jueves, 15 de septiembre de 2011

Un experimento


Ayer estaban todos los medios muy alborotados con el nuevo aparato detector de mentiras. Se ve que les concierne. También la lógica es un detector de mentiras: en la Sexta dijeron que era infalible, pero El País que funcionaba en dos tercios de los casos. Uno de los dos mentía, aunque lo que de verdad me llamó la atención fue imaginar las aplicaciones literarias de esta máquina, o incluso del viejo polígrafo. Si yo perteneciese, ojalá, al Departamento de Literatura Hispánica de la Universidad de Bradford o de la de Aberystwyth hoy mismo iba a llamar a la puerte de mis colegas y les proponía una investigación conjunta y transversal. ¿No sería interesante aplicar esos inventos a los libros? Primero a los autores. Ponerlos a leer y ver cuándo y dónde mienten. Se puede empezar con la literatura más autobiográfica, por supuesto, pero para mí que también funcionaría con las obras de ficción. Detectaría en qué partes el autor mintió no a la realidad de los hechos, sino a las exigencias de de la verdad literaria o cuando puso un adjetivo aproximativo o rutinario. Una vez investigado eso, se podría pasar a experimentar con los libros mismos, sin los autores, buscando la colaboración de lectores sensibles. Si el aparato funciona tan bien como dicen en La Sexta o incluso En el País detectaría en la voz del lector y en su rostro que el texto leído es falso. Se abre un apasionante campo de investigación literaria. 

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Una escritora que conozco me dijo alguna vez que no me creyera todo lo leyese. Consejo que a mí siempre me ha costado aceptar, porque tiendo a tomarme en serio lo que leo, especialmente si es bueno. A la idea que propones no le falta interés, pero quizá no sean ésas las reglas del juego y mi escritora amiga tenga más razón de la que yo creo. BB

Marcela Duque dijo...

¡No, por favor!

E. G-Máiquez dijo...

Me temo que me expliqué mal. El experimento tendría interés si el aparato detectase el uso mentiroso de la literatura. O sea, que funcionase en un plano estético, y no estrictamente fáctico. Yo creo que podría funcionar, pues el autor sabe más o menos bien donde fue falso, y hasta el buen lector. Mientras que no se aplique, habrá que fiarse de los buenos críticos, esa especie en peligro de extinción y tan necesaria para el ecosistema.

Anónimo dijo...

¿Llegará el día en que veamos un debate político de los aspirantes a presidente del Gobierno enchufados a un detector? Me respondo yo mismo: JAMAS. J