La elegancia se presume, por supuesto, pero sólo en los demás, no en uno o, mucho menos, en su grupo. La elegancia, diríamos, no se conjuga jamás en primera persona. Ni en singular ni en plural. "Fuimos elegantes", qué oxímoron, que diría Espada. Lo ha dixo Xavi. No tiene un pase, a pesar de todo el tiqui-taca que se quiera. ¿Qué pensará mi çuegra, tan del Barça y tan (ella sí, lo digo yo) elegante?
martes, 5 de junio de 2012
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15 comentarios:
Tiene gracia el juego que se le da a la palabra pase: de significar “justificación” (más o menos) a expresar el traslado voluntario del balón de un jugador a otro, del mismo equipo, claro. También está la acepción taurina, que he visto utilizada por algún madridista, que criticaba el juego del Barcelona recordando la frase de un torero (creo que Belmonte): una cosa es dar pases y otra torear.
Ciertamente la elegancia no es predicable de uno mismo, por más que todos nos consideremos árbitros de ella. Es un caso, quizás no el único, en que lo elegante es la hipocresía.
Jilguero.
Eso de que "todos nos consideremos árbitros" de la elegancia me parece de una superlativa vanidad. De veras que yo, y unos cuantos más que conozco, no nos consideramos tal cosa; a mí particularmente, la sola idea de considerarme así me produce no poca risa. Un pelín más de modestia, please.
"'Fuimos elegantes', qué oxímoron": genial.
"Han" habido cosas. Yo también soy del barça y este capitán dice muchas bobadas, aunque entiendo vagamente a lo que se refiere. Creo francamente que es peor lo del famoso señorío. "Fuimos señores".
Pedrete, árbitro y censor de la vanidad, guardían de la modestia, ¿cómo llega a la conclusión entre sus conocidos de que unos cuantos no se consideran árbitros de la elegancia? ¿Ha girado una encuesta? ¿Lo comentan cuando quedan a cenar? ¿Lo infiere de su apariencia? Crítica usted una generalización bastante plausible incurriendo en una (menos amplia) completamente absurda.
Una cosa, amigo Balaverde, es que alguien guste de la cualidad de la elegancia, e incluso (y ya hay alguna vanidad en eso) se la atribuya a sí mismo: eso debe ser más bien, tal como yo lo entiendo, cuestión de los otros. Y otra muy distinta es que alguien se considere "árbitro" (i. e., "persona cuyo criterio se considera autoridad") en cuestiones de elegancia. Sin necesidad de encuesta alguna, conozco lo bastante el criterio de algunos amigos cercanos para poder asegurar que no es su caso (ni el mío). Repito: un poquito de por favor, oiga.
Por lo demás, no digo nada que no diga el propio EGM en su entrada: "la elegancia... no se conjuga jamás en primera persona. Ni en singular ni en plural". Si mi "generalización", que se refiere sólo a "unos cuantos" amigos o conocidos, es "absurda", la de EGM, que no excluye a nadie, debe parecerle a Balaverde, por lo menos, demencial. Y no lo es, como no lo es la mía, mucho más reducida. Es sólo modestia, y sentido común; me parece.
Pedrete,
Su comentario de las 20:24 dice lo mismo que la frase que tanto critica:
"Una cosa, amigo Balaverde, es que alguien guste de la cualidad de la elegancia, e incluso (y ya hay alguna vanidad en eso) se la atribuya a sí mismo: eso debe ser más bien, tal como yo lo entiendo, cuestión de los otros"
A usted le parece demencial decir que todos nos consideremos árbitros de la elegancia; pero no duda en considerar árbitros de la elegancia a los demás (que son todos los otros).
Dicho esto. Yo he venido a hablar de fútbol, oiga. "Fuimos señoras"
Um, lo de "fuimos señores"... ¿Por qué no me sonaba tan, tan ridículo? ¿Habría perdido de tal manera la neutralidad? Creo que no es lo mismo decir: "Fuimos señores y, ay, ya no lo somos", que se salva por el punto elegíaco, que "Fuimos elegantes, no como vosotros", que no se salva.
Me temo que Balaverde no me entiende, o no quiere entenderme. Ya dije que por "árbitro" de la elegancia había que entender, y me cito, a una "persona cuyo criterio se considera autoridad" en ese campo. Y no digo, ni dije, que así crea que tienen que ser los demás; digo, como EGM, que "la elegancia no se conjuga jamás en primera persona", que es exactamente lo que hacía Jilguero, en mi opinión, al asegurar que "todos nos consideramos árbitros de ella". Yo mismo, y alguna gente más que conozco (y vuelvo a citarme) ni por asomo nos consideramos así; y creo, como también dije, que el hacerlo es una evidente muestra de vanidad. Y si después de esto Balaverde persiste en no querer entenderme (se lo resumo: suponer que "todos nos consideramos árbitros de la elegancia" es una clara muestra de vanidad), ignoro de qué otro modo puedo explicárselo.
Con entenderse usted a sí mismo, y a lo que dice en sus propios comentarios, me temo que ya tendrá bastante, Pedrete.
Muy bueno, Enrique. Pero creo que salvo algún madridista lúcido (Gistau, por ejemplo, que resumió bastante bien la contracorriente con eso de que "a las mocitas del Bernabeu nos las queremos...") el aserto oficial es "Fuimos, somos, seremos señores", plácidomingueo y todo eso. Y decirse a uno mismo señor pues es como algo bastante bobo (como lo de Xavi).
El tono elegíaco que surgieres es muy bonito, pero no veo que haya cabeza en el Madrid que tenga la inteligencia de entonarlo. O como dijo Florentino en la asamblea "Es que no es compatible el señorío con denunciar los errores arbitrales?"
Pues será compatible con lo que Florentino diga, que para eso se lo ha inventado y es un ser superior (según Butragueño).
En fin...
Permítaseme arbitrar un poco y admirar el elegante mutis por el foro de Pedrete.
Llego tarde a la polémica suscitada, tras la cual sustituiría "árbitros de la elegancia" por "muy elegantes". El "todos" es una figura retórica llamada hipérbole. Por lo demás, la utilización del subjuntivo atenúa el sentido de la exageración.
Saludos a quienes han participado en la polémica.
Jilguero.
Me erijo en árbitro y doy un 10 en elegancia a Jilguero. Para mí la querría yo.
Aplausos para él.
"Somos señores" parece más un propósito que una afirmación, sobre todo porque se suele invocar cuando no se está siendo.
Por otro lado, en caso de que sea incompatible, prefiero quejarme de los árbitros a ser un señor.
Yo tampoco soy árbitro de la elegancia (apañados estaríamos), pero de otras muchísimas cosas sí, me temo.
Sí, en fin...
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