Lo sencillo es achacarlo a la habilidad de Zapatero para liarla. Yo quiero ser optimista y ver además en la polémica un valor de fondo. Hay que reconocer a las partes, esto es, al Gobierno, empeñado en imponer una asignatura para sus creencias (positivismo jurídico, laicismo, ideología de género); a los padres, que se resisten a entregar la formación de sus hijos; a las organizaciones de profesores; a la Conferencia Episcopal hay que reconocerles, digo, su homenaje a la educación, con independencia de las posturas. En vez de pensar que al fin y al cabo los alumnos no se enteran de nada, ahí están, peleándose por lo que se les diga en clase. Emociona tanta fe en la enseñanza.
Cuya trascendencia no es nueva. Ya Platón la reconoció y, en 1836, el Duque de Rivas escribía en el preámbulo del Plan de Instrucción Pública: “El pensamiento es de suyo lo más libre entre las facultades del hombre; y por lo mismo han tratado algunos gobiernos de esclavizarlo de mil modos; y como ningún medio hay más seguro para conseguirlo que el de apoderarse del origen de donde emana, es decir, de la educación, de aquí sus afanes por dirigirla siempre a su arbitrio, a fin de que los hombres salgan amoldados conforme conviene a sus miras e intereses. Mas si esto puede convenir a los gobiernos opresores, no es de manera alguna lo que exige el bien de la humanidad ni los progresos de la civilización. Para alcanzar estos fines es fuerza que la educación quede emancipada; en una palabra, es fuerza proclamar la libertad de enseñanza”. Más claro el agua.
Ante la avalancha de objeciones de conciencia hay quien piensa que la Educación para la Ciudadanía nace muerta. Si fuese así, murió en acto de servicio, despertando sensibilidades y saltando alarmas, y eso tiene un mérito. Su demérito consiste en imprimir un carácter instrumental a la enseñanza, en que ésta sea para la ciudadanía o, peor aún, para crear ciudadanos en serie con el molde de una ideología muy concreta. Lo justo es al revés: que la sociedad esté para servir a la educación, que sólo sirve a la persona. Lo que hace falta es una ciudadanía para la educación.
[Joly]
44 comentarios:
Será aliciente pa ti, ay, y yo que odio las polémicas...
Una asignatura diseñada "para crear ciudadanos en serie con el molde de una ideología muy concreta"... te refieres sin duda a la asignatura de religión. Curioso, pensaba que eras partidario.
Lo del duque de Rivas es muy bueno, me lo anoto.
¿Cual es el dato cuantitativo que acota lo de " ante la avalancha de objeciones"?. La gente es por lo general muy comoda, protesta pero a la hora de la verdad... poca cosa.Quizás fué sólo una avalancha mediática.
Y ahora sí, se acabó el verano, porque te leo en página par y en tu acostumbrado rincón.
No, no, Ignacio, no olvides que la asignatura de Religión es completamente voluntaria, opcional. Lo más objetable de la EpC es que es obligatoria.
Además de que la asignatura de Religión sea opcional y la EpC obligatoria, tenemos otra diferencia y es que la Religión, ça va de soi, no se disfraza de neutralidad, el que la estudia sabe lo que estudia. La EpC, siendo tan tendenciosa y tan parcial, sí lo hace.
En cuanto a lo de la avalancha, lo es. Que al final queden cuatro gatos por las presiones que sufrimos en los colegios para retirarlas es otra cosa: que si la FERE garantiza que el contenido será revisado; que si no pueden ofrecer otra opción porque no tienen aulas o profesores, o porque les pueden retirar la subvención (ése es el argumento de fuerza: por favor, por favor, que nos cierran el grifo); que qué va a hacer la niña dando vueltas por los pasillos; que no se sabe -pero se temen lo peor- si puntuará o se sacarán algún examen ("control", y nunca mejor dicho) de la manga...
Que con todo eso se mantengan objeciones en pie puede dar una idea sobre la realidad de la avalancha.
Hace poco al encender la tele me encontré con el Doctor Zhivago y me llamó la atención algo en lo que no me había fijado antes. En una escena en casa de Lara, llega su niña, le pregunta la madre qué tal en la escuela y ella contesta que han estudiado IC (dicho así tal cual: "I" "C"). Él pregunta qué cosa sea eso, y la niña responde con los ojos como platos "¿es que tu hijo no aprende "Instrucción Ciudadana"? Después sigue contando que ese día le han enseñado que los zares eran enemigos del pueblo y por eso fueron ejecutados. La madre y el doctor se miran; entonces él, con muchísima prudencia, aventura: "a lo mejor ellos no se daban cuenta", y la niña contesta como las balas, justo como las balas: "pues debían habérsela dado". Los adultos no osan decir una palabra más.
