Sale de la marquesina y mira hacia la izquierda; vuelve y reinicia su nervioso claqueteo nervioso. No aguanta más, se muere, necesita que llegue el autobús, la vida, todo Lo que esta le tenga reservado ...
"La chica de la marquesina" Karmelo C. Iribarren
Tu entrada me ha recordado este poema.
Un saludo y gracias, con retraso, por tu cordial comentario.
Dos reacciones ante esta entrada: quién lo duda,y no había caído en ello. ¿No es propio de la poesía que reparemos en lo que por sabido está olvidado; hacer que vuelva a ser idea la que se convirtió en creencia (terminología orteguiana)?
He pensado que esperar el autobus es una vocación. Los que esperan el autobús viven de una forma especial la cualidad del hombre de ser futurizo (aquella de la que hablaba Julian Marías). Se alegran o entristecen con la más mínima evidencia de la próximidad o lejanía del vehículo deseado, y todo queda en el olvido ni bien pisan el primer escalón de la puerta de acceso.
(No creo, de todos modos, estar hablando de la misma característica que tienen tus "esperadores de autobús". Ser aquel que "espera siempre algo más" es distinto a sólo ser futurizo. El que espera siempre algo más podría ser un inconformista, aunque podría ser quizás también el que "quiere todo". Y no es tan malo querer todo si eso es al modo de Santa Teresita de Lisieux. Pero eso es otro tema).
8 comentarios:
Sale de la marquesina y mira
hacia la izquierda;
vuelve y reinicia su nervioso
claqueteo nervioso.
No aguanta más, se muere, necesita
que llegue el autobús, la vida, todo
Lo que esta le tenga reservado
...
"La chica de la marquesina" Karmelo C. Iribarren
Tu entrada me ha recordado este poema.
Un saludo y gracias, con retraso, por tu cordial comentario.
Al autobusero.
Y llegar a tiempo, con un poco de suerte.
Dos reacciones ante esta entrada: quién lo duda,y no había caído en ello.
¿No es propio de la poesía que reparemos en lo que por sabido está olvidado; hacer que vuelva a ser idea la que se convirtió en creencia (terminología orteguiana)?
¡Qué bien!
He pensado que esperar el autobus es una vocación. Los que esperan el autobús viven de una forma especial la cualidad del hombre de ser futurizo (aquella de la que hablaba Julian Marías). Se alegran o entristecen con la más mínima evidencia de la próximidad o lejanía del vehículo deseado, y todo queda en el olvido ni bien pisan el primer escalón de la puerta de acceso.
(No creo, de todos modos, estar hablando de la misma característica que tienen tus "esperadores de autobús". Ser aquel que "espera siempre algo más" es distinto a sólo ser futurizo. El que espera siempre algo más podría ser un inconformista, aunque podría ser quizás también el que "quiere todo". Y no es tan malo querer todo si eso es al modo de Santa Teresita de Lisieux. Pero eso es otro tema).
Es verdad, pero no por esperar el autobús, sino por esperar vivir.
Es verdad, pero no por esperar el autobús, sino porque esperan vivir.
Entonces ¿las paradas de autobús son fuentes o almacenes de esperanza?
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