martes, 16 de marzo de 2010

La profecía

Mi corazón de piedra
a duras penas ama
y poco y solo a ratos.

La caridad cristiana
la conozco de oídas,
la mística, de páginas
de san Juan de la Cruz
y la piedad, de nada.

Alrededor hay gentes
mejor cualificadas:
son sabias, son sensibles,
son suaves, solidarias...

Podrían, si quisieran,
pero de Dios no hablan;
y ya lo dijo Cristo:
"Si estos callan --y callan--
me aclamarán las piedras".

Mi corazón le canta.

6 comentarios:

Cristina Brackelmanns dijo...

y qué bien canta.

E. G-Máiquez dijo...

Es el último caído (cómo se me caen) de mi próximo libro. A éste me daba pena dejarlo caer sin más y lo puse en la Red. Muchísimas gracias, CB.

ACdR dijo...

Jo, Enrique, pues si las pomas que se caen son de este calibre, el manzano va a ser grandioso de veras. Es un gran poema.

Anónimo dijo...

es un poema estupendo y necesario: volverá a tu libro, ya verás. J

Adaldrida dijo...

Es un poema genial, porque tiene tono de poema menor y al final es mayor... juega al despiste.

Avd dijo...

Enrique!!!!
Me encanta, de verdad.
No se si sabes, pero a mí me gusta escribir algo parecido a poemas, digo esto, porque no tengo muchos conocimientos sobre el tema de reglas, etc.
Solo puedo decir que cuando me siento inspirada, pues escribo, y hace 2 días escribí algo, que esta en mi blog. ¿Sería mucho pedir que lo miraras?
Te sigo a menudo, porque me encanta como escribes. De eso no hay duda.
Ah y bueno, gracias por todo lo que me aportas, que es MUCHO. Un abrazo.

Águeda.