jueves, 24 de septiembre de 2009

El hijo que no tengo

Leo en Compostela un poema de Bonilla y, como ya me pasó otra vez, me asombran los parecidos (y las variaciones) con uno mío. Como ocurra otra vez ya no me va a quedar más remedio que sacar conclusiones generacionales, salvando las distancias. Mi poema se iba a quedar inédito, pues hace meses que lo había sacado de mi proyecto de libro: su final no termina de gustarme. Pero el blogg lo aguanta casi todo, así que quizá, aprovechando la ocasión, sea éste un buen momento para publicarlo. Si no, siempre se puede borrar.

.................EL HIJO QUE NO TENGO

El hijo que no tengo entra en mi cuarto
saltando entre montones de libros por el suelo
y me pide: "Papá, juega conmigo";
y yo no sé qué hacer porque es difícil
negarle nada a un niño que no existe.

Lo malo es que a su madre le enfada que me ensucie
la ropa de ternura
...........................que luego hay que lavarla.

Pero a escondidas, él y yo,
con ceras de colores, dibujamos
una ciudad perfecta
o hacemos un volcán con arena de playa,
un volcán de verdad, con fuego y todo.

Y viene a ser lo mismo que otro padre
jugando con su hijo: una emoción muy honda
y un fondo de tristeza.
...................................... .A ese otro hombre
le duele recordar que con el tiempo
su hijo acabará marchándose;
a mí saber que siempre
----------------...--.....- habrás de estar conmigo.
-

43 comentarios:

Ana Agüero dijo...

No entiendo por qué no te gusta el final, ni por qué no está en el proyecto de libro.

A mí me ha dejado sin palabras. Me parece magnífico.

A veces pienso que sólo desde el dolor se hace -y se entiende- la literatura.

Un abrazo, Ana

E. G-Máiquez dijo...

Muchísimas gracias, Ana. No me gusta el final porque parece como si tuviese que detectar una pena en el otro padre para sobrellevar la mía, lo que no es cierto. Si no fuera por eso, sí que estaría entre mis inéditos, en la parrilla de salida. En todo caso, de nuevo, muchas gracias.

Dal dijo...

Es un gran poema, Enrique, no lo déjes en el éter de los blogs, que se los lleva el viento. Si te valgo como el "otro padre" te diré que la pena, desde la abundancia, sí que es cierta.

Tu poema emociona hasta el fondo.

Corina Dávalos dijo...

Me ha encantado el poema. Yo no veo eso que dices de detectar la tristeza del otro para sobrellevar la tuya, veo una natural continuación de esa historia paralela que es el poema. Ese final abre una bifurcación radical, la pena del otro apenas se percibe, la tuya es rotunda, al menos es lo que me ha quedado al leerlo. ¡Un abrazo!

LFU dijo...

Sublime y emocionante. Y la comparación entre las dos penas me ha emocionado pues acentúa el dolor de la tuya. Yo tengo dos niñas y me has tocado la fibra sensible (no tengo con quien jugar al escalextric

Antonio Rivero Taravillo dijo...

Querido Enrique: el poema tienes que publicarlo. En papel, quiero decir. Es muy hermoso, y aunque entiendo la reserva que expones sobre el final, yo creo que éste funciona. Más allá de lo que tú sientas en tu intimidad, el poema se levanta y cobra vida propia, que quizá ya no te pertenezca. Como un hijo, sí.
Modestamente, te dejo aquí un poema mío que publiqué en el blog, que, si no nos da hijos, nos hermana.
http://fuegoconnieve.blogspot.com/2009/01/mi-hijo-una-tarde-de-lluvia.html

Un abrazo.

Ángel Ruiz dijo...

Mi entrada no sólo fue catártica (disfruté mucho poniendo a parir a todo bicho viviente, entre ellos a algunos señores del Consejo de Estado y luego borrando esos exabruptos) sino que ha servido para que dieras a conocer ese poema, que está muy bien. Dos grandes cosas: 'ensucie / la ropa de ternura' y 'una emoción muy honda / y un fondo de tristeza' (y otra vez Pedro Sevilla al fondo).
Sí que lo del final es extraño, pero a mí me parece bueno. No sé.

Anónimo dijo...

