lunes, 31 de mayo de 2010

Plinio revisitado

No hay libro malo
que no tenga algo bueno:
la posibilidad de reciclarlo.

domingo, 30 de mayo de 2010

Bautizo

Una de las cosas que más extrañeza me produce es que mis tíos sean tíos abuelos y mis hermanos y primos pequeños, tíos. Todos lo eran ya por un lado u otro, pero ahora me pasma. Mientras iban entrando, yo hablaba con don Federico, el sacerdote, recientemente ascendido a Vicario General de la Diócesis, sobre la importancia del Bautizo y le citaba a don Álvaro d’Ors (“El bautizo es, incomparablemente, el día más feliz de la vida”) y a Flannery O’Connor y su río. No sé si lo hacía con la pretensión de apuntarle temas para su homilía, espero que no, aunque con uno mismo nunca se sabe. En cualquier caso, la homilía fue muy catequética, sin meterse para nada en dibujos literarios. Hizo bien don Federico. A mí, a pesar de la sonrisa generalizada que produjo la retahíla de nombres de la niña, me rondaba como una mosca obsesa la idea del bautismo como muerte del hombre viejo, y sentía, lo confieso, un difuso fondo de tristeza por Carmencita. Sé que es una muerte de la que se sale de una vez para siempre resucitado, pero el corazón tiene sus razones, etc. Para compensar, poco a poco se fue imponiendo en la capilla un olor a rosas o a nardos delicioso. Pensé que sería el óleo perfumado con que habían ungido la espaldita de Carmen para que triunfe en el combate, ay, de la vida. Cuando acabó la ceremonia y fui con un tarrito a recoger el agua bendita, lo comenté con el cura. “El óleo no es, no huele tanto”, me dijo, también él intrigado con el misterio. “Umm, qué bien huele", decíamos a cada rato los dos. El misterio se disipó antes que el perfume. Tía (¡abuela!) Alicia había traído de Tierra Santa un bote con agua del Jordán para bautizarla. Como lo trajo antes de que nos quedásemos esperando (sí, sí, antes, porque la fe mueve embarazos), lo guardó en su congelador. Con la dilatación, se rompió el bote, me contaba, y recogió el agua con mucho cuidado, colándola bien, en un viejo frasco, que limpió mucho, de aceite perfumado. Por eso, ah, el olor. Cuando se lo conté al cura, se rió de buena gana, un poco decepcionado. Tampoco tenemos que menospreciar, propuse, las causas segundas.

viernes, 28 de mayo de 2010

El parto

Algunos opinan que eso de que los progenitores A entremos a los partos es una moda moderna más, otra parida paritaria, un gol que el progresismo nos ha colado para acabar con el romanticismo matrimonial. Yo no creo que el origen de esta costumbre sea ideológico, sino médico. Antes del uso generalizado de la anestesia, las mujeres, con los dolores del parto, daban en insultar furiosamente a sus maridos, según se cuenta. Los consideraban los directos responsables de su situación, y los únicos, lo cual era ya más discutible. Prudentemente, los hombres se salían (por la tangente) a fumar a la calle, esperando el feliz desenlace fuera del alcance de los dardos dialécticos de la parienta parturienta. La epidural lo cambia todo, y el marido puede entrar sin grave riesgo para su dignidad. Distinto es que deba hacerlo.

Mi corta experiencia —un solo parto— es suficiente para tener claro que no es bonito, y propagar lo contrario es publicidad engañosa. A pesar de la epidural, tu mujer las pasa canutas, y uno no puede hacer más que dar una manita cuando quisiera echar una mano. Luego, está la fuerza con la que tira el médico del bebé con una ventosa. Hay una mezcla de delicadeza y de violencia, ambas extremas, que sería muy curiosa de observar si la cabecita donde se concentra esa paradoja no fuese la de tu hija. Las imágenes se amontonan, de todo tamaño y dignidad, desde el paso del Mar Rojo hasta el descorche enconado de una botella de un vino muy valioso.

