jueves, 4 de diciembre de 2008

El curso infinito

Funes, el famoso memorioso, necesitaba como mínimo un día para recordar un día; yo necesitaría una clase entera, como poco, para precisar lo que dije en la clase anterior, y así sucesivamente.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Genial! A mí me pasa lo mismo.

Marulino de Italica dijo...

El problema se elimina si das dos horas de clase: la primera para recopilar el día anterior y la segunda para avanzar en el temario... claro que al tercer día la clase debería ser de cuatro horas... y la siguiente de ocho... ufff, mejor no precisar

E. G-Máiquez dijo...

Una programación geométrica, se llamaría eso, Marulino. Buena propuesta.

Escoliasta dijo...

Las narraciones borgianas tienen el valor de contramodelos metafísicos, imposibles por paso al límite. Sus clases son reales, efectivamente las da, (de no ser así la cuestión sería de otro tipo) y su impresión de "repetir" la "misma" clase ha de ser necesariamente falsa. A mi juicio es un indicio de la calidad excelente de su docencia. Mis mejores profesores jamás avanzaron más allá de los primeros puntos de sus programas y realmente dieron otros muy distintos... pero siempre de una extensión enorme, porque cada presunta "repetición" siendo de hecho "otra clase" les conducía a territorios vinculados, pero no esperados a la luz de la programación. Creo que alguna vez he practicado esos viajes de retorno que son, de hecho, nuevos viajes. Le doy la enhorabuena por su clase de este curso sino trayectoria, que es - a su parecer - un punto, diría que de densidad infinita.

Lucía dijo...

Eso es por saber demasiado...

Anónimo dijo...

Puede que Dios, sin necesidad de hacer milagros, se haya valido de mi falta de memoria, para pagarme el ciento por uno. Había olvidado por completo que tenía entre unos papeles cierta cantidad de dinero. Exactamente cien veces más de la cantidad que, unos días antes di a un comedor asistencial.

Mery dijo...

Me encanta oir hablar de Funes el memorioso, uno de mis relatos preferidos.