jueves, 13 de septiembre de 2012

LA VISIÓN BEATÍFICA, de G. K. Chesterton


¿A través de qué fieras generaciones, entre 
oscuridad y fuego, he ido llegando yo 
hasta llegar, al fin, a merecerme 
ver florecer un diente de león? 

Si fue a cambio de heridas profundas o de guerras
como alcancé el desnudo derecho de existir, 
creo que he sido digno de la hierba 
y que no avergoncé a mi hermano, el chamariz. 

Pero en el tiempo último, cuando todo se sepa, 
¿qué no exigirá Dios del que vio, sobre todo, 
a su amada, de pie, a la luz de una hoguera, 
vestida por la luz con un aura de oro?

8 comentarios:

E. G-Máiquez dijo...

Si alguien no reconoce al chamariz de la foto, aquí la clave.

Catarina Valdés dijo...

Muchas gracias, Enrique, tanto por este poema como por tus acertados comentarios sobre el autorretrato de E.Dickinson. Efectivamente, emplear el nombre de chochín habría sido un desacierto literario en nuestra lengua. Chamariz es un buen logro. Enhorabuena!!!!

BV dijo...

Leyendo poemas tan buenos a uno se le quitan las ganas de escribir.
El tema de los pájaros y las traducciones siempre es polémico: un amigo mío, muy bruto y que no tenía ni idea de francés, arremetió contra el profesor que nos traducía como chorlito un pájaro que salía en las Lettres de Mon Moulin. No sé en qué se basaba para protestar: "¡Qué coño un chorlito, eso es un zarapito, joder, que no tiene ni puta idea de pájaros!"

pedrete dijo...

Un pequeño detalle. No conozco el original, pero, en la traducción, la repetición llegando/llegar en dos versos sucesivos no me parece un acierto. Creo que valdría la pena revisarla. (Una posibilidad que se me ocurre sería sustituir el segundo, el infinitivo, por "alcanzar").

BV dijo...

Enrique, perdona la tabarra con el reyezuelo, pero es un pájaro que me gusta mucho, después de leer hace años lo que le pasó a uno la víspera del asesinato de César (lo cuenta Suetonio, y he puesto la traducción en inglés en Ambos Mundos; curiosamente en inglés se ha traducido como "wren").
Y es que pienso que chamariz está genial en la traducción, pero no puedo dejar de pensar también que eso de avergonzar a un pájaro (pequeño y regio) lo diría Chesterton teniendo en cuenta esta canción irish:

The wren, the wren, the king of all birds/
St. Stephen’s Day was caught in the furze;/
Although he is little, his honor is great./
Jump up, me lads and give him a treat.

A todo esto, diría que la Dickinson se estaba piropeando, coqueta ella.

E. G-Máiquez dijo...

Gracias a ti, Caterina. Te hacía en el Extremo Oriente. Qué bien verte tan cerca.

Estoy fuera ahora, pero en cuanto llegue a casa miraré la V.O. por si puedo aprovechar la inteligente aportación de Pedrete. Y también tengo que ver si 'wren' vale también para reyezuelo, y eso explica la confusión. Veo claro que Emily se refería al chochín, aunque siendo, efectivamente, muy coqueta, desde luego.

BV dijo...

Parece que la Wikipedia aclara el malentendido lingüistico (a mí no me cabe duda de que zoológicamente un wren es un chochín, pero comparte los honores del reyezuelo continental):

The wren is also known as kuningilin "kinglet" in Old High German, a name associated with a legend of an election of the "king of birds". The bird who could fly to the highest altitude would be made king. The eagle outflew all other birds, but he was beaten by a small bird who had hidden in his plumage. This legend is already known to Aristotle (Hist. animalium 9.11) and Plinius (Naturalis hist. 10.74 ), and was taken up by medieval authors such as Johann Geiler von Kaisersberg, but it concerns Regulus, and is apparently motivated by the yellow "crown" sported by these birds (a point noted already by Ludwig Uhland).[3] In modern German the name is "Zaunkönig", king of the fence (or bush).

Anónimo dijo...

A propósito de la aportación de Pedrete. He oído que la repetición de palabras no produce en la lengua inglesa el efecto negativo que suele darse en la española. De ahí la conveniencia de que el traductor busque sinónimos. Pero evitar la repetición no siempre es acertado. Hay en nuestro idioma versos inolvidables que la recalcan: “las cinco de la tarde” de Lorca, la “en soledad” de San Juan de la Cruz, “las voces de sangre, y sangre son del alma” de Góngora, que ahora recuerde. Quizás en este caso la repetición también resulte oportuna, aunque sin minusvalorar la sugerencia que motiva este comentario.
Jilguero