miércoles, 4 de marzo de 2009

Descubriendo Mediterráneos

Veinte años [justos] releyendo Retorno a Brideshead, y sólo ahora descubro la inmensa deuda que Waugh tiene [y reconoce] con el John Henry Newman de Loss and Gain. De muestra, un botón: los nombres de los protagonistas, Charles Reding y Charles Ryder, nada menos.

Qué bien me hubiera venido leer la novela (que como novela no es gran cosa, pero como libro, ¡ah amigo!) en aquellos años míos de Universidad. Y qué pena no haber manejado el dato cuando hablamos de los nombres propios de Brideshead. Hace poco Manupé apuntó que tal vez Cordelia podría venir de Kierkeegard. Jo, en cada retorno una novedad.

Y así seguimos, descubriendo Mediterráneos. Otro: la deuda del Chesterton de Ortodoxia también con Newman. ¿Recuerdáis aquel épico fragmento en el que GKC explica que a los cristianos se les acusa simultáneamente de cobardes y de sanguinarios, de puritanos y de carnales, de pobres y de ricos, etc., según el punto de vista del que los mira, como a un hombre normal lo ve gordo un anoréxico y anoréxico un gordo? Bien, pues lean a Newman. Lean:

He becomes the paradox witch Scripture enjoins. This is variously fulfilled in the case of men of advanced holiness. They are accused of the most opposite faults; of being proud, and of being mean; of being over-simple, and being crafty; of having too strict, and, at the same time, too lax a conscience; of being unsocial, and yet being worldly; of being too literal in explaining Scripture, and yet of adding to Scripture, and superseding Scripture.

[Parrochial and Plain Sermons, Vol. V, Longmans, Green and Co., London 1891, p. 67. Para la traducción esperaremos a que el sabio Víctor García Ruiz llegue al V. V.]
Newman me perdonará esta mediterranitis profunda. A fin de cuentas, él, tan británico, ergo tan atlántico, también descubrió en su momento el Mediterráneo, el mare nostrum, la madre de todos los mares.

Y qué alegría descubrir anoche que el mismísimo Papa de Roma está (o estuvo) leyendo a Newman con una pasión parecida [mucho mejor, pero parecida] a la mía. De rebote, Ratzinger me descubre otro Mediterráneo nuevo. San Agustín, con San Gregorio de Nysa, pensó al principio que, una vez convertido, todo sería una caída hacia la luz, como la de la gravedad, pero hacia la gracia. Enseguida se dieron cuenta, ay, que más que ascensus alado la cosa era un iter áspero, lleno de las curvas y los recodos de las reconversiones. Encuentro aquí otro motivo para seguir admirando a Dante, pues en la Divina Commedia, si uno cae, él no deja que nada se pierda: conjuga a la perfección la idea del iter [a través del inferno y en la primera parte del Purgatorio] con la del feliz ascensus [el segundo Purgatorio y, sobre todo, el Paraíso].

7 comentarios:

Ignacio dijo...

El otro día leí una alusión a una supuesta relación incestuosa de Waugh con su hija, que me dejó patidifuso. Según quien lo escribió (ahora lo busco) es poco menos que cosa sabida y fuera de discusión. He hecho un poco de búsqueda y desde luego no parece que lo sea.

¿Tienes algo de información al respecto?

Ignacio dijo...

Ya lo tengo: es una reseña aparecida en el NYT del libro de Alexander Waugh sobre la familia Wittgenstein. La firma Jim Holt, y acaba con este párrafo:

For all their quarreling, madness and self-destruction, the Wittgensteins were at least spared one sort of dysfunction: there is no trace of incestuous impulses among them. The same, alas, cannot be said of the author’s own family. Evelyn Waugh freely avowed feelings of more than paternal tenderness for his daughter Meg. When she announced her intention to wed a young man, her father sadly wrote to a friend, “She wants children, and that is a thing I can’t decently provide for her.” Even Oedipus would blush.

E. G-Máiquez dijo...

No tenía ni idea, y estoy seguro de que no tiene ni pies ni cabeza. Además de un rebote en defensa de los Wittgensteins, parece (más que una enésima versión del ladrón que cree que todos son de su condición) un caso claro de "Complejo de complejo de Edipo", enfermedad descubierta por Ibáñez Langlois y mucho más frecuente que la freudiana.

Anónimo dijo...

Te habrás dado cuenta de que 'redire', en latín, significa regresar.
Y tú lo has dicho, irse es fácil a fuerza de gravedad. El pasaje de las tentaciones a Cristo en el desierto es muy explícito: eso es el mundo y el mundo tira mucho. Pero volver es desandar lo andado y sin la gravedad a favor, como un camino inverso que sólo puede hacerse a golpe de gracia. Lo dice la Weil muy bien: "El hombre sólo escapa a las leyes de este mundo por espacio de una centella". Una centella de gracia, como un empujón cuesta arriba. Y en cada repecho un pedazo de Mediterráneo. Qué gran título, podrían decirse que en eso consiste el "reding", en llegar a descubrir lo que tenemos delante de las narices.
Gracias mil.

E. G-Máiquez dijo...

No me había dado cuenta del "redire", CristinaB, y es, desde luego, muy luminoso. Como profunda es tu lectura de la tentación grávida. ¡Qué de descubrimientos: una fiesta sin fin!

Aquilino Duque dijo...

Todas las Cordelias son nietas del Rey Lear.

Marulino de Italica dijo...

Joé qué honor... yo a continuación del Señor de Viñamarina.
Siempre me llamó la atención el por qué del Tag "y dale con Chesterton".
No se canse nunca de citarle. Yo debo mucho de mi equilibrio personal a ese autor.
No puedo dejar de recordar aquello que él mismo contaba de su novela "El hombre que fue Jueves": al parecer un psiquiatra ateo de mucho prestigio le comentó en una ocasión que habiendo conocido a un buen puñado de hombres que habían enloquecido volviéronse cuerdos por comprender esa novela. Concluía GKC refiriéndose a sí mismo que aquello no le extrañaba pues "él mismo no le cabía duda de que estaba loco"...