lunes, 30 de septiembre de 2013

Cádiz, vuelta y vuelta


El domingo, cara a cara con los niños y si llueve, puede ser tremendo. Antes santificaba las fiestas, ahora las sacrifico. Con ese ánimo, planeamos una salida de emergencia. Cogeríamos el catamarán a Cádiz, andaríamos a buen ritmo hasta la heladería de Los Italianos, volveríamos, misa mediante en la Catedral Vieja, y tomaríamos un tren de regreso. La cuestión era no parar, como en casa, pero con cierto sentido de la dirección al menos. Caminando hacia el catamarán, nos encontramos con una prima de Leonor, amiga de mi primera adolescencia, que está muy enferma. Estaba con su marido y con su hermana y su marido. Nos paramos a saludarlos. Cuando les conté, con cierta exageración y tratando de entretenerles también a ellos, nuestro plan de vuelta y vuelta por los servicios de transporte urbanos, usados como cacharritos de feria, el marido de mi amiga me dijo, serio, simpático, sincero, sin doblez: "No me parece un plan tan malo, en absoluto". Yo llevo una buena temporada con mucha suerte con los libros que leo, pero en ese alejandrino inconsciente suyo, cuánta poesía incomparable y qué épica contenida. Me conmovió como nada. Y, aunque soy muy enemigo de usar los males ajenos como consuelo, confieso que ya todo me pareció estupendo: que las olas en la bahía convencieran a los niños de que querían volverse a casa, que fuesen a paso de tortuga, parándose en todos los escaparates, y en todos los cochecitos ésos de un euro que ponen en la calle, que en Cádiz son una plaga, que nos correteasen, que en misa no pararan, que nos cayera un chaparrón que nos dejó calados hasta los cuernos, como cantó Gil de Biedma, que en el tren el aire acondicionado fuese gélido, que atronasen el coche ante los ojos asombrados de dos señoras inglesas, que, que, que... y qué. 


2 comentarios:

beatriz m dijo...

Lo de usar el mal ajeno como espuela es idea que me inquieta, me alegra ver que tú eres tan enemigo.
Esta mañana rezongaba yo en la cocina con cara de lunes y verbo agrio y me dije a mí misma cuántos habría desayunando a las 7 antes de coger el coche para una sesión de quimio, por ejemplo. Espabilé, me amonesté brevemente y al salir de casa me santigüé más despacio que otras veces.
A tí no te gustará, pero es de lo más efectivo.
Feliz semana.

Sergio Fernández Salvador dijo...

Imagino que se trata de hacer que el momento con los críos sea un momento tuyo, si no te vuelves loco.