sábado, 28 de octubre de 2017

Conyugalia


El matrimonio es un equilibrio maravilloso. Observo que Leonor está más preocupada por Quique, que llora porque no se quiere bañar, que por la cuestión catalana. Me cuesta dar crédito. Luego, en la cena, yo, como un padre decimonónico y severo, tengo poca paciencia y me enfado por cualquier cosa. Empieza uno haciendo dejación de autoridad en los modales en la mesa y se acaba con un DUI. Mi mujer pone la paz sobre la mesa, el diálogo, los plazos y hasta el seny. Me parece muy bien que ella no sufra por España como yo. Y me parece bien, dicho con toda humildad, que yo esté de este humor de perros. Así mis hijos aprenderán que la patria es una cosa muy seria y que una madre es una cosa segura y no hay más que una.



1 comentario:

Javier García dijo...

Lo que pasa en tu casa no es nada exclusivo ni singular, Enrique, en estos días es epidémico.Sólo varía el nombre de la cónyuge y las circunstancias de cada hogar