Del poema “Gloria marchita”:
No hemos hecho el amor, pero te debo un libro.De “Maniquí”
Es decir que te debo
unos días de otoño,
cierta felicidad y unos veinte poemas
dictados por la lluvia cuando más me dolías.
En los supermercados —debe ser la opulencia—De “No era la lluvia, amor”
me crece la ironía.
y lanzar improperios contra los jovencitos
que aguardan en la calle
—como tú en otros días, los zapatos
mojados de ternura— a una chica que llegue
con el pelo vertido como un jarrón de miel
sobre la espalda.
De “Naturaleza”
Les conté, en confianza, que me asusta la LunaDe “Consejos inútiles”
Tanta tarde gloriosa dilapidada en versosÉstos de su primer libro, Septiembre negro (Renacimiento, Sevilla, 1992). Continuará.
13 comentarios:
Tengo una debilidad invencible por los versos perfectos (y simétricamente un odio feroz y desproporcionado por los cojos o mal medidos, que me arruinan la lectura sin remedio). Esos dos últimos alejandrinos seleccionados me revelan un oído gemelo.
A ver si me metes el amor por Sevilla en la cabeza, que aún no le he cogido el tino. Sí me gustan los títulos de sus libros, eso tan difícil...
¡La imagen del jarrón de miel es buenísima! Casi no he leído a P. Sevilla, pero ya con ese apellido a mí me atrae una barbaridad. ¡No se puede ser tan sevillófila!
Lo de la miel es un acierto, sí, dificilísimo, porque hay que ser muy valiente para ser tan dulce. Pero ahí queda eso.
Ignacio, veo que tenemos los dos oídos gemelos, uno para lo bueno y otro oído para el odio feroz y la ruina irremediable...
Rocío, me animas con lo de la antología, que ya verás que poetazo.
Ya somos más violentos, menos tristes.
¿Creo que sospechas algo?
¿Eh?
No sospecho nada, me temo.
Espero esa antología con gran interés, sí. Vaya hoy la espineleta en homenaje al antologado:
En el Sur de su apellido
lleva un requiebro andaluz
y la sombra hecha de luz
de la tierra en que ha nacido.
Su verso es como un latido
desnudo que nada espera
y repite a su manera
en cada cielo que sueña
el eco, de peña en peña,
en su Arcos de la Frontera.
ESPINELETE
Suponiendo que la ternura mojase ¿usted elegiría un zapato?
Un zapato tierno me llena la cabeza de imagenes olorosas...
Me interesa la de supermercado.
El supermercado es uno de los lugares en que no puedo dejar de preguntarme, cada una de las veces que voy: ¿Qué hago aquí? ¿Qué es esto?
La miel sí, pero los zapatos mojados de ternura son imposibles, dignso de un Pedro Guerra. Bien cortado eso.
Espero con ansia esta antología de mi amigo Pedro. Sé que te ha de doler mucho.
Una vida entera de tardes, los letraheridos.
Qué bonito suena, jolín.
Tanta tarde gloriosa dilapidada en versos
Tanta tarde gloriosa dilapidada en versos
En verdad de antología. Y si hasta el poeta lo dice, que dirán (en fuerte o en silencio) esposos, esposas, novias y novios de los poetas...
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