Esta tarde hemos tenido que consolar un poco a Quique. Su castillo ha recibido el asalto de los otros niños y ha perdido la bandera y el puente levadizo, además de algunas arrugas en las figuras. Es la fuerza del sino, le he explicado, el precio de la fidelidad. Los castillos están para resistir los ataques de las hordas. Las ruinas son un timbre de gloria. Lo más propio de un castillo.
miércoles, 22 de octubre de 2014
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