No me quejaré de la lluvia y los truenos de estos días. De mis viajes al norte, he vuelto con muchas ganas de veranear por allí, contra mis firmes principios de siempre. Es Leonor, más realista y económica, la que me recuerda que las veces que sostuve que sin cambiar de casa, como el castillo ambulante de Miyazaki, cambia nuestro mundo, con sólo girar la rueda de las estaciones, y eso sirve para irse a veranear. La lluvia le ha venido de maravilla. Me dice: "Ea, aquí tienes tu norte", señalando a la ventana.
Recogimos las vacunas de los niños. Nos advirtieron: "Que no se rompa la cadena de frío". Miramos al cielo, sonreímos, decimos: "Descuida".
Por último, el sol no se resignaba a su falta de protagonismo:
Día nublado
en que el sol se hace luna
¡y exige un haiku!
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