domingo, 31 de marzo de 2013

Justicia a tres turnos


En Sincronización en Birkenwald, que recomiendo, se cuenta que, según una historia judía, la salvación de la tierra depende de la existencia de 36 hombres totalmente justos: los Lamed Vavniks. ¿Por qué 36? En nuestra tradición judía, los números, como sabía Dante, no son casuales nunca. ¿No deberían ser 12, como las tribus fundantes de Israel, como luego los apóstoles? Creo que sí son 12, en realidad, los que han de sostener el mundo, pero que con tiernísima ironía, se sabe que los justos han de descansar y que, por el peso de la naturaleza, omiten muchos actos de justicia. Por eso, se organizan en tres turnos de ocho horas de jornada laboral, y se relevan, muy humana y solidariamente. (Lo que ya puestos, nos podría animar a organizarnos en cooperativas de minijobs de una horita, y entre 24 nos hacíamos un Lamed Vavnik.)



La virgen del umbral


Dónde ha quedado oh muerte tu victoria
eras la vencedora la total la reina
de la noche en el aire del olvido
eras la prostituta de las tinieblas
la sin sexo la del oscuro abismo
que devora lo mismo que parió
la lepra de sí misma la asquerosa
la coronada harpía del universo
la heredera legítima del pecado
y dónde ha quedado oh muerte tu victoria
vencida por Jesús eres la más hermosa
dominada por él eres la casi nada
la virgen del umbral la llena de luz
la que besa y se va por el infinito
eres la del relámpago la desnuda
la preñada del sol la que ilumina
y se muere de luz y desaparece
dónde ha quedado oh muerte tu victoria
Cristo resplandeciente aniquiló
golpeó tu vieja cara de carroña
arrastró por el polvo tus cabellos
mírate en el espejo oh dominada
ahora que te has vuelto casi transparente
tu reino ya no existe eres la sombra
del sol sobre ti misma oh casi nada
oh virgen del umbral llena de luz.



José Miguel Ibáñez Langlois, El libro de la Pasión

sábado, 30 de marzo de 2013

Dos de dos


Ha querido una curiosa casualidad que salgan casi a la vez dos artículos conyugales que escribí con más de dos meses de diferencia. Estoy contento porque espero que se compensen. En el de Nuestro tiempo peco de hybris y trato de comprimir en una columna toda una estrategia global para la defensa del matrimonio. En cambio, en el de Suma Cultural quizá peco de puntillismo, de elevar una anécdota (hermosa, eso sí) a categoría. Vaya lo uno por lo otro. 

viernes, 29 de marzo de 2013

Himno eucarístico


De Ibáñez Langlois en el Libro de la Pasión:


En el pequeño pan que yace sobre esta mesa 
la materia del universo se ha conmovido 
los espíritus tiemblan 
nos deslizamos casi eucarísticamente dicen los ríos 
nos abrimos como sacramentos musitan las flores 
lo que acaba de hacerse sobre esa mesa 
me afecta en forma física dice Saturno a sus siete anillos 
y lo mismo repite el sistema solar 
ah las estrellas resplandecemos con otra luz 
mi velocidad es la misma pero ha aumentado dice la luz 
los arcángeles tiemblan en la gloria 
los siete mil elementos del cosmos han cumplido sus sueños 
no sé cómo decirlo exactamente se dice el cosmos 
pero tengo la sensación de haberme convertido en un tabernáculo 
de aquí a la eternidad de aquí a la gloria 
no hay más que un paso dicen los trigales.

[Esa idea de que el universo se ha convertido en un tabernáculo es la misma a la que llega Ramón Gaya cuando dice que la realidad no es sagrada, sino más bien sagrario. Que a un mismo sitio y tal alto y tan concreto lleguen ambos por dos caminos tan diferentes: la ortodoxia, el estudio y la poesía, Ibáñez Langlois; la independencia, la atención y la pintura, Gaya, es casi una prueba del nueve.]

jueves, 28 de marzo de 2013

Adivina, adivinanza


Leyendo a... adivina, adivinanza, me encuentro este poema. 


Yo de pequeña quería ser monja 
y mi padre (que era muy republicano) 
me pegaba cada vez que lo repetía. 
 Yo de pequeña quería ser puta 
y mi madre (que era muy beata) 
me pegaba cada vez que lo repetía. 
 Yo de pequeña quería ser huérfana 
y mis padres me pegaban 
cada vez que lo repetía. 
 Yo de pequeña quería ser huérfana 
y mis padres me pegaban 
cada vez que lo repetía. 
 Yo de pequeña quería ser poeta 
y la vida me pegaba 
¡Pero conseguí serlo!

