Lástima que el padre Raniero Cantalamessa
no haya predicado explícitamente sobre la nobleza de espíritu del Espíritu Santo para
completarnos este acceso trinitario a la aristocracia divina. Aunque falta no
hace, porque el Espíritu habla con sus frutos y sus dones: no se cansa de
derramarlos y es el Defensor, título más caballeresco imposible, cuando lo es de
los débiles y desamparados, como es el caso.
De Cristo como caballero habló Nicolae Steinhardt, de Dios Padre, y qué bien, Rémi Brague.
Bravo, bravo, bravo.
ResponderEliminarDe donde se sigue que la actual rebelión contra la caballerosidad es un reflejo de la rebeldía originaria...
[Sal 51, 12]
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