Cuando la criatura, por fin, sale entera, le dan una vuelta de campana agarrándola por los pies, cortan el cordón con una tijera inmensa, y se la pasan a un pediatra que le pega un golpe que si llega soltarlo un profesor de instituto a un adolescente lo meten en la cárcel, por lo menos. En ese instante, todo el equipo médico te mira, esperando que sueltes unas lagrimillas de emoción, y tú bastante tienes con no soltar exabruptos y maldiciones gitanas. Se sale del paritorio tambaleándose, con el corazón en un puño, pensando que mejor hubiese estado uno en la sala de espera, desgranando rosarios, y esperando a ver llegar a una niña sana y salva y a una madre desfallecida, pálida y dichosa.

¿Quiere decir esto que estoy en contra de entrar? En absoluto. Si a la madre incomprensiblemente le consuela la presencia impotente del pasmado padre, hay que hacerlo y aguantar como un hombre. Por duro que sea, no tiene comparación con lo de ella, que lo lleva de maravilla. La paridad en el paritorio es imposible; y uno debe estar a lo que mande la que manda.

jueves, 27 de mayo de 2010

Primer piropo

La salus, con el halo de autoridad que le otorga haber cuidado a cientos y cientos de bebés, después de una semana de continua observación, dictamina con un aire por fin sinceramente admirativo: "Lo mejor de esta niña..." --y yo contengo el aliento como si estuviese en la ceremonia de entrega de los Oscar-- "lo mejor de esta niña es... cómo eructa".

Lo bueno (además de que no se me va a atorar) es que a partir de ahora todos los piropos que reciba en su vida irán a más, espero.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Ay

Quería haber escrito un artículo de fondo girardiano y teoría política. Según unos amigos me ha salido una extravagante defensa de Zapatero. "Será la paternidad", dicen, "que te ha reblandecido".

No pregunto si los sentimientos o el cerebro.

martes, 25 de mayo de 2010

Agradecimientos

A menudo aquí los rompimientos de gloria los ponen los comentaristas. Qué buenos ayer los aforismos de CRM ("El paraíso sería más que los otros un nosotros; y no necesariamente un nosotros de dos") y de Juan Ignacio ("El limbo ya no existe más. (Inocencia perdida)"). Anteayer, un anónimo me aclaró que la cita que me rondaba la cabeza era de José Mateos, y JuanMa hizo una certera antología de mi artículo. Todo un lujo.

Un comentarista habitual de este blogg, José Manuel Mora Fandos, me dejó, no aquí sino en su libro Leer o no leer, que no hay que dejar de leer, una joya. De Pla, nada menos, sobre Dante, encima. O sea, tres viejos amigos. Desconocía la cita, que se le escapó a Valentí Puig en su indispensable Diccionario Pla de literatura, y es una pena porque las opiniones sobre Dante que recoge no valen lo que ésta. Mora Fandos la lleva a su libro para argumentar a favor de la relectura; yo la traigo aquí por la impresionante, grandiosa iluminación final. Lean:
Hubo libros que no se me abrieron hasta la segunda o tercera tentativa, y tras un considerable numero de años sobre ellos. Comencé la lectura de Dante en Florencia, a los veintiún años, en 1920. Hasta pasados los cuarenta y después de esfuerzos reiterados no llegué a comprender algo de la impresionante, grandiosa, simplicidad del poema.

lunes, 24 de mayo de 2010

Conversación

–El infierno son los otros –dijo Sartre.

–Y también el paraíso –apostilla felizmente Ramón Eder en su recomendable Ironías.

