viernes, 9 de septiembre de 2011

Peligro: posjuicios


Muchísimo peor que un prejuicio es un posjuicio. El posjuicio se produce cuando aquel que una vez se tomó el trabajo de juzgar ya no admite apelación ni cambio en su sentencia: erre que erre. Mientras que el prejuicio por más resistencia que ofrezca al fin ha de enfrentarse al juicio –que va tras él– y además arrastra una pésima reputación, el posjuicio ya ha dejado atrás el juicio, irremediable. Para él no hay cambios ni arrepentimientos que valgan ni, en el caso de que el posjuicio fuese positivo, rectificaciones ni matizaciones. Que a pesar de su frecuencia haya sido tan poco criticado, con la excepción del refrán “Ten buena fama y échate a dormir”, demuestra lo sólido de su posición. Su efecto en literatura es devastador. 

4 comentarios:

Anónimo dijo...

En las relaciones personales, es malo el prejuicio, peor el juicio (“no juzguéis…”), y más aún el posjuicio, parecido a lo que en el orden judicial se llama sentencia firme.
Jilguero.

E. G-Máiquez dijo...

Qué finísimo comentario. Me lo memorizo. Muchas gracias.

Anónimo dijo...

Anda, pues yo habría pensado que "posjuicio" fuera el resultado de "posjuzgar", lo cual precisamente implica revisión y descarta la firmeza -entendida como inimpuganibilidad- del juicio.

Ayer leía una cita de las
Partidas, muy bonita, relativa a la fijación del precio por un tercero y su posibilidad de revisión:
"que si este en cuya mano meten el precio, lo señalase desaguisadamente mucho mayor o menor de lo que vale la cosa, entonces debe ser enderezado el precio según albedrío de hombres buenos"

Qué época oscura, ¿eh?

José Luis

Jesús Cotta Lobato dijo...

De esto se podría escribir un tratado.