¿Adivináis por qué me gustó tanto? A ver, pensad.

¿Porque quería ser monja? Frío, frío. ¿Porque su madre era beata, mal pensados? Frío, frío. ¿Por el disgusto de la orfandad de sus padres? Bueno, me hace gracia, pero templado. ¿Porque tampoco tendrían que ser para tanto tantas palizas cuando se repetía tanto? Caliente, caliente. ¡Por la pura coincidencia —huy que te quemas, que te quemas— de la paliza! Claro que sí. 


miércoles, 27 de marzo de 2013

0'002 %


Hubiese puesto mis cuentas en el artículo del periódico, pero me quedaba sin espacio para describir la vertiginosa procesión interior, así que me las traigo aquí.


Con la edad, la procesión —aunque este año fue lentísima— cada vez va más rápido. Lo mismo pasa con la vida. La mejor explicación de ese hecho universal y, en principio, asombroso se la dio en un aeropuerto un anónimo guatemalteco a Andrés Neuman: "Un año, para un bebé de un año es el 100% de su vida; para un niño de 4 años, ya ha descendido al 25%; para un tipo de 44, es poco más de un 2 %". He sacado mis cuentas y las ocho horas que dura mi procesión, no son más que un 0'002 % de mi existencia. No me extraña, por tanto, que se me pasaran volando. 


martes, 26 de marzo de 2013

A la altura


Ayer descubro a Carmen hojeando una biografía gordísima. Le pregunto: "¿Qué haces?". Me replica: "Jugando a ser papá".

Y no es el golpe más emocionante de estos días. El Domingo de Ramos salió mi Hermandad. Mis hijos vinieron por primera vez a vernos. Me cuentan que a la vuelta, Carmen dijo: "Sabía que era papá porque llevaba una cosa suya". Y la cosa mía era el rosario.

Cuánto me gustaría estar a la altura de los ojos de Carmen.




domingo, 24 de marzo de 2013

Un espasmo de asco

Un espasmo de asco

[Yo hablaba de un topos literarios, pero el topo ortográfico del corrector me lo ha convertido en un mamífero soricomorfo, Bueno, cosas peores se han visto, y además los topos son ciegos.]


sábado, 23 de marzo de 2013

Lo malo es que casi nadie escucha


La Fundación Gloria Fuertes está sacando libros inéditos de su titular, que publica Torremozas en colección ad hoc. Yo soy muy de GF, sin faltarle a Gabriel Ferraté, pero al menos el primer libro de estos que me he leído, Se beben la luz, es bastante claroscuro, como suele ella, pero más. Sin embargo, tiene bastantes destellos, y un poema que pone el dedo en la llaga: 

LO MALO ES QUE CASI NADIE ESCUCHA 

Los hombres no supieron 
que hubo hombres que escribieron para ellos. 
--Y esto es feo-- 
Ni siquiera el alcalde de Berceo 
ha leído a Berceo.  
No engañaros, 
ningún pobre de América del Norte, 
ningún minero 
ha leído a Walt Whitman. 
Ningún compañero, 
ningún obrero, 
ha leído a Blas de Otero. 
¡Neruda! Los esclavos de Chile 
no saben tus versos. 
Y los inditos peruanos habrientos 
no saben quién fue César Vallejo. 

viernes, 22 de marzo de 2013

Si no breve, sea rápido, ande


Y no se pare usted a leer este artículo en mitad del paso de cebra. Gracias. 


jueves, 21 de marzo de 2013

Ya puestos


Ayer fue el Día de la Felicidad y hoy es el Día de la Poesía y mañana, ya puestos, debería ser el Día de la Pera Limonera. 


martes, 19 de marzo de 2013

Enorme lección


A pesar de la fiebre, con Enrique ha llegado a casa el regalo de Carmen. Me ha hecho mucha ilusión y me ha dado una enorme lección. Si la rama de Carmen hubiese salido al tronco mío, habría dejado lo del regalo del día del padre para el día del padre y el padre se habría quedado sin el regalo de su día. Pero adelantó trabajo, y aquí lo tengo y lo tenéis, junto a su nítida enseñanza: 



Claro que Enrique le ha echado uno mano, siquiera sea con la logística. Y con la exactitud de un símbolo el regalo de Enrique: 



Justo cuando leo la oración atribuida a SSF

Presente y presencia


Llevo años queriendo que me feliciten hoy, que es también el día de mi santo, como el 6 de diciembre, con escaso éxito. Por fin lo he conseguido, oh paradoja, gracias al día del padre, del que tanto me había reído, contra el que tanto —"maniobra de marketing"— había rajado. Ea, así se aprende. 

