viernes, 8 de febrero de 2019

Evangelio del día


Mi tesis es que para que algo salga mal tienen que hacerse muchas cosas mal. La vida es muchísimo más misericordiosa de lo que pensamos y Murphy es sólo un oportunista que hizo su ley para que escurriésemos el bulto y la responsabilidad.

Se ve claramente en el Evangelio de hoy:

La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven:«Pídeme lo que quieras, que te lo daré».Y le juró:«Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino».Ella salió a preguntarle a su madre:«¿Qué le pido?».La madre le contestó:«La cabeza de Juan el Bautista».Entró ella enseguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió:«Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista». 
Entró ella enseguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió: «Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».
El rey se puso muy triste; pero por el juramento y los convidados no quiso desairarla. Enseguida le mandó a uno de su guardia que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre. 

Herodes podía no haber tenido su lío con Herodías, que es hasta aliterado y casi cacofónico. Podía no haberse excitado tanto con la danza de la niña. Podía no haber sido un bocazas. Podía no haber jurado. Pero aún así, si hubiese sabido algo de Derecho y hubiese sido humilde, le podría haber dicho a la niña: «Nemo dat quod non habet. Medio reino es mío y te lo daría, pero la cabeza de Juan es de Juan y eso escapa al ámbito de juramento tanto como si me pidieses la luna lunera». Seguro que no hubiese desairado tanto a los invitados. Los más sensibles hubiesen suspirados aliviados de librarse del espectáculo del decapitado; los más religiosos, hubiesen dado gracias de no tener ser siquiera cómplices de atrezzo; los más romanizados, hubiesen admirado el latinajo; y, por último, los más juristas hubiesen admitido que el argumento era impecable. Herodías se habría molestado, sí, pero quizá la niña hubiese podido pedir algo más útil, que le hiciese más ilusión, más apropiado para su edad.

Si Herodes hubiese atendido en su clase de Derecho...


2 comentarios:

Riforfo Rex dijo...

Disculpe la osadía.
La verdad es que son pocas las razones que da para justificar la actuación de Herodes (el juramento y los convidados), esencialmente lo hizo "para que los otros vieran" que no incumplía su palabra, una cuestión de mero orgullo.Tenía poder suficiente para incumplirla y que nadie le tosiera, en cuanto a la niña, mañana se le habría quitado, seguramente, el enfurruñamiento.
Ahora, la cónyuga.¿Qué inquina acumulaba contra el pobre Juan? Juan amenazaba sus prerrogativas conyugales por un quítame allá esas legalidades teocráticas. Tal vez estamos ante una de las últimas rebeliones de la mujer ante la imposición patriarcal. La pobre Salomé era solo la extensión de su brazo manipulador.

josemaria dijo...

Buenísimo Enrique, buenísimo. Una alegría leerlo de vez en cuando. Pienso que es usted un héroe, sabe? Si hubiera una buena foto de usted por ahí, la guardaba en mi álbum de superhéroes. Entre ellos están mi abuelo, don Juan Valera, el noble señor Don Quijote y otro Enrique. Hay otros, también, pero tampoco hay que forzar al tedio enumerando.

En fin, que me parece usted un héroe: en estos tiempos en que todo el mundo quiere ser grande, conocido o -esto los más mediocres- aplaudido y famoso; usted se centra en lo importante, que es ir al Cielo. Que es tener la casa ordenada, ordenados el corazón y las ideas, el rumbo bien establecido y la familia muy unida, siempre creciendo más y más para adentro.

Siga usted escribiendo, que es un verdadero gusto leerle y, como con el Quijote, siempre se remueve alguna esperanza entre sus líneas, algun noble propósito. Un abrazo desde -muy a mi pesar y mi sopresa- concretos tiempo y espacio, lugar y hora.