martes, 20 de noviembre de 2012

Como lo cuento


Hay que reírse, aunque sea de llorar. 

La chimenea ahumaba el cuarto y, si yo me empeñaba, pastoril, en encenderla, tenía una bronca con Leonor, urbanita. Por suerte, los escayolistas que vinieron a hacerme una librería, se entretuvieron, con ese interés centrífugo de no ocuparte de tu trabajo, en verle uno a uno los fallos, y todo era un desastre. El tubo no llegaba hasta afuera, estaba cogido con mezcla, que se había ido, y el tiro no era estanco, además de no tener respiraderos para el calor. El humo salía hasta por las tomas de luz y las cajetillas eléctricas. Ellos consultaban continuamente a un su amigo, experto en chimeneas, que ha montado miles, y éste por teléfono les iba gritando, indignado: "Pero qué chapuza le han colocado a vuestro cliente, qué gente hay, no tienen ni puta idea, ni puta idea". Hoy, para rematar la faena, he coordinado al que me montó la chimenea y a los escayolistas, y cuando ha aparecido el primero, ¡era el amigo!

El bochorno de uno y las risas de los otros han sido de aúpa. (La culpa fue, naturalmente, de los operarios de la obra, que no siguieron sus detalladas instrucciones, nos ha explicado a todos varias veces.)

7 comentarios:

BV dijo...

Cuando esté arreglada te mando para allá a mi abuela, que ha tenido a bien ahumarnos toda la vida echando leña sin ton ni son en la chimenea, so pretexto de que en Bilbao (doscientos años antes) había merecido el título de encargada de la estufa entre sus diez hermanos. Creemos que no es verdad y, por si fuera cierto, damos gracias a Dios por el milagro de que no asfixiara a ninguno.
Si pones la leña donde ella diga y con la frecuencia que ella diga, y no revoca el humo, entonces es que tienes el rolls royce de las chimeneas.

Ignacio Trujillo dijo...

¡Todavía me estoy riendo!

Anónimo dijo...

Todo parece haber sido programado para esta entrada, como la guerra de Troya para la Ilíada.
Jilguero

Cristina Brackelmanns dijo...

Lo que nos gusta poner a parir al prójimo. Parece la versión chimeneística de la historia de Natán y David: "Tú eres ese hombre".

Anónimo dijo...

Es muy bueno,ademas lo mejor es como lo cuentas, me estaba imaginado el final!!! genial!!

soy una lectora habitual
saludos

Anónimo dijo...

Carlos dijo:
Genial idea para realizar un corto. De nuevo la realidad supera la ficción.

Adaldrida dijo...

Pero pero pero... ¡¡¡Tienes chimenea!!! ¡ENVIDIA INSANA!