Y más paradojas: lleva días Carmen contándole a su madre en secreto que me estaba preparando un regalo en el cole con una deliciosa mezcla de misterio e indiscreción. Lo he disfrutado tanto que me relamía con el regalo. Pero esta mañana Carmen ha amanecido con fiebre, de modo que ella se ha librado del cole y yo me he quedado sin regalo, a no ser que me lo traiga Enrique, que no se pone malo jamás. Como las mañanas del martes entro más tarde, suelo aprovechar para trabajar, pero hoy tampoco, porque Carmen quiere que leamos juntos... ¡un libro de Tintín! Y pienso que el mejor presente es la presencia, y me consuelo con creces. 

Por cierto, que otro regalo espléndido ha sido el escudo papal. Cómo me gusta. Con la estrella de María y el nardo de san José, el Sol y los tres clavos. Un escudo así lo para todo, seguro. 





lunes, 18 de marzo de 2013

Cruzado


Entre la devoción por lo bello fuerte y alto 
y por lo feo y viejo enfermo y pobre 
el corazón cristiano está en la cruz. 

"Cruzado" de José-Miguel Ibáñez Langlois en Poemas dogmáticos II (Editorial Universitaria, Chile, 1995). Amén de otras aplicaciones, ahora mismo se lo voy a mandar a José Jiménez Lozano, pues así está también su obra, cruzada, creo. 

domingo, 17 de marzo de 2013

Tic (nervioso) de hijo mayor




Cómo le cuesta al papel seguir el ritmo de la actualidad. ¡Tanto que decir del nuevo Papa: desde su cita de Bloy, hasta su constante nombrar al demonio, como diciéndole "Eh, aquí estoy yo", sus urgentes llamadas a la oración…! Y yo aún analizando claves del cónclave y de su éxito mediático. Pero es que no conviene que se nos queden atrás.

Mientras tanto, ayer me descubrí un tic de hermano mayor de la parábola del hijo pródigo. Alguien decía: "Si el Papa sigue así, voy a tener que plantearme volver a creer e incluso ir a misa". Salté como una fiera: "A misa, siendo lo que es, no se va ni por el monaguillo ni por el cura ni por el papa; creer, creer, se cree por todo, no por parcelicas; y ese "a ver si sigue así", como si el papa fuera un pequeñín de primaria y tú un maestro que le marca el camino o un personal training satisfecho con los abdominales que hace tu cliente es completamente pretencioso. Sin embargo, se me cruzó providencialmente la parábola del hijo pródigo. Tampoco el prenda aquel volvía por un silogismo perfecto ni tan siquiera por amor al padre, sino porque en la casa paterna los criados comían mejor que él en la pocilga. Seguro que el detalle digamos gastronómico no pasó desapercibido al hermano mayor. Ni al padre, que lo primero que hace es matarle un cordero, adivinándole las intenciones y colmándoselas. 

Así que me impuse: "Exulta tú también, exulta". 


sábado, 16 de marzo de 2013

El reto


Una idea de José Mateos dice que un poema tiene que poder ser recitado a un moribundo. Me impresionó y lo guardé en la memoria como crisol. Ayer, vapuleado por el mundo, el mundo como uno de los enemigos del pobre hombre, pensaba que un poema verdaderamente potente es aquel que puede ser leído por un vivibundo. No es una corrección del aforismo de Mateos, evidentemente, sino una adaptación a nuestras circunstancias. 

jueves, 14 de marzo de 2013

Toda la verdad sobre Francisco I


Quién le iba a decir a Miguel d'Ors, que estrena libro, que su poema más actual iba a ser uno del siglo pasado, del 82. Pero la poesía es así. Ya hemos empezado; y alguien, que no puedo ser yo, que me acusan luego de epígono, podría ponerse a tomar notas, y si sabe taquigrafía mejor, --antineoliberal, ortodoxo, social, de Comunión y liberación, ah-ya-sabemos-los-jesuitas, chestertoniano, argentino, italiano...-- para escribir "Toda la verdad sobre Francisco I". Será un poema tan glorioso y feliz como el de d'Ors, que, mientras tanto y mutatis mutandis, aunque poco mutandis, laus Deo, nos puede servir la mar de bien para ir escuchando los medios de comunicación social con una carcajada: 

