Hablaré de lo mío, que me duele más. Hoy nos reunimos los viejos (ejem) compañeros de colegio, y durante la compleja preparación del encuentro ha circulado mucho una foto de 1979, cuando visitamos, qué cosas, precisamente, el Diario de Cádiz. Pero por más que he aumentado la imagen y repasado una a una las felices caras de los escolares que fuimos, no he dado conmigo. ¡Con las ganas que tenía de llevarle la contraria a Neruda y suspirar a pie de foto: “Nosotros, los de entonces, somos aún los mismos”!
¿Es posible que haya cambiado tanto que no me reconozca? Claro que es posible, por desgracia; pero pedí socorro y los que me recuerdan de aquellos días no me ven por ninguna parte. Las posibilidades se reducen, pues, a dos: o ya con la tierna edad de diez años huía de las fotos como de la peste (y me escondí detrás de algún compañero) o ya con diez años andaba distraído (y llegaba siempre tarde o nunca). Mi ausencia, en uno u otro caso, adquiere dimensiones —aunque proporcionalmente pequeñas— proféticas. Lo que está descartado es que no fuese a esa excursión porque estuve allí, y hasta quién sabe si el veneno del columnismo no se me inoculó aquel día, con ese olor a tinta fresca que todavía, más de veinte años después, recuerdo tan bien.
9 comentarios:
A diferencia de Zapatero, tu ausencia en las fotos tienen motivo poético inesperado y bello, pero en sus ausencias hay un motivo burlón y condescendiente. Las comparaciones son odiosas, sobre todo cuando se compara a un poeta con un presidente del gobierno. Ciertamente prefiero los instintos poéticos del destino de los poetas a los tropiezos burlones y dolorosos de los políticos. Se comprende el corazón humano más con los primeros.
Un Saludo
Yo no estoy en la foto de Becas de mi promoción en el colegio. Creo que estaba viajando. Y ahora las alumnas me preguntan, ¿quién es usted? y no puedo decírselo.
Las cosas suelen tener el significado que cada uno podemos llegar a darle. En tu caso, como bien indica el señor Antonio Rivero, seguramente tenga un sentido poético.
Ya estoy de vuelta, mi buen Enrique, tras unos exámenes superados con amplio éxito.
Un abrazo!
Como no seas el que se semioculta tras el niño rubio sentado y de histriónico gesto de la primera fila. O averigua si es que la visita se dividió en dos partes o días diferentes y esa no es tu foto.
Dios te pague, MABS, el afán investigador de filólogo de pro. Hoy, entre copa y copa, seguiré investigando.
"El significado que podamos llegar a darle", eso es, bienvenido WJ, la vocación del poeta.
Y su sino, Llir, salirse de todas las fotos.
Claro que hay diferencias, AR, con los políticos: su vocación es, precisamente, salir en la foto.
Ejem, creo que quiere usted decir... "más de treinta años después" (es cierto que más de treinta son, en efecto, más de veinte; pero usted ya sabe por dónde voy...)
Un saludo
Hay otra posibilidad: que lo hayan mandado a Ud. a sacar(¿"tomar"?) la foto.
Saludos.
Hay otro más oculto aún tras el cuarto de la última fila (los que están depie).
De todas formas suspira eso tan bonito, no te quedes con las ganas. Eres el de entonces aunque no puedas verte en la foto o realmente no estuvieses en ella.
Si tu vocación a la columna se debe a esa ocasión, yo brindo por ella, con foto o sin foto.
Te comprendo perfectamente, a mí también me ha dado por huir de las fotos pero hace poco alguien me hizo ver una gran verdad: por mal que salgas en una foto, pasados unos años te veras estupendo.
Pues a mí de la foto me llama la atención la sonrisa de casi todos (hay uno en la esquina que posa muy serio). Me hace pensar en las fotos del colegio de mis hijos. ¿Será que hoy no sonríen así los niños?
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