Pues la causa de tu reserva sobre el poema, su final, me parece a mí, que soy padre, el cénit de su rotunda y espléndida emoción y hermosura. Ese puente que tiendes entre el padre figurado y el real, ese vínculo: Otro padre jugando con su hijo: una emoción muy honda
y un fondo de tristeza, es tan real como la vida misma y el "A ese otro hombre le angustia recordar que su hijo con el tiempo
acabará marchándose" es excepcional. Es un poema sobre el hijo que no se tiene, pero también sobre todos los padres del mundo. Hazle caso a Antonio Rivero y abandona tus reservas sobre el poema. Debe publicarse o constar en libro. Cordialmente

Verónica dijo...

A mí también me ha dejado sin palabras. Emocionante, sí. Y contrariamente a lo que tú dices, considero muy logrado el final, con ese contraste entre las dos soledades, tan expresivo.

batiscafo dijo...

Coincido con Anacó. Es una maravilla.

José María JURADO dijo...

La angustia, natural, del padre -digamos verdadero- sucede en paralelo con la tuya, y las penas, después de todo, se apoyan unas a otras "como el sol y las estrellas" por lo que no veo que la objeción sentimental sea un impedimento para un poema que está muy bien.

Se me ha adelantado el otro autor, Antonio, porque nada más leer el primer verso pensé en su poema que es también precioso y que aprovecho para releer.

Los temas están el aire, en su tiempo.

Un saludo.

Carmelo dijo...

Tremendo poema, menuda maravilla. Apenas escribo en tu blog aunque acudo a él con mucha frecuencia.
Si este poema ha sido descartado, no quiero ni imaginar cómo serán los que incluyes. Bueno, claro que quiero. Esta misma tarde me hago con "casa propia". Palabra.
Gracias, de verdad, porque es un PEDAZO de poema.
Y por favor, hazle un hueco de honor en el siguiente poemario.
Un saludo desde Zaragoza!

Anónimo dijo...

Es una maravilla Enrique y claro que es un poema de padres… te hace sentir toda la paternidad concentrada en un minuto, que cómo duele a veces…Ojalá no se les quisiera tanto, deseo algunos días…Ahora esperamos el tercero y me ha encogido el corazón. Precioso.
Y cuántas veces me acuerdo de aquellos a los que Dios no les manda hijos.
La semi- seguidora.

Manupé dijo...

Con perdón, si todos dicen que es tan bueno no me queda más remedio que callarme.
Digamos que no es precisamente de mis favoritos.

Enrique Baltanás dijo...

Tu poema, Enrique, no tiene nada que ver con el de Bonilla, sólo la coincidencia en el título.
Creo que es espléndido e igualmente creo que debería entrar en el libro de papel.
Pero en efecto, el final falla.Intentaré explicarte -y explicarme- por qué.
Todo está en el verbo marcharse. Dos sentidos posibless: un literal, irse, volar libre, emanciparse, etc...
Otro figurado: morirse.
Hay padres que ven morir a sus hijos (conozco varios casos).
Y eso produce un cierto equívoco en el poema.
La solución tal vez estaría en sustituir ese verbo por otro.
Tb. hay que tener en cuenta que los hijos llega un momento en que vuelan solos, sí, pero también llega otro en que tienen (tenemos) que ocuparnos de nuestros padres ancianos.
En fin, por si te sirve esta modesta reflexión.
Pero insisto, el poema funciona a poco que lo corrijas un poco.

Anónimo dijo...

O a lo mejor en vez de el verbo, es la palabra angustia la que hiere. y no sé si es bueno o malo, en el mismo sentido de Enrique Baltanás. Enhorabuena Máiquez. Este hijo te ha salido muy bien.

E. G-Máiquez dijo...

Muchísimas gracias a todos. Lo que me preocupaba ha dejado de hacerlo, gracias a vosotros. Lo mismo que un exceso de ternura, al que aludo en los versos de la ropa que Ángel —al que no se le escapa una— ha subrayado. Sin embargo, algo sigue chirriando por ahí. Puede que sean los verbos, como apunta Baltanás, o ese "angustia" del anónimo. Cómo me ayuda que metáis la lupa. Y ya puestos a escribir una entrada a tumba abierta, confesaré que este tema lo traté en un haiku de Alguien distinto de un modo más definitivo, me parece:

Silencio. Juegan
—matrimonio sin hijos—
al ajedrez.

E. G-Máiquez dijo...

He hecho un leve cambio en el final, el primero, supongo, de muchos.

Leo mi agradecimiento de antes y me suena frío. De eso nada, os estoy profundamente agradecido a todos, que conste.

