lunes, 21 de diciembre de 2009
Domingo
Por la mañana, nada más levantarme, escribí un poema, un poema estupendo. El insólito acontecimiento me puso de magnífico humor. Aproveché el impulso para escribir por fin dos cartas que tenía traspapeladas. Luego, sin solución de continuidad, me enfrenté en la cocina a una calabaza muy dura de pelar. Fui a un funeral. Por la tarde, decidimos ir al cine. No quedaban entradas y tuvimos que esperar a la próxima sesión durante dos horas en un centro comercial atestado. No perdí mi excelente humor, aunque resulte inverosímil, y eso que escrutamos detenidamente innumerables tiendas de ropa. (También de ropa de bebé, todo hay que decirlo.) La película, bueno, pero yo seguí inalterable. La homilía de la misa tampoco hundió mi optimismo. Ni preparar la cena de la noche del domingo, con lo que son las noches de domingo. Antes de acostarme, pude volver a echarle un vistazo a los versos, y qué decepción. ¿No eran estupendos por la mañana y no había yo estado alentando sobre ellos todo el día? "Qué (auto)engaño", suspiré, mientras los tiraba a la papelera. En el ruido seco del papel arrugándose en mi puño me pareció oír un murmullo satisfecho: "Misión cumplida", decía.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
11 comentarios:
¿Y si lo malo fuera no el poema sino la (auto)crítica? No recuerdo bien si fue Virgilio quien quería (¿de verdad?)eliminar su obra antes de morir.
Efectivamente, Virgilio, mortalmente enfermo al volver de un viaje de documentación a Grecia, ordenó en su testamento que fuera quemada su "Eneida" inconclusa, pero fue salvada -afortunadamente- por orden directa del emperador Augusto. Perdón por la intromisión erudita. Yo "rumio" más tiempo los poemas, y a veces hay algo que se puede aprovechar. Aunque como gesto, lo de la papelera no está nada mal, y esa generosidad recuerda la de Espronceda arrojando todo su dinero al Tajo al entrar en Lisboa -creo-.
Jopé, Enrique, estamos pasando ambos por lo mismo. A mí me pasó lo contrario: en un primer momento hice un gurruño de papel con el poema pensando que era muy malo, y ahora pienso que era la panacea, y no lo recuerdo.
Cómo acompaña esta frase: "La homilía de la misa tampoco hundió mi optimismo".
¡Qué arte!
Muy bueno. Claps.
Era justo lo que te iba a decir: a veces esos versos son completamente ancilares: "Misión cumplida". Enhorabuena por el buen humor. Saludos de otro malhumorado habitual que también intenta hacer un blog de buen humor.
¡Qué buen texto!
Un poema de usar y tirar, como muchos otros, pero éste de uso exclusivo... qué pena.
Tendrías que hacer un poema sobre la historia de este poema: ese será el bueno. J
(...) y, aunque me haya equivocado, ya no importa, pues a mi error he debido tantos momentos gozosos.
Quizá necesitas un Max Brod desobediente a tu lado.
Feliz Navidad.
Publicar un comentario