sábado, 1 de noviembre de 2008

Sushi

Intento resistirme a las modas, pero con escaso éxito, así que acabé cenando en un japonés, que es lo más in del mundo, al menos en Madrid. Reconozco que esta vez mi resistencia no fue heroica, pues del Japón me interesa todo: los haikus, el bushido, la pintura, un poco los bonsáis y mucho el cine de Kurosawa. La gastronomía tampoco me deja frío.

Sin embargo, en aquel sushi especial había unas huevas de atún que no nos entraban por los ojos… ni por la boca. Cada hueva tenía prácticamente el tamaño de una pelota de ping-pong y un color fluorescente medio naranja, medio rosa. Entre los dientes, explosionaba como las burbujas del plástico de embalar. Fue lo único que nos dejábamos en la bandeja.

El camarero protestó con pundonor: “¿No se toman el muy delicioso caviar de atún?” Contestamos: “No”, invulnerables al pomposo sortilegio de la palabra “caviar”. Entonces entornó aún más los ojos y apostilló con una astucia en extremo oriental: “Es bueno para la piel”.

Instantáneamente los cuatro tenedores de nuestras respectivas esposas se lanzaron sobre el plato, entrechocando como en Los tres mosqueteros: “Uno para todos y todos para uno”. “Je, je”, se sonreía el camarero. “¡Qué lección, qué lección!”, se admiraba un amigo que se dedica al marketing. Yo, que me dedico a escribir y en consecuencia soy más melancólico, musitaba: “Y eso que todavía no les hace falta”.

7 comentarios:

Mery dijo...

Jajaja, hay que ver estas mujeres cómo somos.
Un abrazo

Ángel Ruiz dijo...

¿Es una prueba?

Juan Antonio González Romano dijo...

Yo soy un antiguo, lo reconozco: para mí una comida debe ser buena para el paladar; los efectos que produzcan en la piel me parecen absolutamente prescindibles.

Adaldrida dijo...

Siempre hace falta, siempre. En la veintena, los granitos. En la treintena, las rojeces, las manchas de sol y las primeras arruguitas del contorno de ojos. En la cuarentena, las arrugas leves y luego, pues... las arrugas a secas. Mejor prevenir y curar.

Anónimo dijo...

Jajajaja. La primera mitad me estaba dando un asquito terrible pero vaya si me he reído.

De acuerdo con el profe y un poco más. Un querido amigo mío del colegio decía que la calidad de una comida se medía por la cantidad de grasa que te caía hasta el codo.

Bueno... quizá haya un término medio ¿no?

Rocío: No hace tanta falta. Las arrugas son muescas que nos hace la vida. Si las borramos estamos intentando borrar al menos parte de lo vivido.

Anónimo dijo...

¡Qué asco!, ni por la piel ni por casi nada me tomo yo algo así.

La comida ha de gustar al paladar, al ojo, al olfato y al tacto. Unicamente se libra el oído.

Anónimo dijo...

no me gusta el sushi, lo supe desde la primera vez que fui a un japonés, y sin embargo he ido en otras dos ocasiones, empeñada en que me guste. pero no hay manera. niet.