¿Habrán abrevado allí, en los tiempos del padrecito, los padrecitos de la criatura? ¿Se inspirarían para la denominación, un poco aggiornata para que cuele, que lo de la instrucción apesta, en la famosa película? ¿Le gustará a Peces Barba, por decir alguien, la peli del Doctor Zhivago o incluso habrá leído a Pasternak? Y, de ser así ¿no pudo fijarse en otras cosas?
Yo creo que la asignatura de religión (aunque sea voluntaria)tendría que salir de la enseñanza pública, pero eso nos llevaría a otro debate. En lo que a esta entrada atañe, amén. El estado no es quién para imponer ninguna ideología, y la objeción de conciencia me parece (y siempre me parecerá) una postura perfectamente lícita.
Iba a empezar a replicar a Ignacio, "el gran provocador", pero ha aparecido el comentario de cb y va bene.
Por abundar: la enseñanza de la religión no pretende 'crear cristianos en serie en el molde de una ideología', sino formar personas para que personalmente se encuentren con Cristo (en el ámbito de la Iglesia, claro).
Pero aquí hay que hablar de la distinción fe / ideología, y a eso tengo que darle vueltas un poco, a ver si me aclaro.
Yo creo que no la hay (distinción, digo).
Y sin acritud le digo, arp, que si le parezco un provocador (no digamos ya uno grande) es que ha visto usted poco internet.
Qué buen artículo, claro y cristalino. Estoy con cb y con Arp, como de costumbre. Lo de Doctor Zhivago me ha encantado.
Hace poco me contaba el padre de una amiga, ya casi setentón, que él en su día estudió FEN (Formación del Espíritu Nacional), y que ahora a sus nietos les iban a instruir en EpC. Y a esto le llaman progreso, apostillaba.
Lo que más me sorprende es que lo que a nosotros nos parece claro como el agua -lo del Duque de Rivas es lapidario-, a otros les parezca justo lo contrario. En el fondo, lo que late en todo esto es un tema más de fondo, que es el de la libertad. Pero ése, amigo Sancho, es otro cantar...
La anónima era yo, siento que no apareciera mi nombre.
El gobierno español no es un caso aislado al sacarse de la manga esta asignatura; lo mismo han hecho Blair-Brown en G. Bretaña con otra que se llama ‘Education for Citizenship’, en reacción a la impresión general de que la escuela pública no funciona y los llamativos casos de violencia escolar que se han producido. Inventarse un producto así siempre es más barato que invertir en educación y currarse el sacar adelante a los alumnos.
Ignacio, lo de 'gran provocador' lo puse entre comillas, con su cuota de elogio, porque has creado debates muy interesantes en este blog tan acogedor. Si pensara otra cosa, te habría llamado directamente 'troll' y ya he tenido que padecer a alguno en internet.
En tu caso siempre es interesante 'entrar al trapo', aunque yo te pediría que primero te situaras claramente: con tu comentario inicial te ponías a ti mismo en el centro (lo has hecho más veces) como la figura neutral que mira a los demás como extremistas. Vienes a decir: dos formas de adoctrinamiento, a izquierda (EpC) y a derecha (religión). Se te ha explicado que la cosa no está equilibrada, pero yo añado que ¿quién eres tú para equiparar tu idea de la religión con la EpC? Si todo son ideologías, por qué molestarse en defender algo. Si alguno de esos supuestos extremos no es una ideología, sino algo necesario, la discusión va por otro lado: ¿se puede educar en la ciudadanía? ¿cabe ahí la ideologia de género? ¿tiene sitio la religión en la enseñanza pública? Y preguntas por el estilo.
No sé si las matemáticas son ideológicas, o la lengua española o el latín y el griego. No sé. La física y la química me cuesta creerlo... La historia desde luego sí y la literatura se puede prestar a ello.
