sábado, 17 de septiembre de 2011

Pregunta inquietante

¿Es el pecado un componente fundamental de la literatura? De la música y de la pintura y de la arquitectura no, qué suerte. 

18 comentarios:

Anónimo dijo...

Mas que del pecado quizás haya que hablar de la desdicha. Se dice que no hay (o hay muy poca) literatura que nos relate la felicidad.

Anónimo dijo...

El pecado es un concepto judeocristiano que no todas las sociedades comparten. Si te refieres a lo que se considera “inmoral” desde esta perspectiva, es un tema que se ha reflejado en todas las manifestaciones artísticas de todos los tiempos y culturas aunque en determinados momentos históricos haya sido censurado.

Podemos poner infinidad de ejemplos; las bacanales romanas, los cuadros de Touluse Lautrec, la pintura erótica de Picasso, El pecado de Franz Stuck, El origen del mundo de Gustave Coubert, la arquitectura erótica etc. En música podemos destacar desde la sensualidad de las danzas orientales hasta la reciente llegada del heavy metal o el rock gótico o satánico. Así mismo, de igual forma que han existido los llamados poetas malditos también han tenido lugar los músicos o pintores de vida tormentosa y turbulenta, pongamos por caso a Van Gogh, Marilyn Manson o la recientemente fallecida Amy Winehouse. Cabría una infinidad de nombres en esta lista.

¿Por qué? Porque también refleja un lado de la condición humana.

Unknown dijo...

Andaba yo pensando en esto... y como si me hubieras adivinado el pensamiento, Enrique. Para la novela es necesario el pecado o, al menos, el conflicto. Sin conflicto no hay novela. En pintura, en poesía, en arquitectura no es tan necesario. Puede haberlos (como aduce en sus ejemplos el señor o señora desconocido/a número 2), pero no son imprescindibles. Creo que la razón está en que la novela (o el teatro, por cierto) se desenvuelven por imitación (ahí, el viejo Aristóteles) en el tiempo. Esa dimensión mimética de progreso temporal no está tan clara en las otras artes. En fin, uno de estos días haré una entrada sobre todo esto y trataré de explicarme mejor.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Siempre hay pecado si se crea. ¿Podemos crear? Creamos. Ya hay pecado. Menos mal que un pecado es el ojo de buey que nunca mira.

Jesús Sanz Rioja dijo...

En cuanto lo humano es componente esencial, también lo es el pecado. ¿Por qué no de la pintura o la escultura?

Otra cuestión es que la obra sea pecado en sí. Como decía PAU, en cuanto refleja la belleza, la obra es impecable.

Anónimo dijo...

Lo de Javier Sánchez, no se entiende

Corina Dávalos dijo...

HE visto como viven algunas personas...y creo que hay pecado en la arquitectura. También las escultura tiene sus representaciones de una culpa en marcha...y la pintura. No creo que la representación de un mal culpable sea un mal, siempre que no se trate de mostrarlo como algo neutro o incluso bueno. La Divina Comedia, Ana Karenina, hasta el Niño del pijama de rayas...todos cuentan algo del pecado en la vida de las personas, pero lo cuentan bien. Quizá eso es lo que cuenta.

Mora Fandos dijo...

Si la literatura quiere ser verosímil, capaz de suscitar un asentimiento profundo, tendrá que contemplarlo.

E. G-Máiquez dijo...

Gracias por las respuestas. Cierto que la pintura y la arquitectura pueden representar en contadas ocasiones el pecado, pero anecdóticamente y, además, contagiándose de narratividad. Pueden ser pecado, como apunta Corina, pero no como arquitectura-arte, sino como construcciones o urbanismo o estructura social. Podríamos pensar que es el tiempo, ese descubrimiento de Satanás en su caída (Machado dixit, el que está empecatado, y que como la literatura es un arte temporal... Pero ahí está la música, también inmaculada (si no, de nuevo, narrativizada). O tiene razón Machado y la música es un tiempo transfigurado, redimido, cuerpo o tiempo glorioso [Y de ahí que el Cielo siempre sea representado sobre todo por su banda sonora]. La literatura sería tiempo redimiéndose, transgigurándose, y por eso, el pecado (o la infelicidad, o el conflicto) como punto de partida original...

Ángel Ruiz dijo...

Lo de Javier Sánchez nunca se entiende (yo creo que ni él entiende lo que escribe, pero eso no puedo asegurarlo).

Jesús Cotta Lobato dijo...

