otro día llamé al jefe para decirle que el trato fue que en verano el jardín estaría en estado de revista y que aún no se había ni sembrado. Al rato, Manolo estaba dándole a la azada y voleando el grano. Bien. Pero ha empezado a llamarme "Don Enrique" con mucha formalidad. Su respeto quiere decir desprecio. El "don" es una manera paradójica de mostrarme su enfado: casi un bofedón sin manos. Quizá Manolo no sabe que me gusta tanto el lenguaje y los juegos implícitos, que hasta me consuelo de su desdén, de su desdón. 


jueves, 13 de julio de 2017

Love is in the air


Cometo el error de preguntarles quién quiere venir a los toros conmigo. Sabía que Quique sí y que Carmen no, así que no sé para qué pregunto. Lo que me sorprende es el discurso antitaurino que hace Carmen, con una bravura (dialéctica) que no teme al castigo. Me sirve como unas banderillas de castigo, para que no me olvide de cómo las nuevas ideologías están en el aire y se contagian de forma misteriosa. Nadie le ha predicado a la niña antitaurinismo y ahí está, escarbando en la tierra y embistiendo a todo lo que se menea. Es un tema menor, una novillada sin picadores, pero yo me preparo ya para las grandes plazas y los toros de tronío que me esperan.


Valdría como microcuento; es una macrohistoria

Y también es una lección de pedagogía por parte de San Wolfgan.

miércoles, 12 de julio de 2017

Lenguaje



A la salida del campamento, Quique me dice a voz en grito en medio de la melé de madres que recogen a sus retoños en la puerta: "¡Me han salido varias pollas!"

No sé cómo han reaccionado las madres porque no he levantado la vista. "¿Qué ha pasado, Quique, hijo mío?", pregunto con angustia. "He perdido los calcetines en la piscina y me he pasado toda la mañana con los zapatos ortopédicos sin calcetines y me han salido un montón de pollas". "De AMpollas". "Me duelen mucho". "Bien, vamos a casa corriendo", le digo, también con el deseo de desaparecer de la melé. Pero ahora, en cambio, Quique hace una demostración de dominio perfecto del español desde el dolor: "Corriendo no, papá, no: mejor pitando". "Claro".


martes, 11 de julio de 2017

Nombres propios


En sus recién publicadas por primera vez en español Impresiones irlandesas (1919, pero aquí en Ediciones More, 2o17) dice Chesterton que ha ido viendo como sus bromas absurdas se iban convirtiendo en profecías. Salvando las distancias, algo parecido me ha pasado a mí, gracias a él.

Suelo contarles a los alumnos que pasan por mi despacho lo que significa su nombre, si lo sé, y quién fue su santo patrón o su patrona, incluso. Generalmente los adolescentes no tenían ni idea. Algunos sienten una ligera curiosidad y me lo agradecen; a otros les entra una ligera risita,, y me la merezco, por metementodo. 

Lo hacía como una pequeña broma y para romper el hielo y como truco mnemotécnico para tratarlos por su nombre la próxima vez; pero el mismo Chesterton en el mismo libro me ha explicado el sentido de mi broma. Cuenta que el campesino irlandés podría muy bien no saber ni leer ni escribir su nombre, Miguel, por ejemplo, pero sí sabía que era el del capitán de los Arcángeles y que derrotó a los demonios con el grito "¿Quién como Dios?" y que se le quedó ese nombre, como avisando. Un oficinista de Londres que se llame Miguel puede muy bien leer su nombre y hasta escribirlo, pero si no sabe qué significa ni por qué, ¿quién es más sabio, eh?

O sea, que yo soy chestertoniano hasta preventivamente, y profe hasta inconscientemente. Ahí les daba la clase sobre su nombre a todo el que se me pusiera a tiro. Ahora entiendo mejor a los agradecidos (antes entendía igual a los de la risita) e incluso comprendo esos cartelitos que venden por ahí con un significado diz que etimológico de los nombres, que algo es algo y algunos tienen gracia y son verdad, aunque no toda.