No me gusta entrar en política, pero es que con tanto barullo y encontronazo, resulta que al final cambiamos de planes de estudio más de lo deseable, sin entender que se perjudica a los alumnos inútilmente. Se han publicado las estadísticas en la página del MEC: Castilla-La Mancha (laboratorio de pruebas de los más "progres") es la región con más repetidores. Eso sí es un problema y no se soluciona con asignaturas ideológicas como la FEN y la EpC, propias de dictaduras.
Al ser una asignatura obligatoria y evaluable ¿qué deberán contestar los alumnos cuando les pregunten en el examen si el aborto es aceptable, si el capitalismo es tiránico o si el comunismo es el sistema político más justo?
Magnífico artículo.
Saludos
Definitivamente lo ha conseguido, Ignacio, gracias a sus agudas y razonables observaciones en este blog he perdido definitivamente la fe. Para unirse al grupo de adultos librepensadores, ¿hay algún tipo de bautismo, inscripción o ritual (aparte del masónico, quiero decir)?
Aunque el artículo no me interpela demasiado, es una alegría ver que vuelves del verano sabiendo sacar brillo al lado positivo de algo que, de entrada, no te gusta, Enrique. Podrías poner a prueba tu capacidad para el optimismo en alguna de las próximas columnas con el cambio climático. No sé por qué me huelo lo que piensas del asunto.
Arp, sería un debate largo y no es el sitio. Necesitaría más espacio del razonable para exponer todos mis desacuerdos con la postura predominante en este blog.
No me pongo enmedio, por otra parte, porque no creo que haya dos extremos en el adoctrinamiento. Creo que una asignatura de EpC tiene sentido, es plausible y positiva. No me creo la caricatura que aquí o en la COPE se hace de esos temarios, y confío (como hacen los colegios católicos, por otra parte) en el sentido común de la inmensa mayoría de profesores para centrarse en lo mucho que hay de valores compartidos. La matraca del género, el comunismo excelso y demás es un enemigo ficticio, un guisante elevado a cordillera desde los púlpitos, hay muchísimo más campo no polémico para educar y creo que buena falta hace.
Les dejo una manera fácil y barata de distinguir adoctrinamiento de educación: si se considera la posibilidad de otras opiniones no es adoctrinamiento.
Ejemplos. En clase de religión se dice que dios existe y la biblia es su palabra; no se considera ni por asomo que dios pueda no existir.
En una hipotética clase de historia de las religiones se diría que unos creen esto y otros aquello.
La primera es adoctrinamiento, la segunda no.
Aplíquese este baremo a la nueva asignatura (cuando se imparta, por favor, hasta los violadores tienen derecho a un juicio justo) y emítase después un veredicto.
Por otra parte (acabo de caer) resulta llamativamente funambulista motejar de doctrinario e ideologizado al mismo gobierno al que le hemos puesto el (merecido, creo yo) sambenito del vacío intelectual, la carencia absoluta de principios reconocibles y el oportunismo como bandera.
Ignacio, vale (en latín).
Ignacio, educación cívica sí -en eso, creo yo, estamos de acuerdo todos-, pero no imposición de un determinado código ideológico desde las aulas, que les es completamente ajeno a muchos padres, y que rechazan -fundadamente, créame- para sus hijos. Dicha educación cívica pasaría, desde luego, por la explicación y profundización en valores compartidos (que son muchos, ciertamente, los que se encuentran recogidos en nuestra Carta Magna), pero no podría entrar en temas que de suyo son libres, temas de conciencia (véase, aborto, ideología de género, modelos de familia o reproducción), sobre las que, por otra parte, nada dice -ni falta que hace- la Constitución.
Los que cacarean tanto las bondades de la citada hasta la saciedad EpC, en nombre curiosamente de la libertad, luego, oh paradoja, se llevan las manos a la cabeza cuando se les habla de la objeción de conciencia, en nombre de esa misma libertad.
Yo reclamo, en aras al cumplimiento efectivo del principio del pluralismo político que es uno de los fundamentos de nuestra convivencia democrática -artículo 1.1 de la CE de 1978-, que los padres, no el Estado, puedan educar en libertad a sus hijos, y decidir quiénes, además de ellos, pueden ejercer esa labor. Lo contrario viola -sí, viola- directamente el artículo 27.1 y 3 de la CE, y las Declaraciones Universales de Derechos Humanos.
Los hijos, aunque parezca de perogrullo, son de los padres, no del Estado. Si no, caeremos en la caricatura que genialmente dibuja Billy Wilder en su ácida "Uno, dos, tres", acerca de la educación (llamémosle mejor instrucción) en los países del Telón de Acero. Con todas las letras.