TODA LA VERDAD SOBRE JUAN PABLO II

Qué sabrá él de la vida de la gente diaria
siempre retirado allá en lo alto del Vaticano
si apenas conoce nuestro mundo occidental
y casi nunca está en el Vaticano qué irresponsabilidad
tanto viajar de un sitio para otro
porque cómo podrá comprender otras culturas
si sólo conoce el mundo occidental
y lo que dice interesa únicamente a cuatro viejas
pero siempre se pone del lado del capital
y a qué viene todo ese fanatismo masivo de los jóvenes
ni que fuera los Rolling Stones
qué pesado siempre con los obreros los obreros
amargándonos la vida
tan conservador
que hasta se ha empeñado en imponer cambios
en las costumbres tradicionales de la curia
siempre tan débil dejándose influir por lo que dice el Opus
que viaje todo lo que le dé la gana a mí me es indiferente
y es tan autoritario que nunca tiene en cuenta lo que le dicen
y además no soporto que esté siempre viajando de un lado para otro.
6/7-X-82

miércoles, 13 de marzo de 2013

Enviado especial


Como si yo fuese uno de los grandes periódicos del mundo, tengo un enviado especial cubriendo el Cónclave. Dispongo, por tanto, de acceso directo. Mi ángel de la guarda está allí: lo he mandado con toda celeridad y él se ha ido, consciente de la gravedad de su encargo. Mi ángel no es un niño fofo con alas. Es grande y poderoso. Es lo mejor que tengo. No sé bien la misión que cumplirá en Roma, pero seguro que echa una mano importante, lo conozco bien. Es cierto que yo aquí me quedo desvalido, que lo voy a echar mucho de menos, que escribiré peor, que haré el tonto, que andaré como un poco perdido, que no tendré un brillante interlocutor intelectual…, pero no importa. Cada vez que trastabille, diré: "Lógico", y sabré que allí habrá colaborado en algo. Confío mucho en él. 


martes, 12 de marzo de 2013

El viaje de Jonás


Después de haber pagado visita en Alcazarén y haber conocido personalmente a Jiménez Lozano y a su mujer, me atrevo a decir que El viaje de Jonás es su libro más autobiográfico. No sólo por el retrato de ese pequeño profeta guasón y enamorado de las bellezas del mundo, que cumple su misión a regañadientes (pero a la perfección). También por la descripción de una deliciosa relación conyugal. La de Jonás y Micha es muy parecida a la retratada en Sara de Ur entre Abraham y su santa: ambas mujeres se traen ciertas risillas con la misión del marido, al que respetan, sin embargo, mucho. El hombre refunfuña un poco, como una caricia hosca. Me extraña una barbaridad que tantos visitantes como han ido a Alcazarén y que no nos hayan contado que allí reinan el amor y el humor, como en El viaje de Jonás, y se nos pongan profundos, cuando eso salta a la vista y se da, como el valor, por descontando sin necesidad de los kilómetros. 

Otra maravilla de El viaje de Jonás es su aviso a nuestra época, una Níneve de libro; rematada con la alegría de la conversión y el inmediato perdón, que JJL describe de forma contagiosa y necesaria. Es una lectura perfecta para la cuaresma, para el domingo Laetare, más que nada, aunque nunca es tarde:  
… ni el tiempo de un suspiro tardó Elohim en perdonar a los ninivitas, y también a ella. Y luego todo había comenzado a arder en una fiesta, porque la piel de la injusticia se había desprendido de sus manos, y también la princesa volvía a Egipto a proclamarlo. Nada más verle a él, a Jonás, había dicho: —¡Es Jonás, el profeta, el advertidor de la ira de YHVH! ¡Bendito sea!

lunes, 11 de marzo de 2013

La batalla del Abismo de Helm


Miguel es uno de esos ex-alumnos que la crisis ha traído de nuevo al IES, para desgracia suya, pero para fortuna nuestra y de sus compañeros, a los que su madurez ayuda. Ya cuando fue alumno mío, hace casi diez años, le tenía una especial simpatía, a pesar de todo. Ese año, en el último examen tipo test del curso, pregunté: "¿Cuál es la frase que más ha repetido vuestro agónico profesor de FOL?" y junto a otros opciones más jurídicas, como que del cumplimiento de las obligaciones se responde con todos los bienes presentes y futuros, la irretroactividad de las normas penales y las temibles causas del despido disciplinario, propuse: "Miguel, por favor, calla". Fue marcada unánimemente por la clase. 


