miércoles, 3 de noviembre de 2010

¡Maldición!

Lo peor es que lo digo en serio.

5 comentarios:

Mora Fandos dijo...

La ropa habla de nosotros, pero también nosotros somos los que hablamos a través de ella. Cuando descubren el habitual niño en las selvas de no sé dónde, criado por lobos o chimpancés, totalmente desnudito, ya a su edad de hacer el difunto servicio militar, no suele hablar. La desnudez suele ser una mordaza.

Anónimo dijo...

Me encuentro hoy con una cita atribuida a H. Michaux que dice que el traje es una concepción de sí mismo. En mi caso (y a la vista de tu artículo, posiblemente también tu caso), no es más que la extrapolación de la concepción mi mujer en mí. Mi ropa habla de mí, quizás en cómo la llevo, pero más, mucho más, habla de mi mujer. B

Avd dijo...

Estoy de acuerdo contigo...pero que le vamos a hacer, una ya se acostumbra al entorno social en el que vivimos e intentamos seguir, con nuestros propios gustos, un poco la "norma", de la vestimenta...
Tengo pánico de cómo será la próxima moda de pantalones de mujer...y si tendré que adelgazar mis tobillos (cosa que no tiene lógica) pero bueno, estaría gracioso.

Por cierto, buen blog Enrique, y no es por hacer la pelota, que es lo que todos los profesores piensan..o algunos.

Gonzalo GY dijo...

Jajjaa. Me ha encantado.

Y ciertamente me imagino a su alumna diciéndole eso de "¿A que hoy su mujer no le ha elegido la camisa?", como a mí me lo ha dicho alguna vez alguna compañera de trabajo.

Me ha recordado a mis tiempos de adolescencia, cuando a uno de los miembros de la pandilla le decíamos al verle cómo venía vestido "¿qué...? Que tus padres y tu hermana no estaban en casa, ¿no?" a lo que él, daltónico perdido como todos sus hermanos varones contestaba "joé... y hoy ¿de qué colores vengo?"

Cristina Brackelmanns dijo...

No te preocupes. A los hombres un detalle desastrado os queda bien.
Despierta la ternura femenina.