De otra parte, Vd. que defiende que se enseñe Historia de las Religiones -en lo que estoy de acuerdo-, seguramente no hubiera desdeñado tampoco la asignatura que se gestó bajo la batuta del anterior Gobierno del PP (no lo pienso defender, no me confunda por favor) denominada "Sociedad, cultura y religión", de la que se ofrecía una versión laica y otra confesional. Mayor respeto hacia la libertad de conciencia no cabe. Recuérdese que el proyecto emanó del Ministro socialista Suárez Pertierra. ¿Qué necesidad había de levantar tanta polvareda, y tantas ampollas?
Por cierto, Arp, bienvenido a las polémicas con Ignacio, de las que hasta ahora solías mantenerte al margen. Qué gusto coincidir por aquí contigo.
No, no soy partidario de enseñar (aparte) historia de las religiones. Creo que esa zona del conocimiento cabe bien en las asignaturas que existen ya.
Lo ponía como un ejemplo sencillo de lo que creo que va a ser la asignatura salvo ejemplos histéricos que la COPE encontrará y aireará.
Si se enseña en clase que el aborto es algo que está ahí, que es legal en algunos supuestos, que a unos les parece bien y a otros no por tales y tales razones... ¿dónde está el adoctrinamiento?
Si se enseña que el comportamiento homosexual es perfectamente lícito y aceptable como cualquiera otro entre adultos consintientes, y que al que le parezca mal debería por educación y respeto guardarse su opinión ¿dónde está el adoctrinamiento?
Yo es que no sé identificar eso que dicen ustedes que van a imponer, no sé lo que es, por ejemplo la ideología de género.
Y tampoco entiendo el miedo a que les cambien a los niños. Si no se enteran de nada, si las matemáticas les entran por un oído y les salen por otro, ¿qué poderes le están atribuyendo a esta nueva asignatura para grabarse en el cerebro infantil con una hora semanal?
¿De verdad no han considerado la posibilidad de que esto sea un falso debate?
(Otro día hablaré de lo buena que les parece a algunos la libertad de enseñanza y la elección de los padres. Imagino que apoyarán que en las escuelas libérrimamente coránicas se enseñe que la mujer es un mueble, o que se monten escuelas ecologistas donde se haga creer a los niños que es una canallada usar coches o aviones).
Avalancha de objeciones de conciencia. Andalucía recibe 252 objeciones a la asignatura de Ciudadanía. http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Andalucia/recibe/252/objeciones/asignatura/Ciudadania/elpepusoc/20070906elpepisoc_10/Tes
Estoy totalmente de acuerdo contigo Ignacio.
Entonces ¿cuál es el problema? El problema está en que, por ejemplo en Andalucía, aún no sabemos cuál es el contenido de la asignatura ni el texto a emplear, con lo que es imposible saber, hoy por hoy, si a nuestros hijos le van a explicar las acuestiones a las que te refieres de la forma en que tú las planteas (y que comparto) o les van a decir que el aborto es bueno (o malo), que el anarquismo es una de las formas más justas de organización política (¿?) o que Chávez es un ejemplo de gobernante a seguir, tal y como se defiende en el libro de la editorial Akal.
¿Y si el texto que finalmente se implante defiende determinadas posiciones morales, éticas o políticas opinables y no se limita a exponerlas? De momento, no hay garantía de que eso no vaya a ser así en mi comunidad y la falta de información al respecto no es precisamente esperanzadora.
Saludos
Masivas
Admitamos que no son 252 las objeciones presentadas, sino que como figura en "hazteoir.org" son 1600. ¿De verdad que os siguen pareciendo masivas?.
Desconozco la cantidad de niños en edad escolar y con la tan traida asignatura entre las materias a dar pero, 1600 en el mejor de los casos, me parecen muy pocas.
Mucho chau chau mediático es lo que tenemos.
A mí, apreciado Manupé, me parecen masivas, teniendo en cuenta la pereza, el miedo, los colegios que la desaconsejan..., pero en cualquier caso lo importante de la objeción es la conciencia, cada una. Es lo que hay que respetar: no se trata de un plebiscito.