Carlos RM dijo...

A mí me parece sobrecogedor, muy emocionante, delicadísimo, tenso e intenso. Espero que vea la luz. Un fuerte abrazo.

Unknown dijo...

Leí el poema dos veces por la mañana cuando no había ningún comentario y ahora regreso a él por la noche... y veo cuánta justicia se le hace. Me parece, Enrique, uno de tus mejores poemas y, aunque intento buscarle defectos, no se los encuentro. El final, la primera vez, fue lo que menos me impresionó, quizá porque el inicio es extraordinario. Pero ahora del final me convence muchísimo el ritmo, la idea... todo.
Para que no se quede todo mi comentario en parabienes: me ha recordado mucho, por el tema, a un poema que casualmente estamos comentando estos días en clase: "Musa traviesa" de José Martí: la misma situación de la entrada del hijo(sólo que en el caso de Martí el hijo estaba ausente, porque se había separado de su esposa). Pero es la misma idea del hijo imaginario que entra en la habitación y llena la vida del poeta.
Pero, en fin, enhorabuena...

Juan Ignacio dijo...

Muy emocionante, Enrique. Gracias.

Entiendo tu objeción al final, Enrique, creo que la entendí antes de que la expliques.

No es una objeción poética, eso no lo puedo hacer.

Vicente García dijo...

El poema está bastante bien, Enrique.

Escoliasta dijo...

Entiendo la melancolía en el trasfondo de sus versos, como en otra ocasión he dicho. Sé que sabe también, pese a no tenerlos, que los hijos son una llaga en carne viva y a la vez gozosa. Difícil decir esa perfecta urdimbre de honda tribulación y de alegría. Acaso un poeta podría decir un terrible grito de dolor que significara una gran alegría.

E. G-Máiquez dijo...

¡Anda, cuando ya creía que se habia acabado la fiesta, cinco sorpresas! Os agradezco a todos muchísimo lo que decís. Ojalá, Javier, la diferencia entre tus dos lecturas del final sea porque en el intervalo he introducido algunos cambios: quité el "angustia" que le sonaba raro al anónimo y afiné el ritmo levemente. Poca cosa, pero ya se sabe que en poesía no existe corrección pequeña. Tampoco grandes originalidades, así que, además del Bonilla y del poema de Antonio Rivero Taravillo, ¿hay uno de Martí? Habrá que buscarlo.

También agradezco de veras el cálido comentario de CRM y el más lacónico (y que valoro muchísimo) de Vicente G. Día de Hoy me pone una tarea tremenda, y J.I., para que no me lo crea, sigue llamándome la atención sobre el final. Hace bien. Y todos me lo hacéis.

Adaldrida dijo...

¡¡¡NO LO SAQUES!!! No lo saquesno lo saques nolosaques... ¿Por qué? Es alucinante... porfavornolosaquesdetulibro... ¡y publica el libro que tengo ya unas ganas de leerte de nuevo...!

Anónimo dijo...

A mí lo que más me ha llamado la atención del poema es el verbo "recordar":

A ese otro hombre le angustia recordar que su hijo con el tiempo
acabará marchándose.

Y el hallazgo, la idea, me parece brillantísimo: ¿cómo podemos "recordar" lo que no ha sucedido aún? Pues podemos, vaya que si podemos...

Ahora, que si me pongo un poco malo, puedo añadir -como si no lo supieras de sobra, Enrique- que esas miguitas de pan son muy d´orsianas, que quizá esos detalles mínimos que parecen intrascendentes pero en los que descansa la verdadera hondura del poema recuerdan ¿demasiado? a Miguel d´Ors.

Por otra parte, ya lo he dicho, el poema me parece muy bueno. Merece publicarse.

Anónimo dijo...

Jeje, soy el de antes. Acabo de releer el poema. Y, jeje bis, eso de "ensuciar la ropa de ternura" parece, tachán tachán, un verso de García Montero. ;-)
Seguro que te hace tanta gracia como a mí.
De todos modos, el poema me sigue pareciendo muy bueno, dispensa.

E. G-Máiquez dijo...

Da gusto ser tan bien leído, Anónimo. El "recordar" ese, sí: esconde a medias una emoción poética y a mí también me gusta. Y, bis, vaya sorpresa (iluminante) ese toque garcíamontuno, que ahora que lo dices es verdad que suena.

