Para hacerse perdonar que pasara por el Puerto sobre ascuas, Carlos RM me envío una invitación a Spotify. Yo me había quejado de no ser capaz darme de alta solo. Ahora que lo he conseguido, qué buena música, en efecto. Pero a los diez minutos, ya estaba buscando a Mario Quintana y a Dante…
No tengo remedio. Del viaje a Sicilia me traje dos euros con el perfil de Dante, viva moneda que nunca se volverá a repetir, me recitaba. Lo guardé en mi cartera y cada vez que pagaba perdía mis buenos segundos en identificar la moneda italiana y apartarla con cuidado. Era un homenaje continuo. Un día, sin embargo, se me perdió. ¿Pagué algo con ella? Para mayor mosqueo tuvo que ser confundiéndola con una moneda de un euro porque cuando había que soltar dos yo ponía los dos ojos. Luego, en un aparcamiento subterráneo de Jerez, yendo al ginecólogo por primera vez, la máquina me devolvió el perfil de Dante, que por lo visto se volvía a repetir.
Ahora las colecciono: tengo cuatro. Tuve cinco, y, ay, ay, volví a perder otra. Siempre llevo en la cartera la última adquisición, para no dejar de rendirle ese segundo de peligroso homenaje, y cuando me entra un Dante nuevo, lo celebro mucho, relevo al antiguo (que debe de suspirar aliviado) y lo meto en una cajita. Mi meta es llegar a cien, como los cantos de la Divina Commedia. Y así vamos pasando el rato.
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4 comentarios:
Por seguir con las intertextualidades (y con mi merecida penitencia), busca en Spotify la canción Todo se transforma, de Jorge Drexler:
El vino que pagué yo,
con aquel euro italiano
que había estado en un vagón
antes de estar en mi mano...
Interesante.
¿Y por qué cien? ¿No habrá un número simbólico dantesco para ponerse como meta?
mE ENCANTA, ME ENCANTA ME ENCANTA
cien euros o cien monedas??
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