sábado, 1 de diciembre de 2018

Verano del 94


Me ha gustado mucho el poemario de Daniel Fernández (Barcelona, 1988), Las cosas en su sitio (Siltolá, 2018). Entre mis poemas favoritos, están «Rosa, Rosae» o «Seremos fuertes». Son textos estupendos que cumplen  con creces las exigencias de mi poética. Pero, además, el joven poeta me ha dado dos lecciones que me hacen mucha falta. La de que basta un apunte con autenticidad, sin más, para provocar una intensa descarga de emoción poética trascendida:

VERANO DEL 94 

Que otros ansíen libertad, 
tiempo infinito o ser felices. 
Vuelva a mí el gozo de creer 
que nadie en Tejerina 
conocía el moral de Los Hortales.

Y la de que basta crear, con el poder encantatorio de las palabras, un tono anímico, en este caso el de la tristeza, para que el poema funcione y lo agradezcamos y nos consuele. También, de nuevo, esa renuncia a la exposición de un planteamiento y una explicación  redunda en una ganancia poética: 


TRES TRISTES TIGRES  
 
Tres tristes tigres 
tiritan en la tarde. 
Retumba un trueno extraño. 
Mamá tigre ya tarda 
........................--se retuerce 
su muerte trémula en la tierra inerte. 
Tiritan tristes en la tarde 
tres tigres.



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