viernes, 6 de febrero de 2009

Otro elogio de la lectura

Gracias a los delicados desvelos de mi mujer voy a poder cumplir, si no uno de mis sueños, al menos una de mis peores pesadillas. Desde muy pequeño soñaba que iba al cole perfectamente vestido y muy repeinado, pero en zapatillas. Un compañero lo descubría, se desternillaba y avisaba enseguida a todos. Esa pesadilla me ha acompañado fielmente durante toda mi carrera académica: pasé (en babuchas) del colegio a la universidad, y ayer no más soñaba con que iba en zapatillas a impartir mis clases al instituto para sorpresa (relativa) de mis alumnos y alumnas, compañeros y compañeras, conserjes y conserjas. Espero que entre mis lectores no haya ningún freudiano, por su bien y por el mío, que a saber qué oscura interpretación tendrá esta pesadilla de andar por casa y salir, uf, afuera.

Sin embargo, gracias a mi mujer o, siendo más precisos, a los Reyes Magos, el horrible y reincidente sueño se ha esfumado. Los Reyes me trajeron unas zapatillas de piel tan elegantes que parecen unos mocasines de esos finos que lucen los madrileños y que tienen en el talón unas gomas con bultitos para conducir con más seguridad. Como ya no pasaría nada si fuese a trabajar en zapatillas, he dejado de soñar con ello.

A cambio me he puesto a soñar con que envío a ALBA un artículo onírico, con faltas de lógica, de sintaxis y de ortografía, como dictado por Magdalena Álvarez y por Miguel Ángel Moratinos al alimón. Me veo en la mañana del viernes (con o sin zapatillas, eso ya da lo mismo) leyéndome con estupor y vergüenza propia. ¿Cómo pude mandar esto?, me pregunto, tirándome de los pelos hasta que me despierto, sudoroso, y suspiro, medio aliviado.

Entre que se cumple o no esa pesadilla probable, la vigilia va haciendo de las suyas. Ayer metí la pata como hacía tiempo (dos o tres semanas) que no la metía. Supongo que no sueño con meteduras de pata (con independencia de que la pata acabe en zapatilla o en botín acharolado) porque ya las meto bien despierto.

Un motivo de peso mío para amar la lectura es que, mientras uno lee, está calladito, en su casa y soñando despierto. En este sentido, es indiscutible que los libros mejoran el mundo. Con la crisis auguran que aumentará la lectura, porque es un ocio barato. Ojalá. A mí, aunque costase un riñón, ya me compensaría. Y además se puede hacer en zapatillas.

13 comentarios:

Jesús Sanz Rioja dijo...

Dichoso tú. Yo suelo soñar que salgo en calzoncillos a la calle. No veas qué mal se pasa cuando te das cuenta.

Juan Antonio González Romano dijo...

Para que después haya quien diga que los Reyes Magos no existen. Vamos, hombre.

Corina Dávalos dijo...

Yo soñé el otro día que me robaban el ordenador -con la tesis- por dejarlo en la mesa de la biblioteca sin candado. El sospechoso era un chino. Incluso días después se me cerraba el estómago al recordarlo...lo que me queda es ir a un chino comprar una tesis sobre Ricoeur. ¡Sólo eso les falta en stock...!

Mery dijo...

Yo sueño a menudo que me llaman de la Universidad para decirme que me falta alguna asignatura para acabar la carrera. Yo contesto que no, que tengo el título en casa, y ellos erre que erre. Una angustia...

Una pregunta: ¿qué es eso de unos mocasines de esos finos que lucen los madrileños? Qué gracia me hace.
Feliz fin de semana

Embajador dijo...

A un compañero de colegio de hecho le pasó eso. Hoy es un famoso y renombrado abogado, y no dejamos de recordárselo. Si la gente supiera......

Mi sueño particular sigue siendo el dia antes de empezar los finales de último curso de carrera. De repente descubro que no me acuerdo de nada y que no me va a dar tiempo. Sucede al menos una vez al mes. Me levanto sudando frío.

Agus Alonso-G. dijo...

El mismo sueño de las zapatillas era mi pesadilla recurrente. Desde que cambié de casa, hace unos años, me pasa raramente.

Escoliasta dijo...

Sólo una mínima queja, juzgar que la lectura es ocio barato (¡barato!) puede dar lugar a todo tipo de interpretaciones mucho menos alambicadas que las de D. Segismund Freud. Se puede ser rico, o bien avaro, o bien tener un librero amigo y generoso, o bien... Pero ¡ocio barato!

José Miguel Ridao dijo...

Es curioso, yo también he tenido muchas veces ese sueño, y me regalaron en septiembre esas zapatillas elegantonas; de hecho, ya no me da vergüenza bajar al trastero en el ascensor. Esto es inquietante, uno de estos días me voy a encontrar una entrada mía en un blog ajeno. No hay nada nuevo bajo el sol, pero es que casi todo lo que hay está ya escrito (hagan la prueba, tecleen en google).

E. G-Máiquez dijo...

Qué bueno lo de Ridao: lo de encontrarnos entradas nuestras en los blogs ajenos, que de eso se trata.

Y qué curioso catálogo de sueños, desde el de JSR, tremendo, hasta el chino de AnaCó. Muchas gracias por la sesión.

Los mocasines esos finos de los madrileños, Mary, es prácticamente una broma privada a mi mujer, a la que le gustan, y se empeña en comprarme unos. Son esos náuticos o así de piel muy fina, casi zapatillas precisamente, que a mí, de un pueblo do veranean los de Madrid, me parecen muy propios de ellos. ¡Nosotros, como en una novela costumbrista, llevamos alpargatas! O náuticos de verdad, de toda la vida.

Y muchas gracias a A Día de Hoy, que me regala un artículo explicando porque los libros son baratos, aunque no sé si ya lo escribí. Uf, tengo que verlo. En cualquier caso, o lo escribiré o lo colgaré aquí.

Abrazo a todos, y felices sueños.

Fernando dijo...

Hummm... Pensé que ibas a desvelar, al final, la metedura de pata. Otra vez será.

Pese a vivir en la capital, no sé cuáles son esas zapatillas tan finas de Madrid; debe ser que voy a tiendas cutres, o por barrios de pobres.

E. G-Máiquez dijo...

Siento haber creado falsas expectativas, pero si lo cuento, las metos (las patas) dos veces.

Digo, éstos o así.

Adaldrida dijo...

ésos o así no son finos sino pijos, eihhhh. Yo soñaba con una chaqueta roja: todas las niñas del cole ideales con sus "jerseises" azultos y yo, hala, chaqueta colorá. De ahí mi fobia, supongo.

Fernando dijo...

Maestro, qué elegante zapato o zapatilla. Comprendo que ir con ellos al cole ya no sea una pesadilla, sino un sueño.