viernes, 27 de abril de 2007

Lirismo de combate

Ha florecido el inmenso árbol del paraíso a la entrada del Instituto. Sin embargo, este año no me estremece tanto como el pasado, cuando el perfume de sus pequeñas flores (levemente violetas) le podía al olor del sistema de cañerías del centro, que por entonces estaban arreglando. Las obras, contra todo pronóstico, acabaron, y hoy el árbol reina sobre un jardín bastante edénico. Es muy bonito y huele aún mejor, pero la emoción de entonces, cuando las flores derramaban misericordia y entablaban un combate aéreo para rescatarnos unos días de primavera, aquella emoción, desengáñate, no volverá.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo ahora tengo una palmera y un atardecer, un escenario que es mágico y único. Un lugar, el lugar. Una azotea a la que han venido pintores, escritores, artistas y sobretodo gentes varias a simplementen gozar de esas puestas de sol que, para llenarlas de sentido necesitas compartir...Y ahí entre cervezas, personajes de lo más variopintos y discusiones que nos llevan a hablar de lo divino y de lo humano, me ha venido a la cebeza un arbol, ese arbol-tiempo. Un arbol de mis tiempos de universidad, un arbol con su propia historia y a la vez ajaena. Un tronco de madera que marcaba las pautas según la estación y sobretodo la época del año...Una especie de almendro chino que estaba en frente del edificio central y que únicamente teniamos en cuanta en época de éxamenes: Allá por abril, cuando sus ramas intuían una nueva estación y timidamente iban creando un algo, una base, con solo verlo te decía: estas a tiempo, vete y estudia...que estamos igual.
Y llegaba Mayo, ese tiempo exultante y sabrosos...y él ya estaba dando sus flores...y solo verlo era una pregunta: ¿y tú?... y te entraba una especie de agobio, de angustia, porqué sabías que él estaba listo y tu...
Y como por arte de birli y birloque, llegaba junio, y él, cansado empezaba a desprenderse y a sacudir aquellas flores ya marchitas...y entonces a la desesperada sólo te quedaba encontrar aquel secreto alquímico de ese pegamento que te diera un poco más tiempo para hacer las cosas bien.

XavMP dijo...

Para la poesía las obras... ¡Habla con el ayuntamiento!

Corina Dávalos dijo...

Ese árbol (sr/a anónimo) está ya dejando caer sus flores, ¡ay! tan breves, pero no se creas, la biblioteca todavía no está en plena ebullición.

Ángel Ruiz dijo...

Sobre el trío de poetas del otro día esta noticia que he encontrado. A falta de pan, buenas son tortas.

E. G-Máiquez dijo...

Vaya, Arp, ¿te parece poco lo que cuento en sobre con bajo entre líneas?

Ángel Ruiz dijo...

Hombre, lo que contabas era muy interesante, pero como que me sabía a poco.

Nadie dijo...

Pues a mí tu lirismo de combate, Enrique, me "huele" (salvando las distancias) a Bécquer. No somos viejos, amigo, pero a nuestra edad, ciertamente, hay muchas golondrinas que ya nunca volverán.

E. G-Máiquez dijo...

Ya veo que te sabía a poco, relector.

Jesús Beades dijo...

Pero vendrán cosas buenas también, mejores incluso, y en estas habitaran aquellas anteriores, como en el vientre de la ballena habitaba Jonás.

Coni Danegger dijo...

Qué sorpresa que un hombre recuerde de un año a otro cómo huelen los árboles. En la poesía a veces parece que todo es ficción y el artista "inventa", se enrieda con las palabras y crea un mundo, pero otras veces que "descubre" dentro de sí un mundo que ya estaba y sólo le da forma y lo hace comunicable con las palabras. ¿De qué habrá más, si en verdad hay algo así?