En cuanto a lo de los musulmanes y sus escuelas coránicas, Ignacio, reconozco que es un buen argumento, equipararnos y tal. Tan bueno que me va a dar de comer: escribiré un artículo sobre eso, quizá en Alba, si no te importa. Cuando salga, si no lo cuelgo acá, ya te lo haré saber.
Me cuesta escribir este comentario, por el miedo de ser malinterpretado.
Soy católico, y me irritan los ataques perpetuos que recibe mi religión. Eso como presupuesto.
Por tanto, los conceptos netamente beligerantes, agresivos, militantemente insultadores contra todo lo que huela a moral, familia, Papa, Iglesia, Virgen María, entrega, sacrificio... me rechinan violentamente.
Pero conviene distinguir. Los cabritos mala baba resentidos que han desarrollado el temario vigente de EpC creo que la han cagado, aunque es posible que sea una estrategia muy bien calculada.
Pero es que eso no invalida el hecho de que la asignatura sea una idea magnífica.
Me explico. Los zagales peinados con crestas, o al rape, de mi barrio, esos que ponen coches discotecas a diez metros de mi dormitorio, esos que preñan a su compi de catorce años, esos que marcan territorio en el parque, esos que me han quitado ya cinco equipos de música del coche, esos que le han quitado el bolso a mi mujer, esos sencillos muchachos, estám pidiendo a gritos que se les inculque, de manera urgente, obligatoria, ya, conceptos básicos de convivencia, de política, incluso de educación, levantarse de la silla si entra un mayor, no escupir demasiado, al menos no a los pies del que camina detrás, quitarse la gorra para comer, en fin, sutiles gestos que suavizan la convivencia, y no está mal que aprendan los mecanismos de esta estafa que llamamos democracia (la menos mala de las maneras de gobernar), qué son y para qué se recaudan impuestos... qué se yo, tantas cosas, tantos conceptos que ya sabemos que sus señores padres no les están enseñando, y que de ninguna manera sobran.
Hasta ahí.
Lo malo es cuando papá estado se mete contramano, cosa que ocurre ahora, y pretende suplantarnos, a los padres, digo, en asuntos que no le conciernen, como el adoctrinamiento, como las ideologías, como las religiones. Asuntos nada baladíes, demasiado serios como para dejarlos en manos de estos muchachos que, ay, ahora nos gobiernan, o dicen que nos gobiernan.
De todas formas, me gustaría saber por qué la Conferencia Episcopal, que hace unos meses atacó con virulencia la asignatura (no solo su contenido, también el hecho de la existencia de la asignatura, cosa, que, como acabo de escribir, no apoyo), sin embargo me llegan noticias de que se han desmarcado de la campaña. Según El País es porque podría estar incurriendo en delito al recomendar la comisión a su vez de otro delito, que es saltarse la obligatoriedad de la asistencia a clase. ¿absentismo es lo mismo que objeción? Tampoco es que El País sea una fuente muy fiable. Si alguién conoce el tema y me saca de esa duda... Gracias
No le puedo sacar de dudas, toi. Sólo le digo que coincido del todo con Vd. En la necesidad de que se imparta un poco de civismo en clase, ya que muchos padres se han desentendido totalmente, estamos de acuerdo.
Y en cuanto a la respuesta de Ignacio, me reafirma en mi postura de que la asignatura de EpC es puro adoctrinamiento, y además del peor: el relativismo, consistente en afirmar que nada es verdad ni es mentira, que todo depende, que "todas las opciones son igualmente válidas", etc. etc. A mis hijos, si no le importa, ya me encargaré yo de enseñarles que el aborto es un crimen, aunque se encuentre despenalizado en determinados supuestos; y nos les mostraré como una conducta totalmente aceptable e inocua la homosexualidad, en pie de igualdad con la heterosexualidad, sencillamente porque no me da la gana (por favor, no simplifique, no tengo nada en contra de los homosexuales); y por supuesto, les educaré -o al menos lo intentaré- en el respeto mutuo y en la caridad fraterna.
El PSOE, cuando explicó esta asignatura el pasado diciembre, al conmemorar el 28º Aniversario de la Constitución, dijo en un manifiesto titulado "Constitución,laicidad y EpC", que "los fundamentalismos monoteístas o religiosos siembran fronteras entre los ciudadanos", metiendo en el mismo saco a todas las religiones, sin hacer distingos, y situando como paradigma de todas las virtudes el laicismo. Nuestra Constitución es aconfesional, no laica. La convivencia que inaugura se basa en el respeto mutuo, y el reconocimiento de las libertades, entre otras, la de expresión. El problema es que esa libertad ya no se reconoce tanto cuando el que habla es un representante de la Iglesia católica, que no coacciona a nadie, sino que da criterios a quienes quieran escucharle. A muchos les gustaría silenciar esa voz incómoda, pero, me temo, no podrán.