–Uno es el purgatorio (o está en el limbo) –añado yo.

domingo, 23 de mayo de 2010

Un contraste brutal

No recuerdo quién (y me gustaría saberlo) afirmó que un buen poema es aquel que puede recitarse en presencia de un moribundo. Puede hablar de cualquier cosa, ser alegre, por supuesto, o divagatorio, pero en todo caso ha de ser digno de ser oído en en la habitación de un enfermo. Tras lo de Susana, he visto claro que las clases deben ser igual, traten de lo que traten.

La vida es demasiado frágil para ser frívola.

viernes, 21 de mayo de 2010

Sobre la cuna


Mi suegra se asoma constantemente a la cuna y repite, admirativa: "¡Hay que ver lo que la niña se parece a su padre!", con cara de felicidad y con la voz trémula y embobada.

Desde luego, un bebé es un milagro.

jueves, 20 de mayo de 2010

Lema

Pasa el día un amigo con un escritor fecundo, brillante y reconocido, y por la noche, al escribirme, me hace este diagnóstico: "No pierde en las distancias cortas: ni complacencia ni maledicencia". ¡Oh, qué ejemplo!, exclamo sin ironía, casi sin envidia, con admiración doble: al escritor y a mi amigo, que supo verlo y expresarlo. Es la aplicación perfecta del In medio virtus aristotélico al mundo de la literatura.

"Ni complacencia ni maledicencia", me lo pido como lema.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Etimología

Tom. del lenguaje coloquial: ná, ná, meneando la cabeza de izquierda a derecha, cariacontecido, con mala conciencia, respondiendo a la pregunta insistente de si le has escrito ya a la niña sonetos, octavas reales, décimas, artículos, soleás o, por lo menos, un haiku. Por tanto, podemos deducir que la palabra procede del hecho de quedarse sin palabras ante el milagro de un bebé. Entonces se recurre a la canción, tradicional o de autor, que pasa a llamarse nana.

lunes, 17 de mayo de 2010

Elemental

Ayer por la tarde decidí pagar el tributo al aparcacoches pirata del descampado del hospital. Hay uno del ayuntamiento en horas de oficina, que va con una gorra y un chaleco reflectante. El pirata hace su trabajo en cuanto el otro se marcha. No sé desde dónde lo vigila. Llega y se pone bajo una sombrilla polvarienta, sentado en una silla de playa raída, tomándose un cubata perenne (o varios sucesivos) en vaso largo y tintineante. Yo le he estado huyendo estos dos días: "No, no, ya pagué esta mañana". Ayer, mientras le soltaba el euro, me preguntó, muy interesado, sin rencores: "¿Qué tal está la niña?". Le miré atónito: "¡¿Cómo lo sabe?!" Sonrió, y señalándome con una mano muy sucia y llagada la maletita rosa con florecillas que llevaba en el hombro, dijo: "Elemental".

domingo, 16 de mayo de 2010

Reluce más que el sol

En la intimidad familiar y en el bautizo, Carmen (mujer, jardín, poema) se llamará además C., y también G. y, finalmente, B. Celebraremos cuatro o cinco santos al año. Con eso contábamos. Lo que no teníamos previsto es que la niña se adelantase 11 días hasta nacer con tres cumpleaños distintos. Como lo ha hecho hoy, uno de los jueves que reluce más que el sol, aunque sea domingo, cada día de la Ascensión será ¡fiesta de cumpleaños! También es hoy domingo de la feria del Puerto, fiesta civil que unos años cae en una fecha y otros en otra y que en todas será... ¡fiesta de cumpleaños! Y luego cada 16 de mayo será otra fiesta, por supuesto, en la festividad de san Simón Stock, inglés, ea, y carmelita, toma, y encima el que recibió de manos de la Virgen el escapulario del Carmen, con lo que entronca con su santa patrona.

