viernes, 6 de marzo de 2009

Un clavo ardiendo

Ya a las 11 y cuarto de ayer di por perdido el día. La mañana se me estaba complicando y la tarde la traía complicada con premeditación. Mientras me dirigía atropelladamente hacia mi coche, pensé: “la única solución para hoy es que un fulgor poético instantáneo se me cuele por algún intersticio, y agarrarme a él como a un clavo ardiendo”. La idea me salió de 17 sílabas:
Se me complica el día:
tan solo un haiku
podrá salvarlo.
Pero no era un haiku salvífico, ni mucho menos. El día seguía inútil. Inútil, sí, pero muy formal, porque iba cumpliendo lo que se esperaba de él, gestión tras gestión, sin solución de continuidad. En un atasco tuve, por suerte, un susto repentino. Con el viento largo y frío una palmera se agitaba talmente como la cabeza de Medusa: me quedé de piedra. Sólo los pitidos de los coches de atrás rompieron el maleficio o me lanzaron de nuevo al mío, que era el de un Sísafo burocrático con su carpetita de papeles de abajo a arriba.

Al final de la tarde, cuando salía a hacer otra tanda de gestiones, me deslumbró un reflejo naranja, miré y:
Deja el sol último
un rayo en la farola.
Juega a encenderla.
No me salvará para la posteridad, como decía Borges de quien una tarde oyó cantar al ruiseñor, pero, bueno, era muy bonito ese interés del sol por no dejarnos a oscuras, y me iluminó lo que quedaba de día, que eran aún unas horitas.

10 comentarios:

Dal dijo...

Magnífico segundo haiku. Como aquel otro de las bombillas que, a la distancia exacta, parecen estrellas.

Corina Dávalos dijo...

EL segundo haiku salvó tu día ayer y a mí me ha iluminado ya lo que queda de éste. Gracias (y me alegra ver un haiku por aquí...)

Unknown dijo...

De cuántas cosas nos salva un haiku.

Juan Antonio González Romano dijo...

Como han dicho los comentaristas anteriores, el segundo haiku bien vale un día, y mucho más: un día perdurable en muchos otros.

Jesús Cotta Lobato dijo...

La poesía es un don, un atisbo del infinito. Haces bien por permitirle que te ilumine esta vida tan cotidiana. Un abrazo

Anónimo dijo...

Qué bonito y nunca mejor dicho lo del clavo ardiendo. A mí me recuerda a aquel otro tuyo, también de lo que podría ser la serie "despidiendo el día", del jilguero:

Queda un retazo de sol
en la punta del ciprés.
Justo allí canta un jilguero.
¡Es muy bonito de ver!

Anónimo dijo...

Lo bueno es el haibun, felicidades.

Mery dijo...

Estoy segura que de estos momentos absurdos y perdidos del dia podría escribirse un buen poemario. Para muestra, este botón tuyo.

Jesús Beades dijo...

Además cumple la norma japonesa de que contenga el paso del tiempo de algún modo. Es el casi llegar de la noche, en muy poco tiempo, en unas sílabas. Estupendo.

Adaldrida dijo...

Qué preciosidad de haiku, Enrique. Me encanta.
Pero también me parece genial la imagen del Sísifo burocrático, que veo que nadie se ha fijado y me parece deslumbrante, diminutivo incluido...