En los muy generosos resúmenes de mis intervenciones compostelanas, Ángel Ruiz no incluye algo muy interesante porque no lo dije.
Sí recite este poemita inédito:
PIDO
MÁS
Me gusta oír
a los enamorados
demorándose
hablándome prolijos
de las muchas
bellezas de sus novias,
de las del
cuerpo y de las del alma.
Me gusta más aún
si las conozco
y yo jamás les
vi tales encantos.
Asiento
deslumbrado y pido más.
Soy un ciego
al que explican los colores.
Y conté, en plan anécdota del destino, que lo escribí en abstracto, sin un caso que me lo motivase, pero que a los pocos días un amigo me hablaba maravillas para mí ignotas de sus hijos y que vi asombrosamente realizado mi poema. Lo que no expliqué en mi disertación fue esto: que la poesía encuentra a menudo la verdad de forma preventiva, que se adelanta, lo que podría haber enlazado con la condición de "vate", y haberme dado un juego excelente.
Me acordé ayer, leyendo Anécdotas del destino, precisamente. El narrador del cuento "El buceador" dice: "Para un poeta resulta pavoroso descubrir que su historia es cierta".
Y lo resulta, pavoroso, aunque sea en una cosa tan pequeña.
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