jueves, 31 de enero de 2019

Mario Quintana


Se publicó a final del 2018, pero no se ha distribuido hasta ahora. Una antología de los poemas de Mario Quintana traducidos por mí:


Para comprender mi emoción hay que recordar que yo soy aquel que dijo: «Que otros se jacten de los libros que han escrito, a mí me enorgullecen los que he traducido», haciendo casi un Pierre Menard a Borges, es cierto.

Todos los poemas de Quintana ya quisiera yo firmarlos, pero hay uno que traduje por los pelos, en el último momento que me sirve muchísimo para cuando la gente viene a conocer a un poeta y se encuentra conmigo. Quintana clava la sensación:


QUERÍAS QUE TE HABLASE DE POESÍA
 
Querías que te hablase de poesía un poco 
para burlar lo cotidiano atroz. 
Querías el sonido de mi voz, 
no un eco apenas de este mundo loco.  
 
Aunque qué puedo darte, pobre criatura, en trueco 
de cuánto tú esperabas, ay de nos- 
otros, si yo soy hueco, hueco, hueco 
como el Hombre de Lata en El Mago de Oz.  
 
Recordarás, seguro, ay, su horror 
a las lágrimas porque después se oxidaría… 
Y tú como a un nenúfar del lago me querías,  
 
como una lluvia de oro, como un pájaro 
de luz… Pero poesía, ¿puede haberla mayor 
que este desesperarme mío por la poesía?

[Original


 Si me dejo llevar, cuelgo del blogg medio libro o más, pero este poema vale por su componente biográfico (mío). Lo publiqué en la revista Anáfora por el mismo motivo. Cuando luego venga alguien a verme, siempre le podré decir: «Quien Quintana, no es traidor».



miércoles, 30 de enero de 2019

God as a Gentleman




Lástima que el padre Raniero Cantalamessa no haya predicado explícitamente sobre la nobleza de espíritu del Espíritu Santo para completarnos este acceso trinitario a la aristocracia divina. Aunque falta no hace, porque el Espíritu habla con sus frutos y sus dones: no se cansa de derramarlos y es el Defensor, título más caballeresco imposible, cuando lo es de los débiles y desamparados, como es el caso.


De Cristo como caballero habló Nicolae Steinhardt, de Dios Padre, y qué bien, Rémi Brague.


lunes, 28 de enero de 2019

Sacar la lengua


Acabo de enterarme que en España se ha traducido Fools, Frauds and Firebrands (2015) como Pensadores de la Nueva Izquierda, como el libro del 85 que amplía y como reza su subtítulo informativo. Es una pena, no sólo por la confusión de ediciones, sino porque se pierde el matiz histórico del respeto que los pensadores de la nueva Izquierda han perdido con la vejez. La edición brasileña lo clava, con una portada deliciosamente gamberra, que hasta les saca la lengua:



viernes, 25 de enero de 2019

SOS



Quod erat demostrandum, uno de mis temas es la paternidad. Por eso, la antología Tu sangre en mis venas, y tantas entradas y artículos y, sobre todo, horas de plenitud. Uno de mis propósitos es no dejar el tema, seguir leyendo y pensando y escribiendo. El heteropatriarcado necesita una defensa por tierra, mar y aire. Por eso, os pido ayuda. Me he fijado que en muchas series y películas hay una constante defensa de la bastardía. Cogen una historia de la Historia y nos cuentan que, en realidad, el rey Alfredo (por ejemplo, véase Vikingos) no era hijo legítimo. Juego de tronos es la apoteosis de la bastardía. Y pasa mucho. Yo, muy resabiado, veo ahí un ataque, consciente o inconsciente o ambas cosas a la vez, retroalimentándose, a la paternidad clásica.

¿Me podríais ayudar, por favor, a hacer un listado de bastardos contemporáneos en recreaciones históricas o pseudohistóricas en la ficción (películas, series, novelas) de ahora? Ya no digo padres pésimos, que eso sería inagotable, sino padres-no-padres.

Mil gracias.

jueves, 24 de enero de 2019

Cuidado


Los niños, todo lo que oyen en casa,  lo cascan fuera. Quique  le ha dicho hoy a su profesor de robótica: «Te voy a decir algo que no te va a gustar: "Odio eterno/ al mundo moderno"».