Creo que en tolerancia y en convivencia pacífica nadie nos gana a los cristianos (aunque, como todos, nos podamos equivocar a la hora de transmitir y de vivir las cosas). Pienso que una postura que no admite que pueda haber otras formas de pensar, distintas de ese relativismo militante -que mira con desprecio a los que creen que existe una verdad absoluta, y una ley natural, etc. etc.-, es más bien digna de un régimen totalitario que de uno verdaderamente democrático, que recela de la expresión libre y pacífica de la conciencia moral y religiosa de sus ciudadanos.
Por favor, que nos dejen vivir en paz, que nos respeten, que no le tengan miedo a la libertad.
Un saludo a todos.
Pues sí, queda todo claro, verónica.
Para ti, el que considera que hay varias respuestas posibles a las preguntas y que las cuestiones de moral privada deben quedar en el ámbito de la privacidad, ese es el que impone, el sectario, el adoctrinador.
Y el que tiene una Verdad propia y no se atreve a dejar siquiera que se la pongan en duda, el que se niega con todas sus fuerzas a que las opiniones distintas a la suya sean expuestas en pie de igualdad, ese es el amante de la libertad.
Hace falta mucha ceguera voluntaria para escribir eso y creérselo.
Piensa, por favor, en otros que tienen su Verdad y como tú no quieren que se la toquen. Piensa en nuestros conciudadanos musulmanes, que son muchos. Piensa que un padre musulmás se horroriza (se horroriza sinceramente, es algo que toca las fibras más profundas de su ser) ante la idea de que en el colegio les expliquen a sus hijas que no tienen por qué anularse como seres humanos, que hay otra vida posible.
¿Quieres tú, como ese padre, conservar intacto el velo (metafórico y literal) que envuelve a esas niñas? ¿que no se les abran posibilidades, que no puedan elegir?
Porque me imagino que entenderás (o lo mejor es mucho pedir a un creyente que mire desde fuera) que si reclamas para ti y tus hijos esa ración extra de respeto a que los creyentes os sentís acreedores, también la tendrás que reclamar para ellos y para todos. Y eso significa aprobar que se perpetúe la opresión de algunas mujeres, incrustada en una sociedad que ya no las oprime, en nombre de ese respeto.
Me gustaría, no sé, ver otro espíritu más positivo, más retador incluso, más confiado en las propias ideas. Me gustaría haber leído que no te importa que a tus hijos les muestren otras opciones porque tú sabrás convencerlo de que las tuyas son las buenas. ¿He sido un iluso? ¿Afirmar que otros piensan distinto y todos podemos vivir juntos es para ti el colmo del malvado relativismo?
Por mi parte encuentro demencial, antihumana, perversa la idea (por seguir con el ejemplo) de que la conducta homosexual no sea otra cosa que una legítima posibilidad de las muchas que da la vida. Pero si tuviera hijos no temería verlos expuestos a esa idea, siempre que no se la presentaran como verdad indiscutible.
Al contrario, me gusta que las ideas demenciales se sometan al contacto de las sensatas. El aire libre les sienta mal, suelen salir muy mal paradas.
(Y de todas formas, insisto: ¿no os estarán inventando una polémica? ¿por qué tanto sexo aquí? ¿es de educación sexual la asignatura acaso?)
Ignacio, habla Vd. de muchas cosas a la vez, y ahora mismo me siento incapaz de ir desbrozando una por una las cuestiones que Vd. plantea. Me temo me he explicado fatal cuando me acusa de no querer aceptar que otros expresen en libertad sus ideas, o que me da miedo o cosas por el estilo: es justo lo contrario a lo que yo pienso e intento vivir. Si ésa es la conclusión que saca, creo que este diálogo es del todo estéril.
