miércoles, 14 de junio de 2017

El horror


Presumo que soy yo el que anima la conversación de las cenas familiares, y Leonor me lo reconoce. Pero está fuera, y en la cena de ayer estaba completamente desinflado, mohíno. Los niños preguntaban: "¿Cuándo llega mamá?".

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Me puse a recoger pétalos del jardín con Carmen para la celebración del Corpus Christi en el colegio. Por más que recogíamos no lográbamos llenar la cesta. "Enseguida se quedan pochos". Pocos y pochos.



Normalmente es su madre quien se sienta con ellos a ver la tele por la noche un rato, mientras yo escribo el artículo. Esta vez, tras el horror de la cena y las flores, les puse Anne con E y me recliné en el sofá. La serie no les gustaba y a mí me estaba encantando, de modo que había una disonancia más. Echados sobre mí me hacían unas desagradables cosquillas y yo les decía, malhumorado a mi pesar: "Estaos quietos. Molestar es lo último".



Esta mañana no había escrito el artículo de anoche y estaba enfrascado. Cuando han venido a darme el beso de buenos días, les he dicho: "Vale, vale", con cierto nerviosismo.

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Se han ido a ver dibujitos animados en la tele. De pronto he oído: "Tú vestirás de rosa y lucharás contra el patriarcado". Mi cargo de conciencia por tenerlos viendo la tele ha sido insoportable.

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Parece que seré jefe de estudios otro curso más.


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