Cojones


A la salida de misa con un amigo hacemos repaso del estado de salud de amigos, conocidos y saludados. Entonces me cuenta un recuerdo de hace años. Su padre, un señor almirante, estaba ya muy enfermo y mi amigo, en esa misma iglesia, empezó a rezar para que no sufriera, que había sido muy bueno siempre, y que tampoco necesitaría purificar tanto. Entonces, siguió mi amigo, abrió los ojos, y al ver al Cristo crucificado del altar, emocionado, viendo que Dios Padre no había dejado que pasara ese cáliz, no se atrevió a pedir ya esa comodidad.

Luego se lo contó a su padre: «... y cuando vi al Crucificado, papá, ya no tuve cohone de pedírselo».

El padre le respondió: "Pues ten cojones".


miércoles, 23 de enero de 2019

Termómetro


Cada mañana a las 6:15 Leonor baja de un salto de la cama a por su café. Yo me quedo muriéndome poco a poco. No me levanta el despertador, ni Leonor ni, mucho menos, la fuerza de voluntad, sino la perra, que una vez que Leonor abre la cocina sube flechada hacia la cama y trata de lamerme, como si estuviésemos en un episodio de Heidi.

Lo bonito pasa a continuación. La perra me dice exactamente la temperatura que hace. Si se queda alrededor de mi cara, buen tiempo. A medida que va bajando bajo las mantas, más frío. Hoy casi se cae por detrás de la cama. Se ha puesto a mis pies.

Por un lado, eso me quitaba muchas ganas de levantarme. Por otro, vi claramente que estábamos haciendo la imagen de un mausoleo, yo difunto con mi perrita a los pies. He dado un salto.

El día, además, además de frío, va a ser largo y más vale atarlo en corto.


lunes, 21 de enero de 2019

Sombras


Como todos los días, me había hecho un plan de lecturas que por la mañana no puede cumplir. Por la tarde, después de mandar el artículo, me dispuse a leer, tras afilar el lápiz, encender la chimenea, recolectar los libros y limpiarme las gafas. Pero entonces Leonor me propuso dar un paseo con los niños y, a pesar de que tenía la coartada de mi catarro, dije que sí.

Luego, con la mala conciencia del domingo sin libros, iba de mal humor. Me enfadé con Quique porque no quería patinar por una calle porque el asfalto le parecía irregular y con Carmen porque, de pronto, se quitó sus patines para subir a darle un beso a su abuela. Leonor iba escogiendo siempre el camino más largo para volver a casa. Yo veía que empalmábamos con la hora de la cena y, entonces, con la hora de acostar a los niños y, por tanto, con la hora de escribir el artículo siguiente. Adiós a mis lecturas reposadas.

Cuando por fin enfilábamos el callejón de vuelta a casa, que tiene las luces a ras de suelo, como una pista de aterrizaje, justamente, la perra empezó a ponerse frenética. A ladrar, a tirar del collar hasta quedarse afónica, a ir de un lado a otro, furiosa. No me sorprendió porque con las luces rastreras confunde su sombra con la silueta de un gato negro, casi eliotano, Macavity, ubicuo y burlón. Eso ya lo sabía. Lo que descubrí es que me pasa como a Aspa. Me pongo de los nervios, ladro, aullo, me destrozo el cuello contra la correa y todo por perseguir las sombras de una vocación de escritor en mi cueva.

Al menos los últimos diez metros del paseo los disfruté intensamente, y la cena.

sábado, 19 de enero de 2019

Una vieja historia


Mi abuela materna era esencialmente hedónica. Una tía suya era la que rezaba el rosario alternando los misterios gozosos, un día, los gloriosos, otros, saltándose los dolorosos, salvo en Semana Santa, si acaso. Mi abuela era fiel a esa tradición y nos la transmitió. Por eso, le divertiría saber el final de una de las pocas anécdotas en las que la vi fastidiada.

Cada vez que venía al Puerto a vernos pagaba visita a una duquesa, prima hermana de una íntima amiga suya de Murcia. La prima recibía esa visita con cierto fastidio o sin grandes alharacas de amistad, y mi abuela se dolía de eso. En parte, afirmaba, por su amiga, que tantas alegrías le hacía de vuelta a Murcia o que le mandaba, a través de ella, bombones o regalos. Y así fueron pasando los años hasta que pasaron por encima de la duquesa, de mi abuela y de la prima y amiga respectivamente. 