Sin embargo, y aun a riesgo de no hacerme entender por mi torpeza, me intentaré explicar. Por favor, no me mezcle churras con merinas: no es lo mismo el juicio moral (cada uno puede formarse el suyo propio sobre cualquier tema) que uno pueda tener p.ej. sobre la homosexualidad (que no los homosexuales, ojo), que la imposición obligatoria a niñas menores de edad de un velo, que en el Corán significa sometimiento de la mujer al varón, con todo lo que ello supone (por no hablar de la ablación y otras aberraciones). Lo segundo, creo yo, es perfectamente reprobable en un régimen democrático y de libertades como el nuestro, libertades cuyo reconocimiento -no se olvide- se debe en gran parte al humus del cristianismo. Piénsese que no ha habido Ilustración más que en los países de cultura cristiana, aunque ahora no se quiera reconocer. Pero ésa es otra historia y me desvío.
El hecho es que p.ej. al Sr. Rucco Buttiglione la manifestación pública de que él no aprobaba la homosexualidad le costó el puesto de Comisario Europeo. Y otro señor comunista, que había apoyado en sus tiempos el régimen de la Alemania del Este (creo) -basta con ver la película "La vida de los otros" para saber de qué estamos hablando-, está cómodamente sentado en su sillón de la misma Comisión. De modo que un señor que apoyó un régimen que asesinó a millones de personas (en Rusia, Alemania, etc.) y privó de libertad a otras tantas, goza de todos los honores y respetabilidad, en tanto que otro que apoya sin ambages la doctrina católica sobre la homosexualidad -con todos los matices y siempre respetando a la persona, como se encargó de precisar- es censurado y condenado al ostracismo. Curioso.
Acabaremos metiendo en la cárcel -como se ha propuesto en algún país báltico- al que cuente chistes de homosexuales, o de judíos, o de lo que no entre dentro de los cánones de la corrección política.
EpC no debería ser clase, como Vd apunta, de educación sexual, pero son sus mismos mentores los que lo han introducido en el temario. Sólo conozco los reales decretos de desarrollo para la Comunidad de Galicia, pero se echaría -hasta Vd.- las manos a la cabeza: si se trata de educar a la ciudadanía, ¿para qué meterse en tantos follones? Ese paternalismo del Estado a mí personalmente es lo que me pone mala.
Como verá, para darme miedo contrastar mis ideas con las del adversario, no me importa bajar a la plaza y enfrentarlas dialécticamente con las suyas. Y creo que lo podemos hacer desde el respeto y desde la verdad. Como diría no sé quién, "sin acritud".
Un agradecido saludo.
Verónica, creo que pierdes el tiempo: por mucho que matices, intentes comprender y precises, Ignacio no se va a mover ni un ápice del centro, que como todo el mundo sabe le confiere una capacidad de pensamiento objetivo y libre de prejuicios al que no podemos llegar ni de coña los que estamos atenazados por doctrinas irracionales.
Pues en efecto era mucho pedir que se mirara desde fuera. Vuelvo a intentarlo. Pedirle a un padre musulmán que acepte que le digan a su hija que puede ser libre y no pasa nada es exactamente igual que pedirle a un padre cristiano que acepte que le digan a su hijo que puede acostarse con tíos y no pasa nada.
En ambos casos se expone a los niños una moral pública basada en la tolerancia (o mejor, en la indiferencia, ¿quién es nadie para tolerar?) respecto a los comportamientos privados, una moral que renuncia a juzgar comportamientos privados que no son de su incumbencia y que según parece choca con las morales privadas de los padres, más restrictivas, según las cuales las mujeres no pueden ser libres e independientes en un caso, y en otro no pueden acostarse con nadie de su mismo sexo (ni del otro antes del matrimonio).
A esos padres les duele en el alma que a sus hijos les ofrezcan alternativas. No sé si llamarlo miedo es correcto o no, pero el caso es que no quieren.
La solución puede ser hacerles caso a todos, renunciar a exponer esa moral pública en todos los casos o bien exponerla también en todos los casos, cuando choque con los tabúes de unos o de otros. Lo que no cuela es que se haga en unos casos sí y en otros no, con la de tabúes distintos que hay.
Yo estoy por lo segundo, no sólo porque creo que esas morales privadas son gravemente erróneas, sino porque no veo por ninguna parte el choque. Porque lo que se les estaría diciendo a los niños es simplemente que en lo que a nosotros respecta, en lo que a la sociedad respecta, no pasa nada si eligen un comportamiento u otro. Nada se dice de las normas internas de la secta en que militen sus padres, mientras no atenten contra terceros.
