miércoles, 30 de septiembre de 2015

Alegres cadáveres


La reseña de Cosas que me has contado ya la ha hecho Ángel. Y los poemas saltan del libro a la red como en una pesca milagrosa.

Por mi parte, me pasmo ante la importancia de las segundas y las terceras lecturas. Me acaba de ocurrir con El sueño de una noche de verano. Contra Chesterton (ay de mí) y contra René Girard (ay, ay), la primera vez que vi la película de Michael Hoffman, contra Borges (ay, ay, ay), Shakespeare no se abrió camino. Esta vez sí, y cómo, y cuánto.

Ay de mí, de nuevo, porque si no tengo tiempo para leer lo mínimo que debería y quiero, qué, si encima tengo que releer y trileer para enterarme de algo.

Con el libro de José Luis de la Cuesta no ha sido talmente así, pues me gustó desde el primer poema leído por azar (o Providencia). Pero en esta cuarta o quinta lectura he descubierto un poema enorme, que mira cara a cara a César Vallejo (¡al mejor César Vallejo!). El temple moral de este poema me ha venido como lluvia de septiembre al alma reseca: me ha sostenido —alegre cadáver— en el campo de batalla, nada menos.


SEGUID DISIMULANDO 

El castillo estaba rodeado 
de alegres cadáveres. 
Los cuervos curioseaban 
y pronto el sol, reverberado 
en su negro plumaje 
llamaría la atención de los buitres. 

Oculto entre los cadáveres 
el cobarde había decidido 
hacerse pasar por muerto. 

Lo hizo tan bien 
que cuando los soldados muertos 
comenzaron a ponerse en pie 
y congregar a sus caballos, 
él seguía muerto 
y no pudo levantarse. 



1 comentario:

Miguel dijo...

¿Éste es aquel que escribía un blog como varaverde, balaverde o algo por el estilo? Por lo que he leído por ahí tiene ciertas influencias de tu blog eh...