A mí todas esas fiestas me parecen pocas para la alegría que tenemos. Hace unos meses, en la entrada de mi cumpleaños, un comentarista proponía que celebrásemos los cumpledías. Me pareció una idea estupenda. Con Carmen casi vamos a ponerla en práctica.

viernes, 14 de mayo de 2010

Cito de memoria

Trabajo día y noche, a contrarreloj y a contrapelo, en un artículo largo sobre Miguel Hernández, pero no me pesa. A cada rato recuerdo a mi madre, que era muy hernandiana. Como en otras familias entre el Sevilla y el Betis, mis padres jugaban a los poetas enfrentados, y mientras que uno era de Alberti, su paisano, la otra era de Hernández, su paisano. Mi madre incluso se permitía sus puyitas a Rafael y, si mi padre me leía por las noches “La nana de la tortuga”, ella recitaba por los pasillos, con mucha parafernalia dramática, los sonetos de El rayo que no cesa. Cito de memoria, porque allí los tengo grabados, y en su voz:
Te me mueres de casta y de sencilla,
estoy convicto, amor, estoy confeso
de que raptor intrépido de un beso
yo te libé la flor de la mejilla.

Yo te libé la flor de la mejilla
y desde aquella gloria, aquel suceso,
tu mejilla, de escrúpulo y de peso,
se te cae deshojada y amarilla.
Curiosos gustos en una casa recalcitrantemente conservadora.

jueves, 13 de mayo de 2010

Lecturas no obligatorias

Dos fragmentos de particular interés general de la reseña que publico en Clarín sobre Lecturas no obligatorias (Alfabia. Barcelona, 2009), de Wislawa Szymborska:
[...]
“El humor como hermano menor” es un gran artículo, donde se asevera: “El humor es el hermanito pequeño de la seriedad. Son algo así como Epi y Blas, pero en formato cósmico. Y entre los hermanos hay una tensión constante. La seriedad mira al humor con la altivez que brinda la mayoría de edad y, por este motivo, el humor se siente acomplejado y desea en lo más profundo de su alma ser tan juicioso como lo es la seriedad, cosa que, por fortuna, no puede conseguir. […] Opino que tanto la gravedad como el humor son igual de valiosos y, por ello, espero con ansia el momento en que la seriedad comience a envidiar al humor a modo de revancha”. Pruebas de humor a lo largo de Lecturas no obligatorias no faltan.
[...]
Lecturas no obligatorias refleja el mundo entero de Wislawa Szymborska. Hay un incontestable argumento a favor de los temas menores (“Claro que tengo mayores preocupaciones, pero eso no es motivo para que no tenga otras más modestas”), cierto orgullo mal disimulado y bien justificado (“… y una gracia que ni siquiera le es concedida a todos los poetas”), una insistencia muy suya en la perplejidad (“Aunque continúe sin saber nada realmente fundamental tras su lectura, ese nada ha perdido todo su sentido primitivo y ha adquirido una profundidad socrática”), un optimismo de dimensiones chestertonianas (“‘El mundo ordinario’ no existe para mí. Cuánto más sabemos de él, tanto más enigmático se torna, y la vida que en él existe se nos revela como una extraordinaria anomalía cósmica. Un árbol que crece y el murmullo de sus hojas: con eso tengo más que suficiente”), una minuciosa atención a las paradojas de la realidad (“Ya se sabe: para curarse hace falta tener la salud de un toro”) y un muestrario casi completo de los temas que protagonizan sus poemas: la vida cotidiana, las víctimas del terrorismo, Ella Fitzgerald, los animales…

miércoles, 12 de mayo de 2010

El click y el crack

Me gusta acudir a la cita que tengo todas las mañanas con los visitantes del blogg. Por eso, si no lo hago en dos o tres días, me siento mal y extraña mucho a los que mejor me conocen. La retórica de la humildad requeriría que ahora añadiese: "y otros sentirán alivio"; pero no, porque cualquiera puede aliviarse ahorrándose el click, y punto. Es muy raro visitar un blogg que uno prefiere cerrado cuando que no se abra (en tu ordenador) depende de un leve movimiento de tu dedo índice.