Sigue hablando mucho. El viernes me asaltó en la biblioteca porque me vio leyendo en un e-book. Me contó que se ha aficionado, quién me lo iba a decir, eh --me guiñó--, a la lectura, y que estaba pensando comprarse un aparato de esos, para ahorrar en libros, y en regalarle otro a su novia, que está leyendo todos los tomos de las sombras de Grey en el ordenador, dejándose la vista. (Si sólo fuese la vista, pensé yo, pero no dije nada.) "Y tú, ¿qué lees?", pregunté, temeroso. "Yo, El señor de los anillos". Umm, dije, aprobatorio. Si no fuese por el común denominador de los orcos..., y ni por ésas: ¡qué lecturas tan divergentes! Ni Miguel ni su novia lo saben, pero cuando echan la tarde leyendo juntos, cada uno su libro, está librándose la batalla del Abismo de Helm. ¡Que gane el mejor, Miguel!

domingo, 10 de marzo de 2013

Cara y cruz


El viaje en tren ha tenido su cara y su cruz. O, como han sido tantas horas: 16 largas de viaje, contando ida y vuelta, contra 15 horas cortas de estancia en Pamplona, contando día y noche, sus muchas caras y sus muchas cruces. La mejor cara, la ventana. La cruz, el revisor. ¿No va el tío y nos echa una bronca por no habernos enterado —unos ancianos malagueños y su hija que vendrían de la Clínica, y yo  de que teníamos que hacer trasbordo —otro más— en Castejón del Ebro? Y vi claro lo autolesivo que es el malage y el mal humor. Podría haber quedado como un caballero andante que nos sacaba de un entuerto, y alegrarse con nuestro alivio, y dignificar su trabajo, pero se fue refunfuñando pasillo abajo, pobre. 

Cara y cruz; y canto. Veíamos por la ventana, precisamente, un paisaje lleno de riachuelos y de pantanos, un espectáculo de agua, con el poderoso Ebro apareciendo cada dos por tres. La chica malagueña, tan solícita con sus padres, exclamó ensimismada: "Aquí haces un pozo, y no veas". Yo vi la sed del sur, sí, y su admiración alegre. 

Y otro canto. Venían en el tren dos despedidas de soltera, dos, que iban a Valencia ambas, no sé por qué. En mi vagón, iba la despedida de Estela, conocida como "la Estela", muy guapa, por cierto, con su belleza abriéndose paso entre el disfraz idiota que le habían puesto sus amigas. Entre ordinarieces y cantos de taberna, de pronto las quince o veinte amigas se pusieron a cantar el himno a la Virgen de su pueblo, que no me enteré cuáles eran, ni la Virgen ni el pueblo, pues a todo esto yo estaba tratando de leer Basic Economics de Thomas Sowell. El himno repetía: "Pues te escogimos de patrona / danos tú tu bendición". Y para mí que efectivamente se la dio. Fue una epifanía inesperada en un tren regional. 

viernes, 8 de marzo de 2013

Carambolas


La famosa idea de Chesterton de que algo que merece la pena hacerse, se hace, incluso mal, porque merece la pena (cito de memoria y de experiencia), se entiende mucho mejor cuando uno oye a Ford contar esta anécdota suya con Raymond Carver, que misteriosamente se me ha escurrido fuera de la reseña. Carver —empezando en lo de las literaturas, empobrecido, saliendo de diversos líos gordos— visitó a su reciente amigo y quedó encantado-deslumbrado con la casa de Ford. Le envidiaba el despacho: "Lo único que tienes que hacer es subir las escaleras y escribir".  "Escribir algo bueno", replicó Ford, con una reverencia de pudor y de pundonor que le adivinamos. La respuesta de Carver fue tremenda: "Da igual. Escribe una porquería"; y Ford lo veía entornando los ojos y eliminando una risa incipiente. Hay muchísimo amor a la vida (simbolizada en un despacho digno) en esta anécdota, pero no menos a la escritura, incluso mala, qué importa. Lo de Chesterton se entiende mejor con lo de Carver, y también al revés. 