Lo que me parece necesario para la novela es introducir un elemento que produzca un cambio. Y en ese sentido el pecado produce muchos cambios, porque acarrea consecuencias en el mundo exterior al pecador y en su mundo interior, y eso da mucho juego literario. Pero no solo el pecado introduce cambios novelescos, también, como dice un comentarista, la desgracia o la locura, como en don Quijote. Un abrazo.

Helena dijo...

Hola! Soy Helena Serrano-Suñer. Te acuerdas de hace mil años..cuando veraneaba en el Puerto?? He abierto la revista de "Misión" y ahi estabas tu! Me ha hecho mucha ilusión topar contigo. Unos 20 años más tarde! Me encanta saber que tienes un blog. Yo pinto. y además tengo 4 hijos y vivo en Sevilla y en el campo.Te contesto tu pregunta, pero no lo publiques! No soy escritora!Y hago faltas de ortografia !Pero me divierte contestarte.Besos.

El pecado está en todo lo que tiene vida,
todas las opciones están dentro, depende de si las queremos expresar o no.
Pero me gusta más como dice el anónimo, más que pecado prefiero desdicha. Para crear hace falta sentir la desdicha, o mejor dicho la tristeza. No todos somos conscientes de ella (porque no nos escuchamos), pero nacemos con ella. Ella es un motor para la búsqueda de respuestas a la existencia. Y ella es la que nos hace crear. Y lo hagamos bien o lo hagamos mal...¡Que divertido es crear!

E. G-Máiquez dijo...

Oh, Helena, qué sorpresa. Perdona que no te haga el mínimo caso y publique tu correo. Que se sepa que pintas, para empezar. Y luego tu aportación a la tertulia merece la pena, y nunca mejor dicho. Muchas gracias por este abrazo virtual, que me trae tan buenos recuerdos.

Kris Kelvin dijo...

Yo respondería que sí; porque el pecado es un componente fundamental de la vida, inseparable. Si cuentas la vida, has de contar (con) el pecado. Aunque creo que ya lo ha mencionado Javier de Navascués citando la Poética de Aristóteles, la literatura es imitación.

Ahora que lo pienso, muchas de mis novelas favoritas están llenas de pecados: La Regenta, Los Hermanos Karamazov, Rojo y Negro...

Un saludo

Unknown dijo...

Yo, sí, entiendo Javier Sánchez. Lo que más me importa sobre la relación entre el pecado y el arte, es cuánto el primero tiene que ver con la creación del segundo. Cada vez que me pongo a escribir, tengo que enfrontarme a la idea de quizás esté pecando por despilfarrar mi tiempo y energía en autocomplacencia, o algo peor. ¿Es dedicarme a crear literatura un pecado si no soy artista y no hay posibilidad alguna que llegara a ser artista? Nunca sabré si mi trabajo llegará a redimir a algunos o incluso a uno de aquellos que lo consuman, entonces creo que estoy corriendo el riesgo de pecar cada vez que me pongo a crear. El proponerse a crear arte es un acto de descarada prepotencia, si pensamos en los pocos que han llegado a inspirarnos a ser mejores.

Ángel Ruiz dijo...

Javier Sánchez Menéndez: Crear es inevitable y es pecado [por definición el pecado es evitable]. El pecado no mira [WTF].

John Julius Reel: dice que entiende a JSM. Afirma que crear es pecar en la medida que es perder el tiempo (si no eres artista). Uno podría 'redimir' a los que recibieran lo que 'crea', pero podría pecar. Como los mejores son pocos, la mayoría de los que crean pecan.

Yo: ah, mi no entender.

Nuzki dijo...

Sin duda el pecado es importante en literatura -no sé si imprescindible, al menos en poesía- pero en mi opinión, si hay pecado, para que la obra sea realmente buena, tiene que haber también redención.

E. G-Máiquez dijo...

Hoy leo en el blog de Andrés Trapiello una cita magistral de Ramón Gaya que contesta a mi primera preocupación, aunque me tira por tierra la segunda parte de mi aforismo. Ahí va:

"El arte no es expresión, sino purificación; y por lo mismo que su tarea consiste en no cantar, como se ha supuesto, sino en expiar y salvar, su destino es estar, en cierto modo, enamorado del pecado, de la imperfección, de la injusticia, del desorden. El arte no viene a mejorar ni a moralizar la realidad, sino, como hemos visto, a salvarla, pero a salvarla completa, con todo, es decir, caritativamente, más aún, piadosamente".