El otro día, sin embargo, en una estirada reunión social en la que yo andaba torpemente me presentaron a un grupo de gentes exquisitas. Entonces uno dijo: «¡Oh, claro que conozco a Enrique: su abuela era muy, muy buena amiga de mi madre!». Eso, dicho por el duque, contribuyó a relajar el ambiente. Alguno podría haber interpretado mi emocionada sonrisa como una debilidad social, en plan snob, pero era un homenaje a mi abuela, que también debería de estar sonriendo.


miércoles, 16 de enero de 2019

Preguntas


Afirma un amigo que la filosofía no consiste en elaborar sistemas de pensamiento sino en responder a las grandes preguntas de la humanidad. Me distraigo. Pienso en las tres preguntas que haría yo si frotase una lámpara con tan mala fortuna que el genio que se me apareciese fuese el de la Filosofía, vaya por Dios, y no el plenipotenciario.

Caigo en la cuenta de que serían preguntas o existenciales («¿He escogido bien mi camino en el mundo?») o éticas («¿Me estoy comportando bien?») o conyugales («¿Cómo podría querer mejor a mi mujer?») o pedagógicas («¿Qué educación dar a mis hijos?»); y ya me sobra una. Poca pregunta metafísica o teológica, veo. También veo que me descartaría, si tuviese que hacerlo de la de mi mujer, porque, si reuniese valor, podría hacérsela a ella.

O sea que me quedan tres muy de andar por casa. No es por desinterés más abstracto, en absoluto, sino porque la fe, el Genio de la Lámpara de los siete brazos, digamos, me las contesta a mi entera satisfacción, y si la Esperanza, genio y figura más allá de la sepultura. Siempre he dicho que mi punto flaco de las virtudes teológales (ese que suple Leonor tan bien) es la Caridad. Por lo civil, que mis preguntas filosóficas tengan esa querencia práctica viene a ser la consecuencia laica de carencia.

¿Sería interesante preguntar a filósofos y escritores por sus preguntas?

lunes, 14 de enero de 2019

Orden y libertad


Me han enrolado en un nuevo proyecto, y estamos en los difíciles comienzos, empujando. Eso no tiene nada de especial. Sin embargo, me sorprendí pensando que para funcionar mejor lo que yo necesitaba era mucha más autonomía y mucho más orden. Nada más decírmelo, me quedé encantado. Suelen contreponerse: el orden y la libertad y, sí, en teoría, pero en la práctica, son compatibles, complementarias y maravillosamente se retroalimentan. Lo de Goethe del orden y la justicia me parece poca cosa comparado con este nuevo binomio que he descubierto en los intersticios de la vida laboral: libertad y autoridad, qué bien van de la mano.


domingo, 13 de enero de 2019

Último día de Navidad


Litúrgicamente hoy terminan, ay, las navidades y Quique ha tenido que hacer un dibujo de cómo han sido las suyas de tarea del colegio. Éste:



Están las cartas de Pokemon que le trajo el Niño Jesús por Navidad; él comiendo uvas, tin, tin, con las campanadas, entre los fuegos artificiales que trajo su primo Nico, con luna y todo; la visita al zoo con los primos Blázquez, los Reyes Magos con sus respectivas copas de Jerez; los regalos de Reyes, uno sin abrir, ay, el consumismo, y abiertas las botas de montar y, sobre todo, el jamón que pidió él con tanta ilusión (y sabiduría); también aparece el roscón, con su fruta escaerchada; y, en la base de todo, el Portal de Belén. En la esquina nuestra familia, dándose sendos abrazos.



Bodas de oro



Hoy celebro mis cincuenta años y sólo lamento que mi madre no esté aquí para asombrarse de lo mayor que se ha hecho su primogénito. Ella lo haría con un mohín de incredulidad, por coquetería y para consolarme: la estoy viendo. Pero no puedo poner triste, porque, en realidad, mis padres celebran hoy, en mí, fruto de su matrimonio, sus bodas de oro. O es que acaso no soy yo soy matrimonio encarnado, vivísimo, y celebrándolos, agradecido.

sábado, 12 de enero de 2019

Mi epitafio [para ir adelantando]


No hubo batalla que no diera 
aunque la mayoría las perdiera.