También me entiendo yo. Hace muchos años, en una de mis primeras incursiones en la vida literaria, fui invitado a un almuerzo en el campo. Ya estábamos casi todos cuando llegaban dos escritores acompañados de sus mujeres. Venían subiendo el carril, y alguien dijo sus nombres: "Ahí vienen tal y cual". Volví la vista, con voraz curiosidad. "Tal" era un poeta antologadísimo y aplaudidísimo, mientras que "Cual", uno más bien menor, con dos libritos apenas, bonitos. Me fije en las mujeres, y, mientras que una era normal, otra era un prodigio de belleza y elegancia. Supe instantáneamente que la deslumbrante era la esposa del poeta oscuro. Cuando en las presentaciones vi que había acertado, me entraron cargos de conciencia. ¿No había sido un poco mezquino con una aplicación tan automática y rigurosa de la ley de la compensación, y tan frívola? Quizá por eso no lo había contado hasta ahora. Pero es lo de Carver: en esas condiciones, qué felicidad escribir lo que sea. 

Miro mi despacho, miro a Leonor, y me digo: "Ea". 

jueves, 7 de marzo de 2013

Idiota en directo


Casi siempre somos idiotas... en diferido, cuando echamos la mirada hacia atrás. Pero el miércoles y medio jueves he sido un idiota en directo, con plena conciencia de mi condición. Ya en el peluquero, me tomé el café que me ofreció sin ganas y tras cuatro cafés anteriores. Me puso de los nervios, con la columna vertebral cimbreando como una caña de bambú. La tarde la echamos en la sala de espera del pediatra, con nuestros niños destrozando las flores de plástico del centro de mesa, para desconcierto de los que traían bebés, que daban la impresión de no haber sabido hasta entonces lo que les esperaba. Luego, con el médico, todo bien, menos la tarde. Y al llegar a casa, en vez de recuperar el tiempo perdido, vi sucesivamente en la tele: el final de La venganza de don Mendo, un capítulo de Bob Esponja, el partido de fútbol y El conde de Montecristo. Casi nunca veo la televisión, pero cuando me pongo…

El viernes, en vez de recuperar el tiempo perdido aprovechando dos horas libres, salí absurdamente a buscar un MacMenú al MacAuto más cercano, que no está tan cerca. Siendo las 12:30 estaba cerrado, por suerte. En el desierto polígono industrial un grandísimo camión, al tomar una curva, le dio un golpe a una farola inmensa, que cimbreó como una caña de bambú. Yo, liliputense, estaba pasando justamente por ahí y pensé: "¿Qué explicaciones darían de mi presencia aquí si me aplasta la farola? Qué muerte más idiota". Y así seguí medio día hasta que la siesta puso un punto final al vagabundeo absurdo y autoconsciente. No me lo explicaba... hasta que recordé el síndrome de Sansón


miércoles, 6 de marzo de 2013

A cada uno lo suyo


Que la prosa pese, que el verso vuele. 


martes, 5 de marzo de 2013

Donde me distraigo


Cuando acabo con Gómez Dávila vuelvo a empezar. Entre mi mala memoria y las cosas que vemos cada día, cada relectura es nueva. Con todo, en ésta me divierte encontrar los cada vez más escasos puntos de desacuerdo. Por ejemplo, su malthusianismo, para colmo moral y estético. O esa idea suya de que el catolicismo es su patria, gracias a la cual vence, nos cuenta, ciertas claustrofobias. Lo recordaba ayer, en misa en Los Capuchinos de Jerez de la Frontera, donde tienen una inmensa bandera de España en el altar. No me gusta allí la bandera, lo confieso, aunque me encanta en casi todos los otros lugares. Para mí mi patria es mi patria (y unas cuantas naciones más, lo reconozco), y la Iglesia es mi Matria, y no hay por qué mezclar. 