Así que me he venido arriba y me voy a permitir dar un consejo. Hay que poner a los hijos nombres que tengan cuanta más historia y significado por detrás mejor. En la etimología y en la mitología y en el santoral y también en la tradición familiar. Porque cuando crezcan se les podrá ofrecer una buena porción de historias y, sobre todo, de sentido, que son cosas de las que los adolescentes adolecen, como su propio nombre indica. El nombre propio puede remediarlo un poco y muy bien.

[Pido a los generosos lectores de RyT que no compartan esta entrada en las redes sociales. Mientras escribía esta nota de lectura de Impresiones irlandesas, me di cuenta de que podría servir de artículo para el periódico y ya me lo iba a llevar a la otra carpeta cuando me dije: "¡Ya está bien de robarle a RyT!". Pero como lo aprovecharé para cumplir con el Diario un día de éstos, dejémoslo aquí, entre nosotros, sin darle aire, que aire es lo que me puede hacer falta a mí cualquier día de éstos.]

domingo, 9 de julio de 2017

Corolario


Toda mi desdén por el perfeccionismo, amor a la confesión,  orgullo de la humildad, la errata es bella, el método de ensayo y error, y admiración por este aforismo de Neuman:"La corrección es el segundo turno del talento", todo, ha terminado en un corolario en la coronilla. Vamos en coche y me lamento:

-- Me he confundido.

Carmen, desde el asiento de atrás, con voz de resignación, concluye:

-- Normal.

Y como estallo en una carcajada, añade:

--Y encima estás muy loco.


sábado, 8 de julio de 2017

Elogio


Ayer una señora me contó que compra el periódico todos los días para leer mi artículo, ver los chistes, hacer los pasatiempos y ya está. Me pareció precioso.


viernes, 7 de julio de 2017

Compensación


En la avenida adelanto a un mercedes deportivo, muy fino, estilizado, elegante. Cuando paso por al lado, miro con curiosidad al afortunado conductor. Es un señor bastante gordo. Siento que hay una compensación y que el mundo está bien hecho o, al menos, equilibrado.


jueves, 6 de julio de 2017

Continuación


Después de lo de ayer, cuando pregunto, tras el postre, por el chocolate y me dice: "Ay, se me ha olvidado comprarlo", me asaltan las sospechas.


Correcto no es bien


No sé si hoy disfrutaré del corrector de estilo que suele visitar mis artículos en busca de anglicismos, galicismos, neologismos, gaditanismos, coloquialismos y etceterismos. He perpetrado "un culo de saco" por "callejón sin salida", pero quién se resiste a la tentación de tan expresivas connotaciones, casi bíblicas. 

Escribir bien no es hacerlo correcto, sino mejor. Poner el lenguaje a su máxima potencia, aunque eso implique algún derrape en las curvas. Ya con el artículo mandado, me encontré este sagaz "asaz" de Borges, maravilloso arcaísmo. Habla de la obscenidad y dice: "Constituyen una especie menor, pero asaz molesta, del terrorismo". Sopesen: advierte que la pornografía es terrorismo, como el intrépido Pier Paolo, pero sabedor de que puede mancharse de sangre e injusticia, incluye la "especie menor" (con una resonancia animal, por cierto), pero vuelve sobre esa rebaja, remitiéndose al undécimo mandamiento ("No molestar"), tan importante para un caballero, y le da una nota anacrónica, como pidiendo excusas por ser tan señor. Ya nadie puede molestarse, precisamente, por la comparación con el terrorismo, pero ahí queda, donde tiene que estar. Es un maestro.




miércoles, 5 de julio de 2017

Ésa es la cuestión


En la compra, Leonor ha traído un bote de mi desodorante. Se me había acabado, en efecto. Y ahí está el flamante bote en mi lado del cuarto de baño. Mi duda es si Leonor se había dado cuenta o se había dado cuenta. Ésa es la cuestión. En el primer caso, sería un ama de casa atentísima. En el segundo, una esposa delicada hasta extremos japoneses. Voy a apuntarme a la delicadeza oriental y no le voy a pedir explicaciones.

--Me has comprado el desodorante. ¡Muchas gracias!

--De nada.