Doctrina paulina



Carmencita está muy impresionada porque en el folleto para hacer bien el examen de conciencia se ha encontrado con esta pregunta: «¿Te has emborrachado alguna vez?» Su impresión se queda en nada comparada con la de Quique, que no da crédito. «¿Cómo puede ser pecado?», me pregunta, desazonado por las dudas teológicas. Se lo explico. Me escucha. Calla. No le convenzo. Vuelva a la carga. Discutimos de Teología etílica. Me pregunta, ay, por mi experiencia personal. Decido refugiarme en la santa doctrina paulina del inolvidable padre Repetto:



Y quedamos muy contentos ambos al fin con la fuerza que sabe el jovencísimo Pedro Pacheco que da el vino. No nos tomamos una copa porque son las diez de la mañana y porque el estómago dolernos no nos duele.





jueves, 10 de enero de 2019

Criando ácratas


Carmen se ha ido a casa de una amiga. Leonor y yo le proponemos a Quique dar un paseo hasta la playa, pero está muy cansado del día de colegio y declina nuestra oferta.

Leonor, tan moderna, propone una votación. “Dos contra uno a favor del paseo”, proclama el resultado. “Tienes que venirte”. Veo la angustia de mi hijo por esa dictadura de las mayorías y me entra un sentimiento de piedad predemocrática. Prefiero, me digo, el autoritarismo: “No es, Quique, la democracia, es la autoridad de tu madre la que te obliga a dar el paseo”, y veo que, siendo el resultado igual, es menos aplastante, quizá porque se puede protestar mejor, quizá porque puede apelar a una piedad personal.

De hecho, protesta y apela.

Hace ambas cosas, y yo, tribuno de la plebe, autoritario ácrata, considero que la solución es que el niño de siete años se quede solo en casa a cargo de la chimenea, mientras su madre y yo damos un buen paseo hasta la playa. Allí tomé esta fotografía de un andaluz preocupado por el pacto:



Nosotros no estábamos tan tranquilos, sobre todo la madre, y volvimos rápido. Pero el paseo fue delicioso y Quique había recibido, además, una lección de teoría política.

miércoles, 9 de enero de 2019

Justicia poética


Me entero por Javier Aznar, que se ha enterado por Julian Barnes, que Lucian Freud admiraba este cuadro de Chardin porque decía que la joven maestra tenía «la oreja mejor pintada de la historia del arte»




Me parece de una gran justicia poética, pues lo principal en un buen maestro es saber oír a su discípulo.

Para enseñar. Pero también para aprender. Ayer mismo, no más, animaba a mis alumnos a pensar, verbalizar, escribir y cumplir (sobre todo) sus objetivos para el 2019. Hay que animarles a la magnanimidad. Y entonces uno, brasileño, y muy buen estudiante, me dijo que entre sus propósitos contaba «terminar sus dos libros». Entendí que era un joven escritor, y entended la ilusión que me hizo. Como no habla un español perfecto, durante un rato estuvimos conversando yo de los libros que él estaba escribiendo y él, en realidad, de los que estaba leyendo.

Cuando me aclaré, no perdí la ilusión, sino todo lo contrario, porque había aprendido con una actividad de clase, como quien dice, que apenas hay diferencia entre escribir un libro y leerlo. Ambos buenos propósitos que requieren inteligencia, atención y tiempo. La buena oreja del profesor me había dado una lección.


martes, 8 de enero de 2019

Micó y 50 c.


Es una anécdota menor y, porque lo es con el sistema monetario, una elegante cabezada del buen Homero. Además, desmiente muy oportunamente lo de la avara pobreza de Cataluña. Pero también es un símbolo de la propia traducción de José María Micó, al que se le escapan algunos aciertos por muy poco. ¡Con lo bien que hubiese quedado su metáfora monetaria comparando el diverso valor de las respectivas monedas conmemorativas...! El caso es que en la entrevista de Crónica Global le preguntan y responde esto: 






Y claro está que tenemos esta moneda, que yo colecciono, por cierto.



Pero también tenemos aquí a don Miguel. No hemos sido los españoles tan generosos, pero ahí está, y a él le habría hecho mucha gracia ese valor menor porque parece un último coletazo de su humildad triste y honda:


lunes, 7 de enero de 2019

Infierno XV, 18-21


Andábamos comentando la traducción de Micó de la Divina Comedia y comenté que lo mejor que tiene Micó es que te ayuda muy bien a leer en la versión original, reproducida en una letra tan pequeña, eso sí, que te fuerza a arrugar el entrecejo como el viejo sastre que trata de enhebrar.