Lo que nadie habrá sospechado es que mi ausencia se debía a los vaivenes de la Bolsa, a su bajada meteórica y a su ascensión estelar. No me tiré por la ventana, como en el crack del 29, pero tuve que tirar a la papelera el artículo previsto y escribir uno nuevo a toda prisa.

domingo, 9 de mayo de 2010

Primeras Comuniones

El recordatorio es de mi sobrino, el pequeño Nicolás, un gran teólogo. El dibujo, el diseño, la letra y el niño son de Beatriz Mateos García del Salto, mi cuñada. El artículo de hoy en el Diario de Cádiz trata del asunto con palabras tan sencillas que no sabía si poner el enlace o no. Me han animado Chesterton:

«La gran debilidad del periodismo, como pintura de nuestra existencia moderna, proviene de ser pintura formada enteramente de excepciones. (...) Pero no puede esperarse razonablemente que el periodismo insista sobre los milagros permanentes. (...) No pueden contar los tenedores que no se roban, ni los matrimonios que no se disuelven (...). De ahí que toda su pintura de la vida sea por necesidad, falaz; pueden reflejar únicamente lo desusado. Por democráticos que sean, sólo se ocupan de una minoría».

Y Newman:

"No necesitamos buscar palabras con que expresarlo adecuadamente, porque en realidad no hay palabras demasiado buenas para este caso".

sábado, 8 de mayo de 2010

Precaución: Nascitura a bordo

Cojo el volante
y pesa. ¿Es la primera
vez que la aupo?

viernes, 7 de mayo de 2010

Siete vidas

Yo, tan perruno, acabo de descubrir, asombrado, que tengo siete vidas, como los inquietantes gatos. Y cada vida lleva sus cuentas. Para empezar, está el blogg, abierto en canal, a la vista de todos. Luego, llevo un diario, donde apunto lo que he hecho, y una agenda, donde apunto lo que quiero hacer, o sea, la realidad y el deseo. También hago cada noche mi examen de conciencia, que eso sí que es la realidad y el deseo en el término de un día. Burla burlando, ya van cuatro vidas, ni paralelas siquiera. En una carpeta gris guardo, sin demasiado orden y ningún concierto, mis papeles y facturas, y ahí aparece otro EG-M, con NIF y todo, que es una pieza más en el engranaje del mercado, y compra y vende y paga sus impuestos de mala gana. Cada año abro un documento de Word en el que apunto los libros que me leo y en qué circunstancias y con las ocurrencias al margen. Una vida de lector puro, ésa, que debe de extrañar mucho al del NIF. Finalmente, cuando los sueños son intensos y extraños, me gusta recordarlos, con sorpresa, y a veces, incluso, con espanto. Y los apunto. Esa vida sí que es rara y aunque no parece talmente mía, debe de serlo porque yo la sueño y le dedico mis buenas horas de cada noche.

jueves, 6 de mayo de 2010

El necio

Enseñar a necios es como pegar tiestos rotos;
hablar a quien no escucha,
como despertar a alguien de un sueño profundo.
Quien razona con un necio razona con uno dormido;
al terminar le dirá: "¿Qué pasa?"
Por un difunto, llora, pues le falta la luz;
por un necio, llora, pues le falta la inteligencia.
Por un muerto, llora con mesura, pues ya descansó,
pero peor que la muerte es la vida del necio.
El luto por un difunto son siete días,
pero por un necio e impío, todos los días de su vida.
No hables demasiado con un necio,
ni andes en compañía de un insensato.
Guárdate de él, para no tener disgustos,
y no te manchará al rozarle.
Aléjate de él y hallarás descanso,
y no te aburrirá su necedad.
¿Hay algo más pesado que el plomo?
¿Cuál es su nombre, sino "el necio"?
Arena, sal y bola de hierro son más fáciles de llevar...

