Máiquez, debido a tu talla muy superior a la mía no me atrevo a hacerte una propuesta de enmienda, pero, ¿no sería mejor "ay, más temprano", en vez de "más, ay, temprano"?
Querido Contra, esto es, a favor, atrévete siempre a enmendarme, que así aprendemos todos. De hecho, ese ay ha estado baylando un buen rato. Al final está ahí,ay, un poco descolocado, para subrayar donde aprieta el zapato: en el "temprano". Batiscafo que también debe ser un pelín hipocondríayca lo ha visto como yo. Pero lo seguiré pensando. Y te agradezco muchísimo la sugerencia.
Entregarse, dado que no nos pertenecemos, es para el hombre única opción; valga la paradoja. Por eso la hipocondria, que todos padecemos en alguna medida, es un síntoma de debilidad, es decir, una inmoralidad. Es preciso avivar la fortaleza. Creo citar a Espinosa: "En nada piensa menos un hombre libre que en la muerte".
Mejor ¡ Olé esa San León!, y mejor aún, con jamón, que de poetas jambríos viven los taberneros. Hipocondríacos acaban, pero de enfermedad, no de inmoralidad.
11 comentarios:
Muy bueno. Citaré, como hago innumerables veces, al genial Jardiel Poncela:
"El que se ha librado muchas veces de morir atropellado por un camión, acaba muriendo atropellado por un triciclo"
Ja, ja, ja, muy bueno.
Máiquez, debido a tu talla muy superior a la mía no me atrevo a hacerte una propuesta de enmienda, pero, ¿no sería mejor "ay, más temprano", en vez de "más, ay, temprano"?
¿Tu quoque, querido enrique?
¡Qué buenos versos, qué buen título y qué manera de acertar donde más duele! Y ole a ese "ay" que no puede estar mejor colocado.
Sagaz no se, paciente, sin duda.
Querido Contra, esto es, a favor, atrévete siempre a enmendarme, que así aprendemos todos. De hecho, ese ay ha estado baylando un buen rato. Al final está ahí,ay, un poco descolocado, para subrayar donde aprieta el zapato: en el "temprano". Batiscafo que también debe ser un pelín hipocondríayca lo ha visto como yo. Pero lo seguiré pensando. Y te agradezco muchísimo la sugerencia.
¡Muy bueno!
Entregarse, dado que no nos pertenecemos, es para el hombre única opción; valga la paradoja. Por eso la hipocondria, que todos padecemos en alguna medida, es un síntoma de debilidad, es decir, una inmoralidad.
Es preciso avivar la fortaleza. Creo citar a Espinosa: "En nada piensa menos un hombre libre que en la muerte".
¡Olé esa soleá!
Mejor ¡ Olé esa San León!, y mejor aún, con jamón, que de poetas jambríos viven los taberneros. Hipocondríacos acaban, pero de enfermedad, no de inmoralidad.
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