Lo que no veo tan claro es que las miguitas, como las llamas, sean específicamente d'orsianos y no una característica de la poesía universal, pasada por Borges. Pero bueno, la etiqueta DDD (de demasiado d'orsiano) es una penitencia que uno está dispuesto a pagar por haber tenido un maestro tan grande. Gracias.

A Llir entre cards le agradezco mucho el lirio.

Ángel Ruiz dijo...

Estoy por pensar si el anónimo no será un antiguo troll y su coleguismo un disfraz de su mala leche (y puedo estar completamente equivocado).
El hecho es que deja dos comentarios para herir donde más te puede doler, Enrique: menos mal que contestas bien a lo de d'Ors; yo añado que a mí me parece imposible imaginarme a García Montero escribiendo un verso como ese de la ternura: quizá sea capaz de escribir un verso paradójico, pero sensibilidad para escribir un verso así, lo dudo (aunque quizá una vez en su vida, todo puede ser).
Pero todo puede ser que me haya caído mal el anónimo, por anónimo y por lo que yo percibo como tonillo falso.

E. G-Máiquez dijo...

A propósito, Ángel, como la confianza da asco, no te celebré como merecía esa influencia tonal que señalabas de Pedro Sevilla en el poema. ¡Muy bien vista, u oída!
Abrazo.

Ángel Ruiz dijo...

Hoy me he acordado de una novela de Batya Gur, de la serie del detective Ohayon, Un asesinato musical, de lo mejor que he leído sobre el deseo de un hijo.

Anónimo dijo...

Para Ángel Ruiz: muy guapo no soy, tú, pero troll... Sólo soy, en el buen sentido de la palabra, malo. No pretendía herir a nadie.
(El anónimo de antes)

Ángel Ruiz dijo...

Ya sabía que eras el troll, pero incumplí la norma: "no le des de comer al troll".

em10 dijo...

No había leído la entrada antes y me parece un poema fantástico. Tiene mucha emoción y el final sobrecoge: los últimos versos me encantan, no los tocaría.
Palabras tan mágicas como éstas, capaces de engendrar vida, deben estar en papel.
Una vez más, y van tres, mi más sincera enhorabuena :D

guillermo dijo...

Pese a que te sigo desde que DAL, me puso en tu pista, casi nunca he entrado a comentar nada, pero hoy no he podido evitarlo.

Tu entrada con el poema es sinceramente, magnifica.

Al menos a mi me ha avivado el sentimiento y llegado al corazón, a la vez que me ha hecho reflexionar sobre las diversas caras de una realidad, que, como siempre, es poliedrica.

Ojala yo fuera capaz de condensar en una pocas letras tanta profundidad de pensamiento, tanta carga de emoción y encima, hacerlo de manera bella. Que envidia.

No leí la versión inicial, pero en la actual me quedo con la figura de 'ensucie / la ropa de ternura' y con el final, donde enfrenta las dos situaciones

Muchas y sinceras gracias junto a mi enhorabuena y admiración por ser capaz de escribir así.

E. G-Máiquez dijo...

Vuestros comentarios, queridos EM10 y Guillermo, me importan mucho y os los agradezco de veras. Es como si dijeráis que a pesar de las buenas noticias el poema sigue sirviendo. Un abrazo grande, E.

Anónimo dijo...

Carlos dijo:
Yo el poema lo veo sobradamente digno de publicarse. Voy a aportarte algunas consideraciones y una posible alternativa al final que no tiene por qué ser mejor que la tuya, pero te la planteo para que , al menos, la barajes.

Frente a lo que dice Baltanás, yo creo que ese posible doble sentido de marcharse (irse, morirse)no es un defecto sino todo lo contrario: podemos recordar desde un futuro ficticio el momento en que nuestro hijo deja nuestra casa, pero también, y esa es la riqueza de la dualidad de interpretaciones, podemos recordar desde nuestra muerte, esa otra muerte de nuestro hijo. Ese juego fantasmagórico y conmovedor de tiempos ya nos lo mostró Machado en uno de los poemas en que se dirige a su padre. Los dos sentidos son pertinentes, y al ser dos, la significación de marcharse se enriquece.

El final del poema está bien. Quizás pudiera decirse que la oposición se plantea desde un punto de vista muy lógico (poco sorpresivo y sugerente): a ese hombre le duele una cosa, a mí la contraria.
Si el final fuera

a mí saber que siempre
habrás de estar conmigo.

estás diciendo lo mismo pero de una manera más sorpresiva (mediante un quiebro lógico) y más sugerente y más paradójicamente desoladora: estarás siempre conmigo(eternamente niño) porque estás en mi imaginación y por tanto no estás. Creo que así es un final más sugestivo y estremecedoramente emotivo. Pero no sé, puede ser que el final tuyo, más directo, más... sobrio, sea mejor.