Rápidamente alguien puso los versos de Dante, y la traducción de Ángel Crespo. Yo he pensado que si se trata de ponerse puntillosos y de arrugar el entrecejo y aguzar la vista, qué pasaje mejor que éste para comparar las traducciones. 

Éstas son las que he manejado yo, empezando por el Poeta, claro:


...ci riguardava come suol da sera  

.....guardare uno altro sotto nuova luna; 
e sí ver noi aguzzavan le ciglia 
 come ’l vecchio sartor fa nella cruna. 

Ángel Crespo:

y cada una de aquéllas nos miraba 
  
 como se miran dos —el entrecejo 
frunciendo— si la luz lunar no brilla, 
o como enhebra el hilo un sastre viejo 


Fernando Gutiérrez:

nos miraba, igual que suele uno suele a otro, 
por la noche, mirar en luna nueva; 
como enhebra la aguja un viejo sastre. 

Abilio Echeverría:
nos miraba cual suelen en la umbría  
mirarse dos bajo la nueva luna. 
 o cual sus ojos miopes acuchilla 
un viejo cuando enhebra sin fortuna. 

José María Micó:
y nos miraban como mirar suelen  
 dos hombres que se cruzan en la noche, 
escudriñándonos como escrudiña 
el viejo sastre el ojo de la aguja. 


Nicolao González Ruiz:

y cada una nos miraba como se suele mirar la gente por la noche cuando hay luna nueva, frunciendo las cejas para rirarnos, como uns astre viejo para enhebrar la aguja. 


Conde de Cheste:
y cada sombra en nos la vista para,  
 cual nos solemos ver a la tranquila 
luz de naciente luna, o cual ve atento, 
viejo alfayate que la aguja enhila. 

Vasco Graça Moura:

a olhar-nos como à noite tem maneira  

.....alguém de olhar alguém à lua nova; 
a nós a vista aguçam: se encarquilha 
o velho sastre assim e a agulha o prova. 


Dorothy L. Sayers:

... who eyed us much as passers-by 
Eye one another when the daylight fades  
 To dusk and a new moon is in the sky, 
And knitting up their brows they squinnied at us 
Like an old tailor at the needle’s eye.

Uno termina resignado a hacer como el viejo alfayate que la aguja enhila y a apoyarse donde pueda, sí, y a arrugar el entrecejo lo que haga falta, pero a no alejarse mucho nunca del toscano de Dante, ojo y aguja. 


domingo, 6 de enero de 2019

Para que conste


Por si cuando abran la causa de beatificación de mi sobrino Jaime yo no estoy aquí para dar mi testimonio, quiero contar que hoy, día de Reyes de 2019, cuando todos sus tíos y primos nos abalanzábamos sobre los regalos, él decía muy serio que no necesitaba tantos, que, honestamente, se habían pasado y que le costaba comprenderlo. Tiene siete años, la criatura, y yo creo que esto vale como aquel otro que, cuenta la leyenda, no mamaba en los viernes de Cuaresma.


Primer regalo de Reyes


Salgo silencioso, a oscuras, sin ser notado, por la puerta de atrás, a recoger unas cosas del maletero del coche y, oh, qué espectáculo de estrellas, todas de Navidad, en el cielo negrísimo y helado, como un carbón dulce.


martes, 1 de enero de 2019

Última pesadilla del 2018


La madrugada del día 31 tuve la última pesadilla del 2018. Fue angustiosa. Consistía en que le había dado demasiada importancia a la traducción de Micó de la Divina Comedia, siendo infiel a Abilio Echeverría, sobre todo, pero también a Fernando Gutiérrez, e incluso a Ángel Crespo.

El último día del año fue, por tanto, de un gran alivio desde primera hora: el que tuve al despertar. Porque las traducciones de Dante no son mi tema, sino Dante y, con la redentora luz del alba, caí en la cuenta de que ya lo estoy leyendo en la versión original, apoyándome en las traducciones de unos y de otros, sí, pero nada más; y que no tenía, por tanto, que temer.

Al alivio de que la luz disipe las angustias de las pesadillas, se sumió la alegría de que, después de cinco años de jefe de estudios con pesadillas pedagógicas, por fin volvía a tener pesadillas pedantescas.