miércoles, 13 de mayo de 2009

Mi cuarto a espadas

Lo mío mejor es la emulación. Así que para ayer tenía pensado echar aquí mi cuarto a espadas, a lo Baltanás, con unas notas crítico-detectivescas sobre La señora Cornelia, la ejemplar novela de mosqueteros de Miguel de Cervantes. Pero el entuerto de Trinidad Jiménez, ministra malandrina y algo bruja, hizo que a toda prisa acudiese, espada en mano, en defensa de los desvalidos. Tenía previsto (y, ay, escrito) un artículo sobre el Papa y Tierra Santa, que se quedará ya en el limbo del archivo de mi ordenador hasta el día del valle de Josafat. En periodismo, cuántas veces lo urgente desplaza a lo importante. O mejor dicho, lo trágico a lo trascendente, porque importante es todo.

(Y así vamos, corriendo de un fuego a otro, acordándome de Marta de Betania, que no escogió la mejor parte, pero qué remedio. (Y a ver si María, la contemplativa, tiene un arranque fraternal y me inspira un poema, que eso sí que lo tengo, uf, desplazado.))

5 comentarios:

Juan Antonio González Romano dijo...

La píldora del día siguiente (lo del día después es un anglicismo que no me convence) hasta hace dos telediarios tenía efectos secundarios; ahora, por arte de ley, no. Volvemos a lo de siempre: a una niña de quince años o menos no le dan una aspirina en la farmacia, pero sí una píldora abortiva. Qué modernos somos, qué barbaridad.
Estupendo artículo el del Diario, Enrique: también sabes sacarle partido a las urgencias.

Ángel Ruiz dijo...

Es un artículo muy bueno. Y también es muy bueno literariamente, claro. Por ejemplo: la televisión como
"profiláctico catódico del análisis crítico" es un aforismo estupendo.

LFU dijo...

Me quedo para los restos con la soberbia definición de la televisión como "profiláctico catódico del análisis crítico", que anoto en mi cuaderno de citas.

Jesús Sanz Rioja dijo...

El título es el más atinado que podría pensarse. Yo lo utilicé hace años cuando lo del Gran Hermano, y no cabe duda de que lo que está gestando el gobierno es un inmenso GH.

Atiza dijo...

Una vez me contaron que María amaba las cosas de Dios y Marta, al Dios de las cosas. (¿Qué tal por ahí el poema?)
Me quedo en Betania por una temporada.