...................[Eclesiástico 22, 7-18]

miércoles, 5 de mayo de 2010

Mi vida política interior

La explica más meticulosamente Jünger que Bergamín:

Mi vida política interior se asemeja a un reloj cuyas ruedecillas girasen a la contra unas de otras; pues yo soy, al mismo tiempo, un güelfo, un prusiano, un partidario de la Gran Alemania, un europeo y un ciudadano del mundo —pero en la esfera del reloj podría imaginarme un mediodía en el que todas esas cosas sonsonasen armónicamente.

[París, 1 de agosto de 43]
No lo cito en el artículo porque hay demasiado mutatis mutandi que hacer. Donde E. J. dice "güelfo", yo pondría güelfo negro, como Dante; donde "prusiano", tecnócrata; donde "Gran Alemania", Hispanidad; donde "europeo", occidental; y donde "ciudadano del mundo", católico. A pesar de tanto cambio, Jünger y yo sufrimos contradicciones parecidas y soñamos con idéntico mediodía. Pero para no liar, mejor citar a Bergamín, al que esta vez no hay que mutarle nada de nada.

martes, 4 de mayo de 2010

Todo corazón

En la primera ecografía era un punto de luz palpitante. Nosotros veíamos una estrella. “Es el corazón”, corrigió la médico. Más tarde, vimos la sangre azul y la roja, aunque el médico señalaba arterias y venas. Y de vez en cuando el ginecólogo nos dejaba oír un poco, pero muy poco, pom-pom, el corazón. Anotaba lo suyo, todo normal, y pasaba a otra cosa. Ayer fuimos a monitores y estuvimos oyendo el corazón de la niña durante una hora larga, sin interrupciones. “Suena como el trote de un caballo”, susurró la enfermera. Yo lo oía como la galopada tendida de un regimiento de lanceros al ataque, pero es que también oía el mío y suponía/superponía el de su madre, y, por qué no, el de la enfermera, más al paso, en la retaguardia. Y también el corazón de los muertos, más allá. Mientras la máquina tomaba sus mediciones, nos pusimos a leer, pudorosos. Me gusta leer con música de fondo, y nunca mejor que ayer. Mi libro era la edición del Apocalipsis de Cristóbal Serra, donde también galopan caballos y jinetes, cuatro; y el de Leonor, Silencio de Shusaku Endo. El corazón de Carmen era la música de fondo. La música. Todas las músicas del mundo son variaciones sobre el palpitar del corazón de una niña a punto de nacer. De pronto, entró la enfermera: “Ya os podéis ir…” “¿Ya?”, dijimos Leonor y yo a la vez.

lunes, 3 de mayo de 2010

Siete manzanas de decir manera

El amigo con el que había ido de librerías se quedó atónito de que comprase un libro de Benjamín Prado. No salía de su asombro. Le expliqué que tengo debilidad por los libros metapoéticos y fue peor. “¿Y qué te va a enseñar éste?”, y mi vanidad se hizo un lío pues no sabía si hincharse (“cree que lo sé todo”) o desinflarse (“pensará que soy un vaina por pagar 10 €”). Dejé a mi vanidad haciendo ejercicios respiratorios, y pagué el ejemplar. Y ahora el Barbero pondrá lo que ha recortado, y no sabe si destacar siete, una cita por manzana, o mejor 10, una por euro, para demostrarme que mereció la pena la compra. Que ponga mejor diez y así me convence más. Si algunas no van entre comillas es porque BP no las pone.

Novalis: [Un gran poema es] el que nos hace pensar que en él nada podría ser de otra forma. [Esta no es verdad. Hay grandísimos poemas a los que uno podría corregirles muchas cosas, pero que nunca, ay, podría haber escrito.]

T.S. Eliot: Un buen poema debe ser el resultado de toda la buena poesía que se haya escrito antes de él. [Vale, sí, de acuerdo, exagerando un poco…]

Blas de Otero: Tal vez pueda dudarse que haya que escribir como se habla, pero nunca creer que se deba escribir como no se habla. [Y no hay más que hablar. Vaya mi primer euro, pues.]

