Una sociedad obsesivamente igualitaria tiene un fondo de rebelión contra la excelencia y, por tanto, contra la cultura. No sería difícil, quizá, conectar esto con la escasa magnitud de lo que con generosidad llamamos arte moderno. Lejos de mí arremeter contra la democracia para la elección de nuestros representantes públicos. Sin embargo, permítanme recordar a Aristóteles cuando enseñaba que el mejor sistema político sería el que conjugase democracia, monarquía y aristocracia.
Aquí hemos bajado mucho el listón y nos conformamos, en vez de con el mejor sistema, con el menos malo, que sin duda es la democracia, como afirmó Churchill. Pero sin el contrapeso de los otros dos, la democracia se descontrola e impone sus simples criterios cuantitativos.
En el Instituto de Enseñanza Secundaria donde trabajo han organizado un club de lectura. Los extraordinarios alumnos que se apuntaron estaban muy desanimados porque apenas eran nueve. “La literatura es para pocos; nueve son suficientes y con sólo uno más se hubiesen salvado hasta Sodoma y Gomorra”, les dije. Me miraron raro. Luego me enteré que la elección (democrática, por supuesto) del libro a leer en común estuvo muy disputada entre Ruiz Lafón, Dan Brown y Paulo Coelho. Ganó Coelho. Así se entiende: si su idea de Literatura es un best-seller resulta lógico que quieran ser muchedumbre.
Para enderezar la educación haría falta un cambio de rumbo estético y ético: que se respetase lo mejor, que lo excelente se reconociera como tal. No pienso que sea imposible. Creo que no se quiere bajo ningún concepto. Y mientras tanto, se ponen parches legales a la debacle educativa. Sin pausa. Y en el próximo PISA, seguro que peor, ya verán.
[Publicado en Alba, recogido en la página de la Fundación Burke]
2 comentarios:
Eres un crispador. ¿No te has enterado de que contamos con el mejor sistema educativo de nuestra historia (Cabrera dixit)? Zapatero ya dijo, además, que esto era culpa d elos padres, que son todos unos catetos. Únete al consenso, hombre, a la democracia de los imbéciles.
Creo que al gobierno no le ha gustado el informe PISA, creo que han dicho que se "inclina" demasiado hacia el lado opuesto a sus interéses. Como siempre obvian que si dejaran de darle vueltas verían que en realidad la torre está recta, lo torcido es su zapato.
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