Querido Arp, siempre he sido una aguerrida discutidora, y no me doy por vencida tan fácilmente. Aun así, me temo que tienes razón. Digamos que este ejercicio me sirve para poner negro sobre blanco mis propios argumentos, y para medirme con alguien que no los comparte. En ese sentido, no lo considero una pérdida de tiempo. Bien es cierto que tengo pocas esperanzas de que Ignacio vaya a variar ni un milímetro su postura centrista y equidistante.
Lo único que reclamamos es li-ber-tad. Que el padre musulmán enseñe a sus hijos de puertas adentro lo que le plazca, pero que el Estado democrático no permita que en sus aulas las niñas acudan con el velo islámico. Del mismo modo que tampoco se permiten los malos tratos dentro de una pareja, siendo ésta como es una cuestión radicalmente íntima, tampoco se puede consentir la opresión a las niñas en una escuela pública de un Estado constitucional, cuyos principios esenciales son la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo. Así, sin complejos y a lo Sarkozy.
Y que el Estado se abstenga de introducir contenidos en esa asignatura que afecten a cuestiones morales. Mis hijos ya se enterarán de las otras opciones vitales que hay en cuanto salgan a la calle, e intentarán vivir respetando a todo el mundo, porque así se lo habrán enseñado sus padres.
¿Tan difícil es de entender?
Bueno, y ya está. Prometo no ser más pesada. Un saludo muy cordial.
“Si se enseña que el comportamiento homosexual es perfectamente lícito y aceptable como cualquiera otro entre adultos consintientes, y que al que le parezca mal debería por educación y respeto guardarse su opinión ¿dónde está el adoctrinamiento?”, dice. Lo tomaría como autoparodia si no fuese porque estamos pretendiendo que este, precisamente este, es el equidistante. El amigo Ignacio, en plan agit-prop, no para una y otra vez de comparar las posturas morales de la Iglesia católica con la ablación del clítoris. Y luego habla de sectas, el sectario. Pretende arrancar el velo a las mujeres adultas y mayores de edad que lo llevan por propia iniciativa. Y luego habla de libertad, el dictador.
¿Podría no darse religión en la escuela con el enfoque actual –catequético-? Sííííí. ¿Es perfectamente lícito que se dé en una escuela sostenida con la recaudación de los impuestos ciudadanos cuando la eligen un 80% de padres? No es que sea lícito, es que no hacerlo sería opresor.
Usted pretende que en lugar de religión se expliquen todas las ideologías, corpus doctrinales y morales que en el mundo han sido. Razonable propuesta... que puede ejercitar con sus hijos, si los tiene. Si los tiene, digo. Razonable es también pretender que quienes pagan la escuela con sus impuestos puedan decidir que parte del horario se va a dedicar a catequesis, es decir, instrucción confesional sobre la religión, en este caso católica. Y no hay mucho más que discutir. Digo yo.
Bueno, qué digo, no habría más que discutir si usted no defendiese -le parafraseo- esa demencial, antihumana y perversa idea de que el problema es, de hecho, la misma existencia de esa religión. Y es que cuando hace referencia a ella, a la larga no puede evitar perder la serenidad y la pose condescendiente de librepensador decimonónico que suele adoptar.
Verónica, no eres en absoluto pesada, pero quería evitarte el disgusto de chocar con Ignacio, que no parece en absoluto dispuesto a atender a lo que piensan los demás. quizá me equivoque, pero es la impresión que me da.
Saludos
¿Alguien lee algo de lo que escribo?
Yo, sí. :) Por que conste. Y eso.
Si no le leyera, creo que, de hecho, apenas intervendría.
Eso, creo, es un piropo.
Agus, macho, para Ignacio es un piropo, para mí una patada.
Juaaaaaaaaaaaaa... Habrá sido sin querer ;-)
(Glup.)
*Ejem*
Visto así...
¿Si te digo que este es mi único blog de lectura diaria lo arreglo un poco? ¿Que quizá soy un poco antisocial y me cuesta unirme al coro de aplausos, y solo me gusta intervenir para discrepar?
No te preocupes por lo de los piropos y las patadas, que era broma. Yo te agradezco muchísimo que contiendas con Ignacio y más aún que me visites silenciosamente.
Me dejas más tranquilo. Por cierto, me equivoqué: no es el 80% sino casi el 75% de alumnos los que cursan Religión Católica en los centros educativos españoles.
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