W. B. Yeats: De la disputa con los demás hacemos retórica; de la disputa con nosotros mismos, hacemos poesía. [Un tanto retórica la frase, sin lugar a dudas, pero me vale. El segundo € que recupero.]

Benjamín Prado: Que un poema no pueda ser perfecto no significa que no pueda ser imprescindible. [Amén, por la cuenta que me trae: 3.]

W. H. Auden: “Cualquiera que sea su futura vida como asalariado, ciudadano u hombre de familia, su existencia poética venidera siempre será un enigma para él. Nunca podrá decir: mañana escribiré un poema y, gracias a mi entrenamiento y a mi práctica, sé que lo haré bien. Ante el público, un hombre es un poeta si ha escrito un buen poema. Ante sus propios ojos, un poeta sólo lo es cuando está haciendo la última revisión de un nuevo poema. En el momento anterior no era sino un poeta en potencia; al momento próximo es un hombre que ha dejado de escribir poesía, tal vez para siempre”. [Duele pero vale, o vale porque duele: 4.]

Cernuda: [Critica a JRJ] “su rebusca de lo que quiere decir después de haber comenzado ya a decirlo”. [Y a Alberti] “sólo dos dimensiones, largo y ancho, faltándole la tercera, que es precisamente la que da alma: la profundidad”. [L.C. haciendo amigos, como siempre, pero, con independencia de la justicia concreta, sus apreciaciones son muy finas. Ya llevo 5 €.]

Joseph Joubert: Las únicas ocho o diez ideas verdaderamente importantes que existen en este mundo son las ocho o diez que todas las personas tienen en alguna ocasión a lo largo de su vida. [Es una buena idea, aunque ya la había tenido yo alguna vez.]

T. S. Eliot: El gran objetivo del poema: que los lectores usen las palabras del poeta para explicarse su propia existencia, para apropiarse de algo que ya les pertenecía. [El lector es un fingidor.]

Coleridge: Poesía es las mejores palabras en el mejor orden. [Nada que añadir: 6 €]

Paul Klee: “Lo visible es sólo un ejemplo de lo real”. [Oh, qué bueno, y ahora entiendo mejor que Gaya lo admirase tanto. ¿Voy ya por el 7º €?]

Cita entero el poema de Antonio Machado “El retrato”, porque BP cita muchos poemas, vengan o no a cuento, y entonces me acordé de la conversación sobre el mismo poema que tuvieron Bioy y Borges el 24 de mayo de 1959, verdaderamente iluminadora, aunque bajo una luz muy cruda:
[Borges] elogia a Antonio Machado, pero excluye de su elogio los poemas descriptivos de Castilla: “Ahí aparece como un turista”. Recita “Retrato” […] No hay que decir claro donde. Hay que decir donde madura el limonero aunque parezca mal medido. Tampoco hay que decir casi desnudo; sino desnudo, como lo hijos de la mar. Lo mejor del poema son los primeros versos y el que dice: amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario. Eso está compensado por el aliño indumentario y otras fealdades y cursilerías: la flecha que me asignó Cupido, los afeites de la actual cosmética y, por cierto, el gay-trinar. Dice Bioy: “Como lector, qué poco exigente uno es… O quizá habría que decirlo de otro modo: un solo verso bueno difunde su luz en el resto del poema… Por la nostalgia de un verso bueno, recordamos con agrado un poema tal vez cargado de imperfecciones. Uno olvida o no toma en cuenta para su estimación versos poco felices como el del aliño indumentario”. Borges: “En el que dice: ni un Mañara ni un Bradomín he sido el autor deja ver qué libros lee”.
También cita Prado el poema de Anne Sexton titulado “Ostras”:
Comíamos ostras,
pequeñas ostras dulces y azules;
doce ojos me observaban, inundados
de tabasco y limón.
Yo temía comer ese manjar paterno,
mi padre sonreía
bebiendo su martini
claro como las lágrimas.
Era una medicina muy suave que llegaba
del mar hasta mis labios,
gruesa y húmeda.
Entonces la tragué,
bajó como un enorme pastel de gelatina.
Entonces la comí a la una,
a las dos
y entonces sonreí, y entonces todos nos reímos.
Dejadme decir algo:
hubo una muerte,
la muerte de mi infancia
allí, en la Casa de las Ostras,
porque yo tenía quince años
y estaba comiendo ostras.
La niña que yo era fue vencida
y ganó la mujer.


