La cita es larga pero perfecta. Lo que no es perfecto es mi afán de emulación, porque no lo necesito. A mí no me visitan los escritores ni los artistas jóvenes, ni me envían nada. De manera que lo que le envidio a JRJ no es la soledad —que ya la tengo, por su gusto y el mío—, sino el jesto torero de dar un portazo como el que pega media verónica.Si yo pudiera haría un viaje indefinido a América del Norte, país donde me encuentro tan a gusto, para darme cuenta de la verdadera dimensión de España y para, perdido lo pequeño, amarla más. Esto no me es ahora posible, y voy a hacer el viaje idealmente recojiéndome, apartándome, aislándome en casi todo.
Ruego, pues, a los escritores y artistas jóvenes que me distinguen con su frecuencia, que no lo tomen a menosprecio, que me consideren ausente, que si les interesa mi trabajo, inventen correspondencias más profundas y sutiles que la visita y la carta innecesaria. Yo compro siempre los libros que me interesan o me gustan. De modo que tampoco se consideren obligados a enviarme sus cosas; que nuestra relación quede reducida y ampliada a nuestra obra objetivada. La mejor amistad estuvo siempre sustentada por la ausencia o la muerte.
Tampoco me hace falta, para amar más a España, irme a América.
En fin, que estoy mejor que quiero.