domingo, 6 de febrero de 2011

Menos moral que el Alcoyano (esta vez)

Soy partidario de los títulos, pero este partido (que ya está en la prórroga) lo tenemos perdido.

10 comentarios:

carmen dijo...

Te lo he colgado en el Diario. Estoy totalmente de acuerdo contigo. La otra noche en casa con unos amigos parecía que yo era una retrógada. Y seguramente lo seré.

Retablo de la Vida Antigua dijo...

Creosque los ingleses, en este aspecto, lo tienen más conseguido con la concesión,para estos casos, del "sir", a secas.

Otra cosa: estoy en desacuerdo con Vargas Llosa. Él sabe que no es ni ha sido plebeyo. Detesto el término. Prefiero el de ciudadano, por muchos aires jacobinos que tenga.



Saludos. GdL.

BV dijo...

Me alegro por el Marquesado de Ibias, concedido a mi antiguo jefe Aurelio Menéndez. Además, es bien eufónico. Los otros, como dices, premian el premio: poco menos que al venerable Del Bosque se lo pueden quitar si no revalida el título en 2014.
En cualquier caso, estas concesiones son mejores que algún mercadeo patrio de títulos postizos. Y estoy en Jerez este fin de semana.

María dijo...

Bueno, juguemos la prórroga.
Como te digo en el diario creo que lo que hay es que ensalzar a nuestros auténticos nobles y pasar de los de cartón piedra que nos meten por todos lados. Ayer cuando compré el ABC, le devolví al quiosquero el suplemento de cotilleo que trae los sábados de "regalo". Aunque ya se que lo pagué, al menos no lo leí ni promoví su lectura en mi casa.
Será poco pero es lo que puedo hacer.
Y luego está internet. La dictadura de los medios ya no es tanta con la www.

Anónimo dijo...

Nihil novi sub sole: Donec eris felix, multos numberabis amicos, tempora si fuerint nubila solus eris.
Jilguero

Orlando Furioso dijo...

Fu il vincer sempremai laudabil cosa, vincasi o per fortuna o per ingegno.

Ignacio Trujillo dijo...

La verdadera nobleza está en el alma, obvio es...Pero la nobleza de sangre,en la que hay angeles y demonios como en tos laos,suele tener un halo de distinción y elegancia que cubre las miserias ordinarias, y eso en esta época se agradece. Por lo menos un poquito de decoro. Vamos a disimulá y comportarnos como señores. ¡Digo yo! Que no se nos note tanto el pelo de la dehesa. Que como decía aquella la vida es una Tombola y ahora también un Gran Hermano y un Aquí hay Tomate y...¡qué se yo! Vamos a ser un poquito aristocráticos...Por favoo!

marinero dijo...

"Los títulos a la larga se justifican porque son un compendio de la historia más gloriosa de España, y una reserva de tradiciones, mantenidas dentro de la institución familiar, y suponen un deber de ejemplaridad ante el conjunto de la sociedad".

"Pero, ¿de qué me extraño? Los condados los ganaban los que ganaban una batalla, nunca el que la perdía con honor. O el que remataba pingües negocios, jamás el honesto tendero. Así gira el mundo, suspiramos, desengañados, mientras nuestro ingenuo romanticismo se desvanece un tanto a cada nueva vuelta de tuerca".

¿Soy yo el único que ve una flagrante contradicción entre las dos afirmaciones del artículo de EGM que he copiado arriba? Me temo que, en su amor por el pasado, EGM tienda a discriminar poco y acepte como "compendios de la historia más gloriosa" y muestras de un "deber de ejemplaridad" realidades que, demasiado a menudo, nada tienen de una ni de otra cosa. La verdad es que, por lo que yo conozco, la gran mayoría de nuestra "aristocracia"..., en fin: corramos un tupido velo.

E. G-Máiquez dijo...

Yo también veo esa contradicción, marinero. Gracias por señalár(me)la. Son las cosas del directo. Me desengañaba de los títulos, pero a la vez me iba dando cuenta de que su valor estaba, si acaso, en el hecho de ser hereditario, en lo que luego las familias hacen (o pueden hacer) con esa situación de privilegio. Al final, tiene razón, como siempre Gómez Dávila, lo importante es heredar. No lo expliqué bien porque acababa de intuirlo. Para la próxima... Gracias de nuevo.

E. G-Máiquez dijo...

Ah, y también celebro mucho el comentario de GdL. Cierto que Vargas Llosa sobreactuó con lo de "villano". Una prueba de lo incómodo que se encontraba con el premio sobre premio y sobre premio, corona.

Y con Ignacio T. y con María, ¡juguemos la prórroga! JRJ defendía una aristocracia de intemperie, que empieza a ser el único abrigo que nos va quedando.