Ah, y una sonrisa para Carmen.

E. G-Máiquez dijo...

Jo, anónimo, tu análisis es extraordinario y tu variación muy digna (muchísimo) de tenerla en cuenta. Hoy mismo me encierro con el poema.

Y sí, esa sonrisa final, sorprendente.

Anónimo dijo...

Carlos dijo:
Ya que mis sugerencias no te han parecido mal, abundaré en ellas. No lo hice anoche por no resultar pesado.

Una virtud, un acierto de todo poema es que nos ofrezca una visión inusitada de las cosas, retorcer las frases hechas.

Querer estar siempre con con la persona es algo que siempre se manifiesta como algo positivo.

En tu poema, sin embargo, esa expesión ( siempre habrás de estar conmigo)cobra, inusitadamente, paradójicamente, sorpresivamente, un significado de tristeza. En esa contraposición entre una expresión positiva y un significado, sin embargo, triste, es donde se produce el golpe redobladamente emotivo.

Ayer, muy tarde, me enteré de lo de Carmen, y me alegré inmensamente.

E. G-Máiquez dijo...

Tus sugerencias, Carlos, me han parecido atinadísimas. Y llevo toda la mañana, por tu culpa, planteándome si ir colgando o no de aquí todos mis inéditos. La posibilidad de correcciones como la tuya merecen los inconvenientes aparajedos. Tendré que hablarlo con mi editor (cuando lo tenga).

Y además lo que me cuentas de tu alegría de anoche (¡gracias!) me reafirma en lo acertado de la propuesta. Además de los motivos estrictamente literarios, que explicas muy bien, está el biográfico-sobrevenido. Con tu corrección, el poema no pierde ni un ápice de validez a pesar de la alegría de Carmen (valga la contradicción), porque la pena del hijo que no tuve en estos nueve años no se me quitará nunca, efectivamente.

Y una indiscrección, ¿eres un Carlos que conozco personalmente? Quizá me basten con tus iniciales, si no quieres firmar con apellidos. Me gusta saber con quién estoy en deuda, aunque, por supuesto, tú mismo... Un abrazo,
E.

Anónimo dijo...

Carlos dijo:

No, no nos conocemos personalmente. Supongo que es una tontería, pero me da no sé qué aparecer con mi nombre. Lo que te pueda decir, con mi nombre verdadero, podría sonar a coba, a engreímiento, no sé. Desde el anonimato hablo con absoluta libertad, con absoluto impudor. Alguna vez supongo que nos conoceremos y ya te diré quién es ese anónimo Carlos.

Qué va, justo ahora, con la anunciación de Carmen es cuando ese poema cobra toda su grandeza.
Me explico: al margen de tu biografía, el poema es muy bueno, y así, literariamente, al margen de tu vida, el poema es...verdadero. Pero si a mí ese poema ahora me emociona hasta las lágrimas es porque, sabiendo lo del advenimiento de tu niña, el poema cobra un doble sentido: el de una pena hondísima y serena, y el de una alegría hímnica y "devastadora". Esas dos emociones opuestas y extremas hacen que el poema estalle y, al menos a mí (que conozco la historia pesonal que hay detrás de ese poema) me destroce deliciosamente el corazón. De alguna manera puede decirse que en esos versos está también escrito el poema celebrativo que merecía tan magnífica noticia.Por cierto, para cuándo está previsto el parto. Me gustaría disfrutar también de esa espera y estar al acecho de esos días en los que sé que escribirás cosas hermosísimas.

Un abrazo

E. G-Máiquez dijo...

Entiendo muy bien tus reparos. Espero poder agradecerte la corrección y la generosa e inteligente lectura alguna vez personalmente. La fecha prevista es alrededor es el 27 de mayo. Aquí informaré, claro, aunque no creo que esté para cosas hermosísimas. Si no frío, el corazón tiene que estar templado y no al rojo vivo, supongo.

Abrazo agradecido.

Ignacio Lete dijo...

Acabo de leerlo en voz alta a mi mujer. Gran poema y excelente final. Nosotros también te animamos a la publicación.

Ignacio y Marili