domingo, 9 de noviembre de 2008

¿Qué será lo que tiene el negro?

Si el título ha conseguido que usted baje a leer este artículo, objetivo cumplido y ya podemos volver a que Obama es un hombre de color, evitando lo políticamente incorrecto. Sin embargo, no está de más una previa reflexión lingüística. Ustedes, que se dan cuenta de todo, habrán notado cómo se está utilizando mucho en los medios la palabra “negro” para referirse a Barack H. Obama, que por cierto es mulato.

Lo de llamar a los negros “personas de color” era un circunloquio extravagante y una discriminación para con los otros colores: el albino, el blanco, el rosa, el amarillo, el moreno o el piel roja. Lo de “afroamericano” siempre me pareció una grosería porque les recuerda que vienen de otro continente. Con Obama hemos vuelto al simple negro, paralelo al simple blanco. Y ¿por qué con él? Pues —además de porque él mismo lo ha utilizado bastante— porque se ha convertido en el hombre más poderoso del mundo y, por tanto, cualquier intención peyorativa se cae por su propio peso. Si hubiese perdido las elecciones, ahora sería el pobre candidato de color. O sea, que el caso del negro Obama ha puesto en evidencia la paradójica condición de los eufemismos, que resaltan lo que pretenden ocultar.

Ése es el primer servicio de Obama al mundo. Los próximos habrá que verlos, y lo sensato sería esperar un poco. Se ha generado un exaltado entusiasmo que presagia profundas decepciones, no necesariamente por culpa del líder, sino por la misma naturaleza de las cosas. José Manuel Benítez Ariza ha visto con agudeza que esta catarsis colectiva y planetaria es “un episodio más de los ritos consecutivos de la entronización del poderoso de turno y su posterior defenestración”. Ante tantas promesas de cambio, no podemos evitar un recuerdo al Príncipe de Lampedusa, que apostilló: “Algo debe cambiar para que todo siga igual”. En líneas generales, la política internacional y el papel de los Estados Unidos no van a pasar ahora del negro al blanco ni viceversa.

Otra parte del entusiasmo se debe a lo que yo llamo el Antisíndrome de Stendhal. En La Cartuja de Parma, Fabrizio del Dongo cruza un jaleo tremendo sin enterarse de que está en la trascendental batalla de Waterloo. Nosotros, por la vanidad de no caer jamás en el ridículo del Del Dongo, nos hemos pasado al otro ridículo, y descubrimos un Waterloo en cualquier esquina. Todos los partidos de fútbol son el partido del año, las bodas lo son del siglo, el invento lo es de la década, el concierto de la generación y así. Con nuestra compulsión por vivir momentos históricos a cada rato resulta natural que pensemos que la llegada de un negro a la Casa Blanca es un hito comparable al Descubrimiento de América.

El color del presidente nos debería importar muchísimo menos que su gestión. Por ahora le aplaudo el desmantelamiento de un tabú lingüístico y esa impresionante habilidad suya para despertar las grandes esperanzas. A ver si cumple algunas al menos en parte.
[Grupo Joly, pero no ha sido colgado de la página web]

14 comentarios:

Jesús dijo...

Con todos mis respetos, Enrique: tampoco se trata de ir de aguafiestas ni de "más lúcido que los demás". Yo creo que las ilusiones y esperanzas colectivas, en la medida que unen de verdad a la gente son buenas, purificadoras. Que después resulte que lo ilusionante era sólo ilusorio..., pues vale, pero ya se trataría de un lectura retrospectiva. Yo creo que es un acontecimiento realmente histórico que un mulato llegue a la Casa Blanca. Ahora a ver lo que hace, o mejor, a ver "lo que puede hacer", pues los políticos no lo pueden todo. Creo que, por más desilusionantes que los líderes de cualquier rango hayan sido en el pasado, no los creo innecesarios si saben capitanear, nunca demagógicamente, sino honesta y humildemente, mirando de frente a las personas, proyectos comunes que nos hagan sentirnos solidarios unos con otros. ¿O acaso dentro de la iglesia no necesitamos también líderes que tiren de nosotros, entendida la palabra "líder" en su sentido más auténtico? ¿No lo fue Juan XXIII? ¿Y Juan Pablo II?
Un abrazo, y perdón si en algo he ofendido.

E. G-Máiquez dijo...

Suso, hombre, y aunque ofendieras, que ésta es tu casa...
Pero además no ofendes.

Jesús dijo...

Gracias por ofrecerme "tu casa", Enrique. Me siento muy a gusto en ella. Y no digo más, para no ponerme cursi.
Un abrazo.

Manupé dijo...

Maquiavelo dice en El Principe:
No hay cosa que tanto honre al hombre que llega nuevo al poder, como promulgar leyes nuevas y renovar las instituciones existentes.Tales cosas, si poseen grandeza y están sólidamente fundadas lo hacen respetable y admirable.

El respeto y la admiración creo que ya los tiene. Al menos ilusiona y no parece tan continuista como el republicano.
Esperemos que esa ilusión no se trunque y terminemos dándole nuevamente la razón a Maquiavelo cuando dice:
Son tan simples los hombres y tan sumisos a la necesidad de cada momento, que quien engaña encuentra siempre alguien que se deja engañar.

Enrique Baltanás dijo...

Mi definición de Obama no puede ser más castiza: un melón por calar.

E. G-Máiquez dijo...

Menos mal que no has dicho "un melón por encalar. Bromas aparte, eso mismo es, querido tocayo, lo que digo yo: a ver.

Unknown dijo...

Muy honrado de ser citado por ti, Enrique. Leyendo el debate, mira por dónde, estoy de acuerdo con todos: déjese que el recién llegado demuestre lo que sabe hacer.

Fernando dijo...

Maestro:

La primera campanada, simpática, del electo presidente ha sido nombrar Jefe de Gabinete a un judío, rico, que se ha hecho rico haciendo inversiones. Los judíos, los ricos y (en particular) los ricos que se han hecho ricos haciendo inversiones (y no por la vía del robo o de la subveción) tienen todas mis simpatías, pero sospecho que más de un progre (enemigo de los tres grupos citados) ha empezado a temer que no todo va a ser tan bonito como sospechaban.

E. G-Máiquez dijo...

Negocio redondo si con la cita te honro, José Manuel, porque además es lo mejor de mi artículo.

Cierto, Fernando, judío y rico, huy, huy...

Ah, y me dejé atrás la felicitación a Manupé: me parece muy apropiado leer a Maquiavelo para entender los eventos consuetudinarios que acontencen en los USA. Gracias por traer aquí al florentino.

Corina Dávalos dijo...

¡el título es genial!

Mery dijo...

El Antisíndrome de Stendhal me parece acertadísimo. Lo que evidencia es que nuestra vida sucede de forma tan lineal que buscamos micro sucesos a los que erigir en altar de macro vivencias.

Por lo demás, de acuerdo, hay que esperar para juzgar con sentido común.

E. G-Máiquez dijo...

Mery, ¡qué alegría, muchísimas gracias! Yo estaba encantado con lo de Stendhal, tanto que lo dije dos veces, reincidiendo, y hasta ahora nadie me lo había celebrado lo más mínimo. Te debo otra.

Mery dijo...

No me debes nada; si acaso, seguir escribiendo tan ricamente, que ya vendré yo a verte.
Un abrazo

Juan Ignacio dijo...

Es más "histórico" que el presidente nuevo sea "negro" que "mulato". Por eso es negro.