¡Dios
mío! Tú el heredero has de ser.
Heredarás
el verde
de los
pasados jardines y el encalmado azul
de los
cielos caídos.
El rocío
de mil días,
y los
muchos veranos de que nos hablan los soles,
y las
puras primaveras con esplendores y quejas,
tal como
cartas de una mujer joven.
Tú
heredarás los otoños, que están en los recuerdos
de los
poetas, guardados como vestidos suntuosos,
y todos
los inviernos como países huérfanos,
acudirán
a Ti.
Tú
heredarás Venecia, como Kazán y Roma,
Florencia
será tuya, la catedral de Pisa,
la
Troitzka Lawra y aquel monasterio
que entre
los jardines de Kiev
forma un
laberinto
de
corredores obscuros y secretos;
Moscú, de
campanas hondas como recuerdos
toda la
música será tuya: violines, trompetas, palabras,
toda
canción de melodía profunda
brillará
en Ti pura como una piedra preciosa.
Tan sólo
para ti meditan los poetas
y salen a
la caza de imágenes,
musicales
y ricas,
y van
madurando a través de figuras
y están
toda la vida tan solos…
y los
pintores sólo pintan
para
eternizar lo que es perecedero,
para que
vuelva a Ti inmortalizado,
cuanto
creaste Tú perecedero:
tórnase
todo incorruptible.
Mira,
cual la mujer, ya desde largo tiempo
está en
Madonna Lisa madura como el vino;
Los
escultores bien se parecen a Ti,
quieren
Eternidad. Y dicen: ¡Oh tú, piedra,
vuélvete
eterna! Que es como decir:
¡Piedra,
hazte suya!
Y aun los
amantes cosechan para Ti:
unos
breves instantes son poetas,
en una
boca inexpresiva saben imprimir
besando,
una sonrisa, como si la tornasen más bella,
y traen
su placer y el acostumbrado dolor,
que
dejaron crecer en sus pechos.
Sufrimientos
escóndense en sus risas,
anhelos
que dormían y despiertan
para
llorar sobre el pecho de otro.
Atesoran
enigmas y misterios para luego
morir
sin
comprender, tal como los animales mueren;
pero
quizá tendrán nietos
en que
madurará el verdor de sus vidas,
y llegará
por éstos a Ti aquel amor,
que ellos
gozaron ciegos y como si durmiesen.
Y así
fluye hacia Ti la abundancia del mundo.
Y tal
como las pilas más altas de las fuentes,
sin cesar
vierten a las más profundas
las
guedejas brillantes de sus sueltos cabellos;
así
también se vierte la abundancia en tus valles,
cuando los pensamientos y los seres rebosan.
cuando los pensamientos y los seres rebosan.
[Trad. Jaime Bofill y Fierro]
* Me he permitido tachar dos versos no sólo por caballerosidad ni por Leonor y Carmen, sino porque me parece que se le fue la mano a Rilke y que si se piensan un poco son contradictorios con el resto del poema. Lo he hecho, pues, en defensa del propio Rilke y su extraordinaria oración. "Y así fluye hacia Ti la abundancia del mundo"
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