No conocía a Sexton: un descubrimiento (un € más, como mínimo). [Busco y leo en internet toda la serie y la biografía que la sostiene. La traducción que da Prado es muchísimo mejor y además el misterio que guarda en sus profundidades el poema es más eficaz si lo leemos solo. La serie completa lo revela todo, por desgracia. Salgo con la sensación de una indigestión de ostras, como mínimo. No apto para menores.]

Marina Tsvietáieva: [La poesía puede reflejar la realidad] “pero no reflejarla como un espejo, sino como un escudo”. [9]

Esta imagen de Rilke es el 10 y es de diez: [Retrata al poeta] “como el mendigo cuya vida consiste en vender el hueco de su mano”. [¡Cuánto le habría gustado a Gaya esa imagen!]

Ya con las cuentas cuadradas, acabaré con un desacuerdo. Paul Valéry: “Toda persona es menos importante que lo más hermoso que haya hecho”. ¡Pero si lo más hermoso que ha hecho cualquier persona es ser!

sábado, 1 de mayo de 2010

Qué paliza

No soy capaz de recordar (ni Google me ayuda) qué escritor famoso recomendó a los padres del mundo que si algún hijo suyo salía con ínfulas de escritor, le diesen una paliza ipso facto. Si después de varias sesiones, el niño persistía, tenía auténtica vocación y, en consecuencia, la cosa era irremediable. Si no persistía, habían salvado al niño… y a los sufridos lectores. No sé qué pensará Maite Mijancos, nuestra experta pedagoga, del sistema. Yo tengo un vivo interés en recordar al autor de esta teoría educativa. Como otras veces, les pido auxilio a ustedes. Si alguien lo sabe, que avise. Este interés no tiene nada que ver —descuiden— con mi próxima paternidad.

Leyendo sobre Miguel Hernández, del que este año se celebra el centenario, he visto que su padre aplicó el método literalmente, y que no le dio ningún resultado o sí, según se mire, porque Cancionero y romancero de ausencias, qué libro. Y como una cosa lleva a la otra, he pensado en los ánimos y apoyos que siempre me dieron mis padres en todo, pero especialmente en lo literario. Me abrieron una cuenta en la Librería Universitaria. (Luego, espantados, me la cerraron, pero por una cuestión puramente financiera, sin afearme el desfalco.) A pesar de que les di motivos, no se quejaron jamás de mis veleidades ni de mis veladas ni de mis noches en vela ni de mis novelerías.

Quizá eso represente una desventaja grande para mí, me he suspirado. Quizá eso lo explique todo. Quizá sea mi pecado original: demasiada empatía. Una buena paliza a tiempo podría haberme convertido en un satisfecho registrador de la propiedad o, en su caso, podría haberme reafirmado y autentificado en esta grafomanía.

Sin embargo, no hay que precipitarse en las nostalgias. La vida misma, a poco que uno le pierda la cara, viene como una madrastra de cuento y me pega una buena paliza un día sí y otro, con mucha suerte, a medias. Si algunos noches consigo llegar—arrastrándome— hasta la mesilla y, a pesar de todo, enciendo la lámpara y leo poesía o, incluso, oh, me enredo con tres versos que no quieren coger aire, será que tengo verdadera vocación, ¿no? Y además un recuerdo extraordinario de mis padres.