domingo, 20 de enero de 2013
Justo a tiempo
Los Reyes Magos me trajeron un e-book. Entre sus múltiples utilidades, excelente para leer Platero y yo a los niños por las noches, porque puedo hacerlo con la luz a oscuras, y cabe la posiblidad de que se duerman un poco antes. Carmen me ve llegar con el invento y no parece muy convencida: "¿Es eso un libro?" Sí, uno moderno. "¿Y cómo se pasan las hojas?". Tocando con el dedo. "Ah". Pero no suena convencida. O sea, que Carmen ha llegado a ser de los que vemos el invento como muy chulo, pero no talmente como un libro. Por los pelos, pero lo suyo es aún el libro de papel. Es una tontería, pero me hace ilusión.
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4 comentarios:
Yo creo que me compraré uno. Hay cosas contra las que no puedes luchar. Por cierto, el e-book es el "libro". Al cacharro le llaman e-reader, o kindle.
El lector empedernido con su impresor (mejor que lector) informático me recuerda al caracol; lleva su casa consigo.
Supongo que yo también terminaré comprandomelo.
Jilguero.
Sí, sí, leer es un vicio y encima bien visto. Nos han dicho tantas veces que leer es bueno que nos lo creemos y no nos remuerde la conciencia cuando dejamos de lado nuestras obligaciones, antes el estudio, ahora, por ejemplo, cambiar los pañales, porque total: ¡Si, estamos leyendo!
No me compraría un e-reader porque no sabría en qué lugar de la estantería de la biblioteca se ubicaría...
(¿Guiándome por el apellido del autor del primer libro cargado, o por el apellido del autor del libro en curso, o...?)
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