Enseguida me distrajo de esas ontológicas distracciones, sin embargo, el olor a vino y la voz piadosa y en grito  de uno de los mendigos de la puerta, que había entrado a oír misa, y se había acomodado en el banco de detrás . Seguía la liturgia con todas sus fuerzas, tanto la parte del pueblo fiel como la del sacerdote. En la consagración, se confundió y en vez de recitar "Tomad y comed" dijo: "Tomad y bebed". Como lapsus me hizo gracia, luego pensé que quizá no debería hacérmela, pero repensé que al Señor se la haría, y volví a sonreír. Para entonces ya estaba diciendo "Tomad y bebed" con toda propiedad. 



lunes, 4 de marzo de 2013

Nocturno


Los cien secretos 
que el viento cuenta, des- 
velan los árboles. 


domingo, 3 de marzo de 2013

Las cuarenta amistades


Lo peligroso de escribir un libro titulado Las cuarenta amistades sería no vender cuarenta ejemplares. Pero a cambio podría hablar de las amistades literarias y de ese choque al atravesar la barrera del papel, cuando conoces a un escritor que has leído durante años en profundidad, y te encuentras con él por primera vez. A veces, el impacto es durísimo y uno no se repone; casi siempre, exige un período de adaptación, una como descompresión; y alguna vez, como ayer en Alcazarén, el efecto es deslumbrante desde el primer momento. Podría desgranar el anecdotario y las circunstancias, pero, con lo que protestó Jiménez Lozano de los diarios descriptivos, mejor lo dejamos. La epifanía fue descubrir hasta que punto la normalidad y, sobre todo, una inalterable felicidad interior, que le sale a los ojos en cada broma, son el eje de su personalidad. Todo --y hay mucho en ese todo: crítica social, política, literaria, lingüística, piedad, temores, compasiones, amores, historia, filosofía, proyectos de futuro, amigos comunes...--, todo,  gira alrededor de esa felicidad íntima. 

sábado, 2 de marzo de 2013

Par délicatesse


Los padres se pusieron inquietos de que su hijo me acaparara y me hiciese constantes y directas preguntas sobre poesía y creación literaria. Nos habían invitado a cenar con todos, y se entiende. Pero su hijo estaba teniendo la mayor delicadeza de las muchas de anoche, porque a un poeta nada le puede agradar más que le traten y hasta le maltraten como tal. Yo contesté lo mejor que pude. Las preguntas eran afiladas, incisivas, cultas y demostraban un interés profundo, que no se contentaba con la primera respuesta ni con un tópico cualquiera. "¿Por qué escribes?", me preguntó, pero no como un periodista, sino como alguien que se juega algo en ello. Le dije que escribo como un consuelo, para acariciarme una herida. "Pero entonces, ¿no te motiva la belleza o el amor?" Sí, sí, claro: son el consuelo. Podía haberle remitido a mi penúltima entrada, pero este fin de semana de tanto ajetreo y de ninguna lectura recuerdo más uno de los poemas que más me gustan de Casa propia, por eso del consuelo, supongo, pero que no ha tenido tanto eco como otros. Corto y pego, que tengo que salir corriendo, que me esperan ya abajo, en doble fila:


DÍA SIN LIBRO

Si lees para vivir, de qué te quejas
cuando la vida viene, de buenas o a las malas,
a sacarte del cuarto.

       De qué te quejas, dime, si los libros
te empujan a la calle, si son ellos
los que te llenan la cabeza
de músicas, el corazón de ideas,
el alma de latidos y las horas
de imprevistos, de amigos, de imposibles.

       Sin libros estarías en tu casa
hojeando un best-seller o el periódico
o durmiendo la siesta,
y no de aquí hacia aquí, vapuleado
por el tiempo, los hombres y los sueños cumpliéndose.

       No sufras por los libros que no abres
–que no abrirás jamás–,
pues su lección la sabes de memoria
y la pones en práctica.
Las páginas
que lees y que no lees dicen lo mismo.

viernes, 1 de marzo de 2013

El caudal, de A. Moreno


Nada más poner el pie en el CEU perdí uno de mis últimos aforismos, que rezaba: "Para no ser uno más ser más uno". No lo perdí porque se me escurriera la personalidad, sino porque es (más o menos)  un lema de la institución venerable, que campa en sus espejos, colgados aquí y allá. O sea que mi aforismo era uno más.

Lo mejor de la conferencia fue darla bajo una fotografía de B16, justo mientras entrábamos en la sede vacante, y el consuelo de Chesterton, como una roca. 

Pero qué nostalgia de la escritura mientras hablo, y sobre todo después. Del libro de A. Moreno me interesa todo, la forma de publicarlo y lo publicado, pero esta mañana en la que me pregunto qué diría ayer y cómo y si sí o si no, qué envidia poder leerme, saber bien  qué digo.